Amor

1.1K 67 17
                                    

Louisa se separó de Angelo cuando Liam volvió a subir a la camioneta. Ruborizada bajó la mirada y siguió abriendo todo lo que había comprado para curar a Angelo. Él la veía con una sonrisa. Le encantaba como besaba y le dejaba sentir su verdadera esencia y como se convertía después en la chica tímida que siempre había visto al lado de Melody. Louisa levantó la mirada con la pomada lista para aplicarla en las heridas. Vio la sonrisa de Angelo y sonrió aún sonrojada.
—Ponte el hielo—le dijo sonriendo y poniendo el hielo sobre su ojo—. Sostenlo ahí.
Comenzó a aplicar el ungüento por la herida de la frente. Angelo seguía viéndola con la sonrisa y unas ganas enormes de volver a besarla.
—Deja de verme así—dijo ella sonriendo con la atención puesta en las heridas.
—Solo tengo un ojo sano, deja que haga lo que quiera.
Louisa rió un poco y después con delicadeza cerró el ojo sano de Angelo.
—Que mala eres con un herido.
—Cierra la boca—dijo divertida.
—¿Esta seguro que no quiere que lo llevemos al hospital para que lo revisen?—dijo Liam nervioso.
—De seguro harán lo mismo que mi enfermera aquí presente.
Louisa le dio un golpe en el hombro.
Siguió curándolo y hasta que se dio por terminada arrancaron la camioneta de nuevo.
—Gracias—dijo Angelo sosteniendo aún la bolsa de hielo.
Louisa solo asintió, aún apenada por ser la causante de todos esos golpes.
Liam condujo hasta la casa de Laura para dejar a Louisa. Ella se despidió con la mano desde la escalera y esperó a que la camioneta arrancara para subir hacia su departamento.
No podía dejar de pensar en los besos de Angelo. Con una media sonrisa en el rostro subió los tres pisos hasta llegar a su apartamento. Buscó sus llaves y en cuanto las introdujo en la cerradura la puerta se abrió y Laura furiosa apareció frente a ella.
—¿Qué horas son estas de llegar?—dijo haciéndola pasar.
Louisa nunca había hecho nada malo, nunca había mentido ni se había ido a algún bar a salvar al chico que le gustaba. Pensó a toda velocidad.
—Estaba con Lily y se nos fue el tiempo volando mamá—dijo intentando con todas sus fuerzas no parecer nerviosa.
—¿Bebiste?—dijo Laura viéndola con detenimiento.
—¡No! Yo no bebo mamá. Solo platicamos y ya.
—Pero ¿por qué no respondiste mis llamadas? ¿Por qué no contestaste mis mensajes? Estuve a punto de llamar a la policía para que te buscaran. Llamé a Lily y me dijo que estaba en su casa desde hace una hora. ¿Y tú? ¿Dónde estabas?
Louisa volteó a ver el reloj. Era la una de la mañana y se mordió el labio inferior.
—Me encontré a unas amigas de la escuela y me quedé con ellas. Perdón mamá—dijo apenada.
—Nada de perdón. Casi me da un infarto.
Su padre apareció en el recibidor.
—Louisa, por fin. Déjame llamar a tus abuelos para decirles que ya apareciste.
—¿Hasta a los abuelos llamaron?
—No aparecías a estas horas ¿qué esperabas que hiciéramos?
—Ya no soy una bebé mamá—dijo Louisa enfadada—. Puedo salir sin que me pase nada. Tengo diecisiete...
—A mí no me importa la edad que tengas. Soy tu madre y me obedeces y respondes mis llamadas o...—Laura se quedó desconcertada. Nunca había regañado a Louisa porque nunca había hecho nada así que tuvo que pensar en un castigo—. Tendrás un castigo. Nada de salir por una semana. Ni con tus amigas, ni con Lily. De la escuela directo a casa y ya.
—Es lo que hago siempre. Solo he salido varias veces la última semana.
—Ni con Melody dos fines de semana. Nos acompañaras con los abuelos estos siguientes fines de semana.
—¡Pero mamá!—dijo Louisa con ganas de llorar.
—No me dejas otra opción. Y tu padre me apoya, ¿verdad Daniel?
—Si Louisa—dijo Daniel tapando el auricular del teléfono—. Ha sido muy irresponsable de tu parte. Y tus abuelos están contentísimos por verte.
Louisa furiosa se fue directo a su cuarto y cerró la puerta de un golpe. Se tiró en la cama y lloró hasta que se cansó. Cuando se calmó se puso a pensar en Angelo, en su sonrisa y su buen humor regresó un poco. Pero se dijo a sí misma que no podía volver a hacer lo que había hecho, tenía que alejarse de Angelo para poder asimilar la situación y hacer que a su madre se le bajara el enojo.

