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⏤¿Irás?⏤ la voz gruesa de Rick Grimes me llamó. Con cuidado, como si no quisiera hacerlo, me aparté los ojos del libro para ver a la figura erguida del líder que aguardaba una respuesta con las manos acomodadas sobre su cadera.
⏤Me quedaré por aquí esta vez. Necesito verificar que todo se mantenga bien.⏤ mentira. Realmente, lo único que quería era mantenerme cerca de Carl. Pero no había que ser inteligente para saberlo. Rick lo sabía. Fue aún más obvio cuando se burló en mi rostro. Aunque no interesó en el momento. Era bueno verlo de esa manera conociendo la actual situación.
⏤Está bien.⏤ agradecía que no se burlará de mi ahora. ⏤Para lo que necesites, Michonne estará aquí también.⏤
Abandonó su posición para así sostener mis pómulos entre las manos, y hacer más sencilla la acción de besarme en la frente, en un modo de despedida.
No retomé la lectura después de que el rizado desapareció en la carretera. En su lugar, cerré la tapa del libro para adentrarme al hogar. ⏤¿Dónde vas?⏤ apenas había pasado el umbral cuando encontré a Michonne tomando su característica katana hasta colgarla en su espalda.
⏤Tengo asuntos que resolver.⏤ se limitó a decir. Las cejas se me fueron hacía arriba. ⏤Ve por que Carl cambié su venda, ¿si?⏤ Sabia que se excusó para evitar más preguntas de mi parte. Con una palmada sobre mi hombro, abandonó la casa a zancadas.
Encontrar a Carl Grimes no fue complicado cuando un golpe seco retumbó la pared desde la planta alta. Subí las escaleras, llegando a la habitación de Carl. Practicaba con los dardos hacía el tablero colgado metros lejos de él. Colgados de la pared, los dardos se repartían anunciando su falla en el juego. Pero no se dio por vencido, cuando separó los pies y enseñó la punta de la lengua saliendo de sus labios en un gesto de concentración. Al mismo tiempo que un suspiro, el dardo voló por el cuarto hasta quedarse plantado en una de nuestras fotografías que se hizo añicos en el suelo.
⏤¡Maldición!⏤ escupió. Los dedos jalando su cabello hacia atrás.
Me moví con cuidado con los pies en la madera. Sostuve la punta de los dardos colgados en la pared antes de quitar todos de un sólo movimiento. Volví con él entonces. Ahora dejándome con el pecho en su espalda.
⏤Respira.⏤ demandé. Mi mano acomodando el objeto entre sus dedos largos. Movió de atrás para adelante el dardo. Buscó un ángulo dónde dar en el punto. Y tras algunos segundos, lo dejó ir con el viento hasta que la punta clavó en el centro del tablero.
