Por fin

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Al colgar el teléfono me fui directo a la habitación de Angelo. Su cama está intacta, algo que casi nunca se ve. Cuando está aquí esa cama siempre está desordenada, al igual que toda la habitación, pero ahora todo está en completo orden. Me senté en la cama y el aroma de mi hijo invadió el ambiente. Tomé el porta retratos que tiene en el buró y acaricié la foto a través del cristal. En esa foto aparecemos él y yo cuando él tenía cinco años. La fotografía la tomó Simon un día de invierno. No podía creer que mi pequeño peanut, tan travieso y cariñoso, ahora este en un internado para jóvenes rebeldes. Tampoco puedo creer que mi pequeño haya sido víctima del hijo de Josh. Lo analizo una y otra vez y no cabe duda de que Josh está detrás de todo esto, de las agresiones a mi hijo, del disparo. ¿Por que me tiene tanto odio? Desde hace años ha intentado arruinarme la vida. Ya es hora de que termine, ya no lo soporto más.
Un sentimiento de añoranza me invadió y me hizo soltar algunas lágrimas. Quiero que mi hijo esté aquí, que Simon este con nosotros y que podamos ser felices. En serio ya no lo soporto. Me propuse a detener este maldito miedo que tengo dentro de mi y ponerle un fin a Josh y a su hijo. Ya es hora.
Dejé la fotografía en su lugar y me fui a la habitación de Melody. Cuando entré ya estaba profundamente dormida. Me senté a su lado y acaricié su cabello. Ella también ha estado cerca del hijo de Josh, el tal Robert. Gracias a Dios que no le ha hecho nada pero ya no quiero que siga estando tan cerca de ellos. Espero que mañana, por fin, el agente Russell pueda encontrarlos, a Robert y a Josh y les de su merecido. Le di un beso en la frente con delicadeza a mi hija y me fui a mi habitación. Por la incertidumbre de mañana y por mis nervios no pude dormir más de dos horas pero no me importó, yo solo quería ir a la escuela y encontrar a ese muchacho que sería nuestro boleto directo al desgraciado que me ha estado haciendo la vida difícil, a mi y a mi familia.

•Narrador normal•

Robert estaba en la pequeña celda de la oficina de policía de la calle cincuenta y tres. Ya la conocía bastante bien, sabía dónde estaba que y quienes operaban ahí.
—Hey Troy... Trooooy—Robert estaba un poco ebrio y su ojo hinchado por la pelea que lo había llevado hasta ahí no le dejaba calcular bien las distancias. Se puso de pie y se golpeó con la reja que lo acorralaba. Troy, el guardia, lo vio fastidiado—. ¿Tienes un poco de agua?
—Ya me se ese truco Robert, no me voy a ir—dijo Troy aburrido—. Mejor ya prepárate para dormir.
—¿No... me darás mi cobijita?—dijo Robert recostándose en la banca de la celda.
—Eres muy gracioso.
En ese momento la puerta se abrió. El jefe de policía de la oficina entró y le dijo algo a Troy. Ambos voltearon a ver a Robert que ya había cerrado los ojos para dejarse atrapar por el sueño que no tardaba en llegar.
—¡Hey!—Troy sacó sus llaves y abrió la puerta de la celda. Robert lo vio confundido—. Tienes suerte muchacho, pagaron tu fianza.
Robert entre emocionado, cansado y confundido se puso de pie y salió de la celda.
En la oficina principal, al otro lado del escritorio, Maire lo estaba esperando con cara de fastidio.
Caminaron en silencio hasta la parada de autobuses. Ambos se sentaron juntos en la parte trasera del autobús casi vacío.
—Eres un idiota—dijo Maire.
—Ya me lo han dicho.
—Ahora me debes lo de la fianza.
—Si si, cuando lo consiga te lo daré con mucho gusto.
El autobús se detuvo en la parada cercana a la casa de Josh.
—Bueno, le dices a tu padre que mañana nos vemos para llevar a cabo el plan.
—Como sea—Robert ya iba más dormido que despierto.
Bajó del autobús y entró a su casa. No le dijo a su padre el recado de Maire pero no importaba, Josh ya estaba más que listo para el "plan b" de la venganza.

•Narra Simon•

Estaba exhausto. Habíamos caminando kilómetros para poder llegar al lugar en el que comenzarían las siguientes excavaciones. Ahora estábamos en nuestro hotel. Mi jefe y los demás estaban durmiendo en sus habitaciones pero yo simplemente no podía conciliar el sueño, al igual que las noches anteriores. Había sido un error venir porque en lo único que pensaba era en Adele y mis hijos. Tuve que salir al balcón de mi habitación para tomar aire fresco. Vi la hora en mi celular y me percaté de que era bastante tarde pero aún así llamé a Adele. Estaba casi seguro de que no contestaría cuando vi que decía conectando llamada y acto seguido escuché su voz. Siempre que la escuchaba algo en mi interior se movía, mi corazón empezaba a latir más rápido y me sentía tranquilo, solo un poco.
—Hola—dijo con voz cansada.
—Adele, creí que estarías durmiendo.
—No puedo. Estoy un poco ansiosa y me duele la cabeza.
—¿Te tomaste las pastillas? ¿Tu cicatriz está...?
—Si, no es nada de eso, esque... el agente Russell me llamó y me dio una noticia que no se cómo interpretar.
—¿Qué te dijo?
—Que Josh tiene un hijo y ese muchacho va en la misma escuela que nuestros hijos. Simon... es el chico que se peleaba con Angelo.
—Estas bromeando—dije asombrado.
—No Simon es en serio. Dice que mañana irá a interrogarlo y tal vez él nos diga dónde está Josh. Eso me alegra pero me preocupa que siempre estuvo tan cerca de nosotros.
—Pero si logran sacarle la sopa atraparan a Josh y por fin serás libre Adele, por fin tendrá su merecido.
—Si... oh Dios, Simon en serio le ruego al cielo porque por fin se termine esto.
—Yo también Adele. Pero verás que si. Tú ten fe y piensa positivo.
—Eso intento.
—Adele....—dije después de unos minutos en los que ambos nos quedamos callados.
—¿Mmh?—se escuchaba cansada y adormilada.
—Ve a dormir. Es muy tarde allá supongo, y aquí también. Verás que todo estará bien pronto. Te amo.
—Yo también te amo Simon... buenas noches.
—Buenas noches... descansa.
Me mandó un beso y colgó. Tenía tantas ganas de abrazarla y besarla, protegerla de todos los peligros. No debí venir...

Then and now... And always Where stories live. Discover now