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CARL GRIMES.
Habríamos de seguir a pie en lo que Eugene distraía a los Salvadores, yendo y viniendo con la caravana. Por el momento parecía aceptable, ya que mientras Maggie, quién iba trasladada en la camilla, llegara bien todo lucía aceptable. Luego de despedirnos del hombre, nos adentramos al oscuro bosque iluminado sólo por la azulada luz de la luna sobre nosotros.
⏤Llegaremos.⏤ Animó mi progenitor, totalmente esperanzado. A lo que asentí con ganas de darle los ánimos que necesitaba. No obstante, la idea se evaporó de nuestras mentes cuando un silbido nos hizo detener, preparando nuestras armas en caso de una amenaza mayor. La cual, llegó en el instante que los silbidos aumentaron en número y sonido, casi haciéndonos aturdir por la forma que estos llenaban nuestros oídos.
Emprendimos corrida, sincronizada y verificando que ninguno se perdiera por la oscuridad que nos impedía ver. La que no duró demasiado, cuando un potente luz chocó con nuestra visión, cegándonos hasta que pudimos acostumbrarnos a los potentes focos de... nuestra caravana. La escena era para sumergirnos en depresión, pues ésta enseñaba a Eugene golpeado hasta tener el rostro cubierto de su propia sangre, que brotaba cómo lluvia de las múltiples heridas en su rostro.
⏤¡Sabíamos dónde iban!⏤ Exclamó el mismo hombre de la carretera, que si bien recordaba, respondía al nombre de Simón. La mano derecha de Negan. El mismo de barba, nos obligó a todos a arrodillarnos en la tierra, dejándonos con las ganas de saber que ocurriría más tarde; ⏤¡Los demás!⏤
Frunciendo el ceño, tal y cómo dijo el hombre, el resto faltante de nuestro grupo fue expulsado de una camioneta blanca. Mostrando a Glenn, Rosita, Michonne y Daryl mal herido. Lo que me hizo soltar un suspiro, al creer que Faith se encontraba aún buscando a Carol en compañía de Morgan, o quizá ya estaba en casa, esperando a por mi. No podía fallarle.
⏤Y ahora les presento... ¡A su líder!⏤ La exclamación me erizó el cuerpo completo, provocando que de un leve respingón en mi lugar por ello. Mis nervios explotaron a más no poder en cuanto un hombre se mostró desde la puerta de la caravana. Vestido con una chaqueta de cuero, y una bufanda roja envolviendo su cuello, tan roja cómo los restos de sangre adheridos permanentemente a su bate con alambre de púas alrededor, envueltos torpemente en la madera, pero asesinando a cualquiera que se atreva a ser golpeado con él.
⏤¿Ya se mearon en los pantalones?⏤ Cuestionó con una sonrisa burlona dibujada en cada milímetro de sus labios, al mismo tiempo que entre pasos se aproximaba hasta nosotros, detallando con su mirada oscura cada parte de nosotros. Sabía que disfrutaba de vernos en éste estado, vulnerables ante su temible presencia; ⏤Bueno... Muy pronto lo harán.⏤
