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A las ocho de la noche exactamente sonó el timbre de la casa. Se Hun revisaba otra vez que la mesa estuviera bien puesta y no faltará nada, se tensó en seguida. Min Ho fue rápidamente a su lado. Lo tomó por la barbilla pidiéndole en silencio que lo mirara. Acercó sus labios a los contrarios y los besó, pero el menor hizo algo que lo tomó desprevenido. Pasó los brazos alrededor de su cuello e intensificó aquel simple beso que él había iniciado. Cuando el pelirrosa rozó con la lengua su labio inferior y luego la metió en su boca, de su garganta emergió una mezcla de gemido y suspiro de placer que le erizó la piel al menor. Min Ho lo tomó por debajo del trasero y lo cargó sentándolo en la orilla de la mesa tumbando un vaso de vidrio y desacomodando un lugar ya puesto en ella.


Una vez más el sonido del timbre los hizo reaccionar. El mayor abandonó la boca de Se Hun, pasó la lengua por aquel largo y delicado cuello y se separó rápidamente de éste.

- Cada vez que te sientas nervioso, piensa en éste beso, verás que funciona y los nervios desaparecen.- dijo caminando hacia atrás con una media sonrisa, agregando un guiño al final. Y fue a abrir la puerta.


¿En serio? ¿Min Ho en verdad esperaba que si recordaba ese beso, evitaría ponerse más nervioso? Min Ho era un grandísimo tonto si pensaba que eso iba a funcionar.


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Hasta ese momento todo iba bien. Habían platicado un rato, en lo que la cena estaba lista. Ahora Lay limpiaba con una servilleta la boca de la pequeña Amy. La niña había comido ya dos platos del espagueti que el pelirrosa había preparado; Min Ho no se había equivocado al pedirle que lo preparara para los pequeños. Sam daba de comer al bebé la papilla que ella misma había preparado en casa antes de salir.

- La comida está deliciosa chicos.- dijo Lay. - Pero no se hubieran molestado. Hubiéramos pedido algo por teléfono, así no habrían salido a comprar las cosas de último momento.

- Min Ho se empeñó en querer preparar algo por su cuenta.- explicaba el menor, tragando el bocado en su boca. - Además no compramos nada. Todo lo teníamos ya en casa y a Min Ho le gusta cocinar. ¿verdad?.- dijo lo último mirando al mayor.

- Claro que sí.- afirmó el más alto. - No fue ninguna molestia, Lay.


El hombre sonrió agradecido a éste, y luego vio a Se Hun.

- Sam vino conmigo esta vez porque quería conocerlos y no pude decirle que no.

Sam era realmente hermosa. Si bien no era alta, su estatura era ideal para Lay. Su piel era muy clara, su cabello castaño resaltaba aquellos ojos color avellana que tenían una mirada alegre y tierna a la vez. Tenía rasgos y unas manos demasiado femeninas y eso la hacía lucir como una pequeña y delicada muñequita de aparador. Era encantadora.

- Quería conocer al chico del cual, mi esposo no deja de hablar maravillas.- la mujer le brindó una hermosa y sincera sonrisa. - Eres un encanto de jovencito.


El pelirrosa sonrió tímido, bajó la vista hacia su plato en la mesa. Min Ho, que se encontraba sentado a un lado de él, lo miró mordiéndose el labio inferior.

- Vamos, Min Ho. Deja de ver así a Se Hun.- bromeó Lay, bajando de la silla a Amy. - ¿Creen que no fue evidente que ustedes hacían algo antes de abrirnos puerta?


Amy corrió rodeando la mesa y se detuvo a un lado del menor. La pequeña de cuatro años con cabello lacio y oscuro por debajo de los hombros, fue a buscar al pelirrosa sin pensarlo.

- ¿Puedo ver la tele? ¿Quieres verla conmigo?.- le preguntó con la voz la parecida a un susurro.


Se Hun que se encontraba relajado en aquella plática, se tensó al escuchar a la pequeña a su lado y verla tan cerca suyo. Min Ho tomó su mano por encima de la mesa, y con una sonrisa le animó a que aceptara el pedido de la niña.

Jong In, El novio de mi hermano menor.Where stories live. Discover now