Capítulo 20

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Con la respiración ahogada y los labios rosados, Alex estaba tumbado a mi lado. Cuando nos tranquilizamos, nos tapamos con la manta para no sentir el frío que recorría nuestra piel.

—Nunca me fallas— dice riéndose.

—¿Eso es bueno no?— digo guiñándole el ojo.

—Sí, ven aquí— dice colocándome a su lado. Yo me giro para verle la cara y él me mira con brillo en los ojos.

Con mi dedo índice recorro todo su pecho y su abdomen. Paso el dedo lentamente por las finas líneas de su piel y él se estremece.
Acaricio cada parte, cada trozo, cada línea con la mayor ternura posible. El ligero cosquilleo que le proporciono también lo recibo yo, al estar junto a él.
Somos dos imanes que necesitan juntarse para sentir la conexión, el roce para producir las chispas que necesita todo amor. Subo el dedo hasta su boca y me paro cuando llega a sus labios.
Acaricio su labio inferior una y otra vez y él abre un poco la boca para que me sea más fácil. Después, acaricio los labios de arriba y suspira. Su mano derecha busca inmediatamente la mía para entrelazar nuestros dedos y así lo hace.

—Mañana por la mañana vamos a mi casa— dice y yo arqueo las cejas.

—¿Para qué?

—Porque.. Mi padre quería verte, para hablar contigo de algo, no me ha querido decir el qué.

—Ah.. Vale. Mañana nos damos una ducha antes de ir.. Quiero estar presentable.

—Dúchate allí conmigo, mi padre no va a estar si vamos temprano.

—Vale, está bien.. ¡Solo porque tu ducha es más grande!— Alex se ríe y me abraza.

—Vamos a vestirnos y vamos a cenar con Anne— dice Alex y yo me levanto de la cama. Alex me abraza por detrás y de nuevo se me sube la bilis. Mi cuerpo reacciona y empiezo a tener calor.

—Si seguimos así nunca vamos a conseguir salir— digo bromeando.

—No me importaría pasar así el tiempo contigo— dice abrazándome aún más fuerte, mientras nuestros cuerpos desnudos se pegan uno al otro.

—A mí tampoco— confieso y Alex me muerde el lóbulo de la oreja. Su mano de posa en mi vientre y me empiezo a poner nerviosa. La baja despacio y de pronto escuchamos a Anne gritar.

—¡La cena está lista!

—Mierda— dice Alex y nos reímos a la vez—. Otro día será.

—O unas horas más tardes— digo mordiéndome el dedo y guiñándole el ojo.

—No hagas eso nunca más— dice susurrando.

—¿El que? ¿Esto?— digo introduciéndome un dedo en la boca. Alex gime y se acerca a mí hasta quedar prácticamente pegados.

—Te tengo muchas ganas— dice y me besa de nuevo. No es un beso suave ni un beso con amor, es totalmente un beso salvaje y lleno de lujuría.

—Vamos a vestirnos, no quiero que Anne piense..— digo susurrando.

Nos vestimos y antes de salir a la cocina me peino un poco el pelo. Si no lo hubiera hecho, Anne sabría perfectamente lo que estábamos haciendo. Con un color rosado en las mejillas y en los labios, Alex y yo nos presentamos en la cocina dispuestos a cenar.

—¿Vais a dormir en la misma cama?— pregunta Anne y yo me atraganto con el zumo. Alex se ríe y yo me ruborizo.

—Si.. Creo que si— contesto y Alex asiente. Seguimos cenando y Anne no nos interrumpe más.

—¿En qué lado quieres dormir?— digo preguntándole ya en mi habitación.

—En el derecho, pegado a la pared por si me caigo, así te caes tú.

—Ah, qué buen chico.. Siempre pensando en su niña.

—Claro, ¿has visto que considerado soy?— me acerco a él y le doy un cojinazo. Alex me mira sorprendido y vine corriendo hacia mi.

—¡Déjame! Lo siento.. Nunca más— digo disculpándome sin poder parar de reír.

—¿Me lo prometes?— dice y yo asiento.
Se sienta en la cama y da golpecitos a su lado para que me siente—. Dímelo.

—Te lo prometo.

—Ven, vamos a dormir— él se echa hacia atrás y yo hago lo mismo.
Coloco la cabeza en su pecho y puedo escuchar el latido de su corazón. Poco a poco me voy quedando dormida, mientras su respiración se vuelve más relajada.
Alex me da un beso en la frente y nos quedamos dormidos uno al lado del otro.

—Buenos días— oigo bajito en mi oreja derecha. Yo me giro y no hago caso, quiero seguir durmiendo—. Nos tenemos que ir a casa— dice de nuevo esa voz. Abro los ojos y me encuentro a Alex justo enfrente.

—Buenos días— digo de malhumor.

—¿Qué te pasa?— dice y se sienta a mi lado.

—Quiero dormir más, estoy cansada, necesito descansar.

—Pero.. Quieres ducharte antes de ver a mis padres, ¿no es así?— yo asiento y resoplo.

—Vale, vámonos— digo levantándome de la cama para vestirme.

Bajamos a desayunar con Anne y en media hora llegamos a casa de Alex.

—¿Hola?—grita para comprobar que no hay nadie en casa—. No hay nadie.

Subimos a su habitación y me siento en la cama. Alex se empieza a desnudar.
Me quedo mirándole fijamente y él lo nota. Se empieza a reír y no puedo evitar sonrojarme. Viene hacia mí y me susurra al oído.

—Vamos a ducharnos— un escalofrío me recorre por el cuerpo y asiento. Me quito la ropa y la dejo en su cuarto.
Alex sale de la habitación y le sigo.
En el pasillo se gira y de pronto, me coge del cuello y me besa.
Pone sus manos en mi culo y con un poco de fuerza me sube a su regazo. Sigue dándome besos mientras pone mi espalda pegada a la pared del pasillo.

—¿Por qué me pones así?— susurra mientras besa mi cuello. Yo gimo y él me agarra con más fuerza. Poco a poco me resbalo de la pared hasta caer lentamente del todo al suelo.
Así, quedamos tumbados en el suelo del pasillo con la piel sudorosa y con ganas de más.
Alex se sube encima mía y entrelazo mis piernas en su espalda. Con las uñas, le araño suavemente la espalda y él vuelve a gemir.

—Vamos a tener un buen motivo para tener que ducharnos— dice y yo asiento. Segundos después, entra dentro de mí.

Con la respiración entrecortada y jadeosa, estamos tumbados en el suelo. Alex tiene un brazo tapándole la cara y yo estoy intentando controlar la respiración. El contraste del calor corporal y el frío del suelo es agradable.

—Ya me apetece ducharme.. A parte si llega tu padre y nos ve aquí..— digo poniéndome colorada.

—Vale, vamos— dice y se levanta, dándome la mano para ayudame.

Abre la puerta del baño y me quedo parada con los ojos bien abiertos sin saber qué decir.

Mi nombre es LynnTahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon