Desde cero

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—Simon, es en serio—dije viendo por la ventanilla como pasaban todos los edificios a una gran velocidad—. No podemos hacer esto.
—Claro que podemos.
—¿Y Melody y Angelo?
—Les dejé una nota diciéndoles a dónde iríamos.
—Podrías bajar la velocidad por el amor de dios—dije tomando mi cabeza. Me acababan de quitar las puntadas y el dolor estaba empezando a ser insoportable.
—Okay—quitó el pie del acelerador un poco—. Lo siento. Quería evitar que te bajaras o algo.
—Simon, me duele mucho la cabeza y muero de sueño. Nuestros hijos están en la casa y... ¿Y tu trabajo? ¿Acaso vas a desperdiciar esta tarde?
—Eso es lo que quiero que veas Adele. Me he dado cuenta de mi error y quiero que vayamos a la cabaña y que podamos reflexionar todo.
—Yo podría reflexionar si me llevas a casa y me dejas dormir—dije cerrando los ojos y sobando mis sienes.
—Tenemos un largo camino por delante. Puedes dormir. Ponte cómoda. Traje agua y tus pastillas, ¿quieres una para el dolor?—se detuvo en una luz roja y volteó hacia el asiento trasero—. ¿Te toca tomar alguna?
—Sabes...—recosté mi asiento ya que, sabiendo cómo es de terco, no se iba a regresar—. Tú sabrías cual me toca si hubieras estado conmigo cuando salí del hospital.
—Lo lamento mucho Adele. Por favor, te pido que me perdones.
Me volteé para ver por la ventanilla. Ya no le dije nada porque en serio me iba a explotar la cabeza. Tomé la mochila y saqué las pastillas. Me dio la botella de agua y me tomé dos pastillas para el dolor. Me recosté y cerré los ojos.
El movimiento del auto, mi sueño y cansancio y las pastillas me fulminaron. En pocos minutos ya no supe nada.

•Narra Angelo•

Estaba escuchando música cuando alguien me quitó los audífonos. Melody estaba detrás de mí.
—¿Qué escuchas?
—Escuchaba—dije molesto poniéndome los audífonos en el cuello—. Música. ¿Por qué?—la vi con detenimiento. Estaba extremadamente sonriente y sudada—. ¿Fuiste a la academia?
Asintió sonriendo.
—Ya me hacía falta regresar a bailar—se sentó en el sofá frente a mí.
—Bien por ti—me puse los audífonos de nuevo—. ¡Dúchate! Llenaras el sofá con tu apestoso sudor—le grité fingiendo que estaba escuchando algo.
—Cierra la boca.
—¿Qué?—grité.
Se puso de pie, me quitó un auricular y me gritó.
—¡Que cierres la boca!
—Ven aquí—la tomé de la cintura y la empujé al sofá.
—Jajajaja déjame.
—Andas muy sonriente—dije golpeándola con el cojín—. ¿Qué traes?
—Nada—tomó el cojín y me devolvió el golpe—. No tengo nada. ¿Y mis papás?
—Papá llegó hace un rato—vi el reloj—. De hecho no se hace cuanto. Me preguntó por las medicinas de mamá y luego se fue a hacer no sé qué tantas cosas. Y mi mamá... Ni idea. No ha llegado, creo.
—Okay... Voy a darme una ducha.
—Yo—cerré la laptop y la dejé a un lado—. Saldré con mis amigos.
—¿Nathan y Ed?
—No, los nuevos. A ellos ya no les hablo. Par de idiotas.
—Siempre lo dije y nunca me hiciste caso—dijo subiendo las escaleras.
—Si si, como sea.
—¿No le pedirás permiso a...?
—A mamá. Ya se ya se. En cuanto llegue le pido permiso. No tienes que recordármelo siempre Melody.
—Bueno, solo decía—fue lo último que dijo antes de encerrarse en su cuarto.

Me fui a mi habitación a cambiarme. Cuando ya estaba listo les mandé un mensaje a mis amigos de que los vería en el pub. Salí y me dirigí a la habitación de mis padres pero no había nadie. Fui al estudio temiendo que mi padre estuviera encerrado ahí pero tampoco estaba. Los busqué por toda la casa pero no había señales de ellos.
—¡Melody!—grité desde las escaleras.
—¿Qué?—salió ya en pijama y con el cabello recogido en un moño.
—¿Viste a papá?
—No había salido de mi habitación. ¿No está?
—Si Melody—dije sarcástico—. Solo te preguntaba así, nada más por preguntar si lo habías visto.
—Uy perdón—dijo bajando las escaleras—. ¿No estará en su estudio?
—No, no están en ningún lado.
—Llamaré a mamá a su celular.
Melody subió a su habitación y regresó con el teléfono en mano. Puso el altavoz y esperamos.
A lo lejos pudimos escuchar el tono de llamada del celular de mi madre. Seguimos el sonido. El celular estaba en su bolso en el recibidor.
—¿Qué rayos...?—dije viendo su bolso.
—Estuvo aquí. ¿Pero a qué hora llegó? ¿Y por qué se fue sin sus cosas y sin decirnos?
Empecé a buscar en su bolso su celular. Me topé con su cartera y Melody me dio un golpe.
—¡Deja ahí!
—Ya ya, perdón.
—Es en serio Angelo.
—Bueno, piénsalo así. Tal vez quiso salir a tomar aire o algo y mi padre la acompañó.
—Si, como están tan contentos entre ellos para hacer eso—dijo sarcástica.
Me dirigí a la mesa del recibidor por mis llaves cuando vi una nota.
—Melody...
—¿Qué?
Le mostré la nota. Se acercó y ambos la leímos.

Then and now... And always Donde viven las historias. Descúbrelo ahora