—Necesitamos una opinión femenina sobre ella —complementa Seunghyun.

—Entonces llamaron a la persona correcta, oppa —contesto con una sonrisa mientras me acomodo en el sillón. Veo a Jiyong haciendo una mueca. ¿Qué le sucede?

—Pon la canción, Ji —ordena Daesung desde su lugar. Él no dice nada y obedece de inmediato.

La melodía llena mis oídos y la letra me envuelve. Es acerca de no saber cómo declarle el amor a una chica. Muevo mi cabeza al compás de la canción y cuando termina quiero escucharla de nuevo.

—¡Me encanta! —confieso emocionada. Miro a los cinco amigos con una sonrisa en el rostro. La mirada que Jiyong tiene fija en mí me parece inexplicable. No lo dejo de mirar a los ojos y trato de descifrarlo, pero él se voltea y me da la espalda. Los chicos y yo nos quedamos un rato más ahí mientras trabajan en otras canciones, todas mejores que la anterior. No hay duda de que G-Dragon es un genio musical.

Las horas pasan y no sé cuánto tiempo estamos ahí, sólo sé que comemos en la cafetería del edificio cuando empieza a oscurecerse. Después todos acordamos ir a casa de Seunghyun a tomar un buen vino y comer buena comida. Si había algo que a Jiyong y a los demás les encantaba era comer, sobre todo si dicha acción era patrocinada por alguno de ellos. La casa de Seunghyun está llena de arte contemporáneo y me encanta ir, pues él siempre se ofrece a explicarme por qué escogió cada cuadro para alguna parte de su departamento. Recuerdo que una vez me explicó durante una hora por qué tenía un cuadro de Francis Bacon en su cocina y yo me encontraba completamente fascinada. También recuerdo que Ji llegó y me alejó para que bailara con él, su cuerpo nunca había estado tan cerca del mío y esa noche yo me encontraba bastante nerviosa, al contrario de él, que estaba tan borracho que después se alejó de mí para bailar con alguna otra chica que también fue invitada a la reunión de ese día. Sin embargo, esta vez, parece que me he puesto pegamento, pues desde que llegamos a casa de Seunghyun no se ha separado de mí. Había estado un tiempo a solas con Youngbae mientras cocinaba y me contaba algunos problemas que últimamente había tenido con su novia, cuando llegó y empezó a "probar" la comida, interrumpiendo la conversación; Seungri y Daesung me estaban haciendo reír con historias sobre las giras cuando se acercó y cambió el tema abruptamente. Ahora me encuentro platicando con Seunghyun en su habitación, pues el cuadro encima de su cabecera tiene un significado bastante interesante. Para ser sincera, muchas veces lo siento como mi hermano mayor, aunque sólo sea tres años más grande que yo.

—Oppa, me encanta tu casa —le digo mientras me siento en su cama y veo a mi alrededor—. ¿Puedo cuidarla por ti cuando te vayas al servicio?

—Sólo si prometes no hacer fiestas con Jiyong —dice mientras se ríe. Yo lo imito. Se sienta a mi lado y empieza a picar mi abdomen con su dedo. Mi piel se hunde bajo la presión de su dedo—. Deja de comer, Megan. Mira ese abdomen... —bromea mientras se ríe como un niño pequeño y unos hoyuelos se forman en sus mejillas. Yo corro a tomar una de sus almohadas y empiezo a golpearlo fuertemente. Sé que probablemente estén rellenas de las plumas más finas, pero hago caso omiso de ese detalle.

—Aish, deja de molestarme —digo mientras él se rinde y se acuesta en la cama. Yo me pongo encima de él y comienzo a apuntar haca si rostro.

—Meg, es tarde, quieres que... —cuando escucho su voz, me detengo rápidamente. Jiyong está en el marco de la puerta y la escena que está viendo es algo comprometedora. Me quito de encima de Seunghyun y me siento al filo de la cama.

—¿Sí? —digo para que continúe hablando. Noto como se tensa un poco y cuando lo miro a los ojos, esa expresión indescifrable vuelve a aparecer en sus ojos.

—¿Quieres que te lleve a casa? Los chicos ya se van y... —empieza pero no lo dejo terminar.

—Claro —acepto de inmediato.

Nos despedimos de los chicos y subimos a su auto. Todo el viaje hacia mi casa lo hacemos en silencio. Ahora que él es el conductor, puedo voltear a verlo disimuladamente. El tatuaje de las alas en su cuello es uno de mis favoritos y me encanta verlo, cuando paramos en el alto, la manera en la que se pasa las manos por el cabello me corta la respiración. Llegamos a mi edificio y lo invito a subir a mi departamento. Él acepta y pronto estamos en la sala comiendo palomitas de maíz, sentados en cada lado del sofá de la salada, encarándonos.

—¿Mino estuvo aquí en la mañana? —me dice mientras toma un puñado de palomitas y empieza a comerlas.

—Sí, me regresó mi tostador.

—Nunca me contaste lo que pasó entre ustedes —comenta despreocupadamente.

—Es porque no quiero que todos se enteren —digo divertida. Él también lo hace—. Sabes muy bien que todos sabemos que tienes una boca barata, Jiyong.

—Aish —dice molesto, agitando sus pies—. ¿Por qué no me llamas "oppa" como a Seunghyun?

—¿En serio es un tema tan delicado para ti? —le digo divertida, acomodándome en el sillón. Algo dentro de mí empieza a borbotear. ¿Está celoso?

—Quiero que me llames así —dice, más serio que antes—. Suena lindo cuando sale de tu boca —cuando termina de hablar, trago con dificultad. Su mirada es más intensa que nunca... Y por primera vez me permito tener esperanza de que soy correspondida.

—Está bien... oppa —tiento la palabra en mi boca. Él sonríe satisfecho.

Puedo acostumbrarme a llamarlo así.

No me olvides | G-DragonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora