El día había empezado con el sol radiante, el cielo tan claro y limpio, y las nubes deslizándose por él de aquí para allá con aquel suave y nítido movimiento que las caracterizaba. Aquel silencio que reinaba era tan reconfortante que no quería levantarse de la cama. Se removió entre el montón de cobijas encima de él, cerró los ojos aprovechando esa tranquilidad y se quedó quieto. El suave ruido que escuchó venir de la cocina le indicó que Min Ho ya estaba despierto y seguramente preparando algo de café y té para él.

De un solo movimiento quitó las cobijas y corrió al baño a lavarse los dientes. Lavó su rostro y mojó un poco sus cabellos despeinados tratando de apaciguarlos un poco. Sonrió al reflejo en el espejo y salió de prisa de su recámara.

Asomó con cuidado su rostro para ver qué era lo que hacía el pelinegro. Lo vio de espaldas a él. Min Ho buscaba en la repisa de arriba, agarró un par de tazas, las que el menor se había auto regalado para ellos luego de cumplir un año de novios. La taza del mayor era color azul rey y la del pelirrosa color mauve. Lo vio dejarlas sobre la barra, y tratando de hacer el menor ruido posible, entró a la cocina y se situó detrás de él. No lo vio venir. El pelinegro dio media vuelta. Quedando de lado de momento los buenos días, Min Ho tomó entre las manos el rostro del menor y besó su boca con tremendas ganas. Se Hun tardó un poco en responderle y seguirle el ritmo; pero cuando reaccionó, sus labios ya se movían a un mismo ritmo con los del contrario.

Se Hun pasó las manos por el cuello del pelinegro y dando un saltito enroscó las piernas alrededor de su cintura. Min Ho lo agarró por el trasero y parte de las piernas, se giró de nuevo y lo sentó en la barra, recorriendo las tazas hacia la pared con el cuerpo del menor. El beso se intensificaba y ellos cada vez iban sintiéndose cada vez más calientes. El pelirrosa buscó la orilla de la playera contraria sacándola de aquel cuerpo, interrumpiendo el juego que hacían sus lenguas en contacto con la otra. Un ancho, fuerte y marcado pecho quedó visible ante él. Sintió la boca seca y los labios resecos, pasó su lengua por entre ellos y luego mordió el labio inferior. Paso la yema de los dedos por aquel pecho. Notó la contracción del vientre del mayor provocado por su contacto y sonrió traviesamente.

Min Ho sonrió siguiendo a Se Hun, aunque su sonrisa fue de ansias y nerviosismo. Aquella idea que llevaba algún tiempo rondando su mente apareció como un flashazo. Volvió a acercarse a la boca del pelirrosa para besarla de nuevo, pero éste llevó la mano derecha a sus oscuros cabellos, apretándolos y jalándolos hacia atrás. Se Hun estaba irreconocible. Parecía como si él quisiera llevar las riendas esa vez y eso le encantó al pelinegro. Cuando su cabeza estuvo lo suficientemente atrás y su cuello totalmente visible, el menor bajó hacia él; comenzó a dar cortos besos y de vez en cuando daba algunas mordidas, dejándole la piel rojiza. El mayor aprovechó el que Se Hun estuviera tan concentrado en lo que hacía, que él deshizo el amarre en la cinturilla del pijama contrario. Con lentitud, introdujo la mano izquierda y tocó la dura entrepierna de su novio. Y gimió. El menor dejó de besar y morder su cuello, quedándose increíblemente quieto. Min Ho esperaba que Se Hun lo rechazara una vez más, que lo detuviera; pero no fue así. Se Hun no hizo ni dijo nada, seguía quieto, como si esperara a que el pelinegro siguiera con lo que había empezado a hacer.

Lentamente, el mayor comenzó a mover su mano nuevamente hasta tener el firme y excitado miembro entre su mano. Los movimientos eran lentos, queriendo acostumbrar al contrario, no quería lastimarlo o asustarlo. Éstos fueron aumentando de intensidad. Cuando pasó su pulgar por la punta, sintió el poco presemen de su chico, y se le antojó probarlo. Sabía que estaba arriesgándose a que lo que estaba ocurriendo entre ellos se fuera a la mierda, pero por Dios, no aguantaba más. Sin dirigir la mirada a ningún otro lugar que no fuera la polla de Se Hun, fue agachándose y bajando su cabeza hasta quedar a pocos centímetros de ella. Pasó despacio la punta de la lengua por aquel rojizo glande, cerró los ojos y probó aquello. Saboreó aquel líquido agridulce.

Jong In, El novio de mi hermano menor.Where stories live. Discover now