•Narra Adele•

Se separó un poco, solo un poco de mí para verme a los ojos. Dejé escapar las lágrimas que me impedían verlo con claridad y tomé su rostro.
—Te extrañé Simon—le dije en un susurro. Temiendo que el simple hecho de levantar la voz me despertara de este hermoso sueño, arruinara este hermoso momento—. Extrañé tenerte tan cerca de mí y tus besos, tu amor.
—Estoy tan arrepentido de haber actuado como un imbécil y de haberte ignorado—también soltó unas lágrimas—. A ti y a los niños.
Volví a darle un beso, corto pero solo quería sentir sus labios sobre los míos de nuevo. Nuestras respiraciones estaban mezcladas de lo juntos que estábamos. Pude ver su aliento del frío que estaba haciendo. Me recosté sobre su pecho y volteé a ver la chimenea intentando que el calor del fuego se impregnará en mi cuerpo. Entonces una punzada de dolor en la cabeza me hizo soltar un pequeño grito ahogado. Simon se separó de mi asustado. Apreté los ojos con fuerza y toqué mi cicatriz.
—¿Estás bien?—dijo poniendo su mano sobre la mía.
—Me dolió un poco...—dije sintiendo como se disipaba el dolor.
—¿Necesitas alguna pastilla?
Asentí apretando los labios por el dolor.
—La caja azul, una.
Simon se levantó rápidamente y fue hasta la mochila. Sacó las pastillas y se sentó de nuevo al lado de mi. Me dio la pastilla y la botella de agua. La tomé esperando a que pasara por mi garganta. Le di la botella y después de dejarla a un lado volvió a abrazarme.
—Lamento haberme convertido en otra persona...—dijo Simon—. Pero sabes que me gustan las cosas inalcanzables. Me parecía inalcanzable ser el jefe y me cegué para poder conseguirlo. Lo lamento. Es una de las peores decisiones que he tomado.
Ya no dije nada, solo me recosté en su hombro.
Sentí su mano en mi barbilla y volteé a verlo. Me besó y yo cerré los ojos para que el dolor desapareciera, para solo pensar en el hermoso beso que me estaba dando. Ese besó empezó a despertar tantas emociones que habían permanecido dormidas todos estos años. El aire me faltó y tuve que romper el beso.
Vi los labios de Simon, ambos con las respiraciones agitadas. Tomé su rostro y lo vi a los ojos. Tomó mi mano y la besó, después me besó de nuevo en los labios y sentí como mi corazón empezaba a latir bastante fuerte. Acelerado de emoción, excitación. Quería a Simon, quería sentirlo de nuevo tan cerca como no lo sentía hace años y me alegró ver que él quería lo mismo.
Sin dejar de besarme puso sus manos en mi abdomen debajo de mi abrigo y mi blusa y sentí un escalofrío en toda mi espalda. Mi cuerpo empezó a temblar pero no de frío.
Simon empezó a levantar mi blusa. Sin dejar de besarlo y sin abrir los ojos me quité el abrigo y levanté los brazos para que quitara mi blusa. Nos separamos y me despojó de la prenda. Abrí los ojos y lo vi, viéndome fijamente con la boca entreabierta y la respiración entrecortada. Me mordí el labio inferior y lo tomé del rostro para acercarlo a mí y besarlo de nuevo.
Poco a poco las prendas fueron desapareciendo, dejándonos al descubierto. Con gentileza empezó a recostarme en el sofá. Se puso sobre mi sobre mí y empezó a acariciar mis piernas, de ahí subió a mi cintura y después mi espalda haciéndome suspirar y volverme loca. Estaba tan excitada que no me di cuenta de cuando quitó mi sostén y empezó a acariciar mi pecho. Puse mis manos alrededor de su cuello y lo atraje a mí para besarlo mientras seguía acariciándome. ¡Dios! Había olvidado lo bien que se sentía tenerlo tan cerca, tener sus manos sobre mi cuerpo, su aliento mezclado con el mío.
