Capítulo 15

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Hoy, acaba de empezar un nuevo mes. Diciembre.
Las navidades nunca me han gustado y creo que eso nunca va a cambiar.
Para todos es especial, es mágica, para todos los que tienen familia y son queridos. Yo no tenía ni una cosa ni la otra. Lo único que siempre me ha gustado es el frío, el frío invierno que congela todo tu cuerpo cada vez que sales a la calle. Los abrigos gigantes que abrazan tu cuerpo pero que no consigues entrar en calor. La nieve, la lluvia, las tormentas.. Salir a la calle y que al hablar salga aire frío, que se te congelen los dedos y no puedas moverlos, las botas y los chubasqueros, eso a mi me llena.
Prefiero mil veces un día lluvioso a un día soleado lleno de calor.
Me pongo un abrigo de Anne y bajo corriendo a la cocina para desayunar.
El tiempo se me ha venido encima recordando la tarde de ayer.
A la hora de dormir las sábanas seguían mojadas y olía a él. Era reconfortante tener su olor impregnado en mi cama. Así, pude dormir mejor.
Salgo de casa y me dirijo a la universidad andando. Por el camino veo el coche de Alex pasar por mi lado, pero no se para a hablarme ni a recogerme. Sigo andando y el recuerdo me viene a la mente. Yo pasaba por aquí cuando Raúl y yo nos conocimos por primera vez. Él pasaba con su coche, me pitaba y yo pasaba de él.
Ahora, ni me pita ni es él.
Llego, y voy a mi taquilla a meter los libros que no necesito. Antes de ir a clase voy al baño y me miro en el espejo. Estoy aceptable.
Me siento en primera fila con Alexia de nuevo y el profesor empieza su clase.

A la salida, disimuladamente lo espero. Quiero ver su cara otra vez, ver como ríe y como cierra los ojos al hacerlo. Como aparece su hoyuelo en la cara, que eso a veces no ocurre. Quiero ver como se toca el pelo cuando se pone nervioso o cuando se muerde las uñas. Quiero ver si mira a alguien igual que a mí, con la misma mirada tierna y sincera. Una mirada que lo dice todo con los más mínimos detalles.
Aparece por el pasillo y yo me escondo detrás de la puerta de la taquilla. Va con sus amigos, dos chicas y dos chicos. Seríamos la pandilla perfecta si yo estuviera en su vida, si yo le dejara formar parte de la mia.
Entonces nos ignoramos, mientras nuestras sombras se miran.

Llego a casa y suelto la mochila de golpe en el suelo. Le doy dos besos a Anne, preparo mi almuerzo y me siento en el sofá con las piernas cruzadas.
Miro mi móvil dos o tres veces pero descarto la opción de llamarle, seguramente no querrá saber nada de mí. Miro el plato de comida, una vez y otra vez pero no me decido a comer. Al final, vuelvo a meterlo en la nevera y lo dejo para después.
Subo a mi cuarto y me tumbo en la cama. Aún huele a él.
Tragándome el orgullo, decido llamarle.

—Hola, soy Lynn— digo a través del teléfono.

—Sí, ya sé quién eres— dice Alex con la voz seria. Imagino la cara que tendrá y todo lo que estará pensando.

—En primer lugar perdón— le suelto y cierro los ojos con esperanza.

—¿Y en segundo lugar?—abro los ojos sorprendida y espero unos segundos para contestar.

—Que si quieres verme, o sea, que nos veamos— digo rápido y cruzo los dedos de mi mano.

—Sí, ¿y luego te vas de repente o me echas no? Así va tu juego. Haces conmigo lo que quieres y te marchas. Las cosas no son así Lynn— dice enfadado.

—Prometo no irme esta vez, confía en mí.

—No sé si puedo.. Ya sería la tercera vez que lo hicieras. Lo de ayer me dolió, y mucho.

—Ven y lo arreglamos por favor, o voy yo a buscarte. Pero enserio, quiero verte.

—¿Puedo ir a tu casa?—yo asiento pero inmediatamente me doy cuenta de que no puede verme.

—Sí, Anne se va ahora en un rato.

—Vale, voy para ya— dice y cuelga sin esperar mi respuesta.

Mi nombre es LynnWhere stories live. Discover now