Bajó y me quitó las bragas. Sentí su mano en mi entrepierna y gemí al sentir sus labios en mi abdomen y bajando hasta lugares que solo él conoce bien. Lo detuve, me volteó a ver confundido y agitado. Me senté y lo besé con pasión mientras quitaba su ropa interior.
Cuando por fin estábamos completamente desnudos se recostó sobre mí haciendo espacio entre mis piernas. Entró lentamente en mi haciéndome soltar un gemido y sentir un dolor extrañamente placentero. Nos quedamos quietos un minuto, viéndonos, besándonos, sintiéndonos. Después Simon comenzó a moverse dentro de mí y yo no pude hacer otra cosa que gemir, soltar suspiros, susurrar su nombre y abrazarlo para acercarlo a mí lo más que pudiera. Escuché sus suspiros en mi oído y hundí mi cara en su hombro cuando empezó a aumentar su ritmo. Abracé su cintura con mis piernas para sentirlo aún más.
Me sentía en las nubes, no estaba en este mundo, estaba en un universo desconocido, solo Simon y yo. Simon besó mi cuello, mi oído, mi mejilla, mis labios. Luego se levantó y me sentó sobre sus piernas. Lo tomé del rostro.
—Simon...—susurré entre suspiros mientras lo sentía entrando y saliendo de mi—. Te amo... Te amo... ¡Ah!—me arqueé al sentirlo aún más dentro. Besó mi pecho y me abrazó con fuerza.
—No sabes... Lo mucho...—comenzó entre besos—. Que extrañé esto.
Su ritmo empezó a aumentar a tal grado que no pude hacer mucho, solo me dejé caer sobre su hombro y gemí hasta que llegué, solo pocos segundos antes que él.
Agitados, sudados, cansados, nos quedamos abrazados y esperando a que nuestras respiraciones se calmaran. Salió de mí y me recostó para recostarse a mi lado. Me abrazó y besó mi cuello y mi espalda. El fuego frente a nosotros ya no era nada comparado a nuestros cuerpos. Me quedé viendo las llamas con una sonrisa y los párpados pesados.
—Te amo—me susurró y sonreí aún más.
Tomé su mano. La besé y la puse cerca de mi corazón.
—¿Sientes eso Simon?—dije volteándolo a ver—. Eso es lo que me haces cuando eres tú. Mi corazón se vuelve loco. Por favor, por favor no vuelvas a irte de mi lado.
—No lo haré—me volteó para que quedara de frente a él. Besó mi cabello y recargó su cabeza en la mía—. No lo haré porque tú causas lo mismo en mi. Te amo Adele, te amo demasiado.
Me quedé acariciando su pecho, el sueño amenazaba con vencerme. Entonces recordé las indicaciones del doctor.
—Tengo que quitarme la venda—susurré. Simon me tenía abrazada así que no podía mover mis brazos.
Con cuidado Simon movió mi cabello y quitó la venda despacio. Me besó y volvió a abrazarme.
—Tenía tanto miedo. Cuando vi la pistola apuntándome, cuando desperté y no había nada en mi mente, cuando estaba en el hospital encerrada en mi propio cuerpo sin poder moverme. Tenía miedo de no poder hacerlo. Aún más miedo que después del accidente. Tenía miedo de no recuperarte y de no poder seguir con mi vida, con nuestros hijos.
—En serio lamento tanto haberme ido. Yo también tenía miedo. De perderte, de que no nos recordaras. Tenía miedo de vivir sin ti. Encontraremos al culpable Adele, y habrá justicia.
—Ya ni siquiera me importa—dije cerrando mis ojos y acercándome más a él—. Ya te encontré a ti de nuevo, te tengo de vuelta y es lo único que me interesa.
Poco después de eso me quedé dormida.

Then and now... And always Where stories live. Discover now