Aquí estoy

722 76 15
                                    

•Narra Adele•

—Yo no... No se...—dije intentando respirar hondo.
Le pedí al doctor de favor que me quitara la mascarilla que no me dejaba ni hablar, de por sí ya me costaba trabajo y sumándole la mascarilla me era casi imposible. Cambiaron la mascarilla por un pequeño tubo que le daba vuelta a mi cabeza. Me sentí mucho más libre y el oxígeno pasó mejor por mis fosas nasales. En el pequeño lapso entre el cambio de mascarilla a tubo sentí como mis pulmones se hacían pequeños, necesitaba el oxígeno más de lo que creí.
—Bueno Adele, creo que por hoy hemos terminado. Necesitas descansar.
No sé cuánto llevábamos hablando pero me pareció una eternidad y mi mente ya no daba para más. El sueño me estaba matando.
—¿Gustas que te recueste un poco?
Asentí.
—Pero no mucho. Me duele un poco el cuello y la cabeza.
—Bien—apretó los botones y me recostó justo como le pedí—. En seguida vendrá una enfermera para darte tu medicina y creo que tu cena. ¿Has comido?
No lo recuerdo. Pero en vez de responder eso le dije que no.
—Con alimento ayudará a que tomes fuerzas. Buenas noches Adele—sonrió y salió dejándome en la habitación vacía acompañada por los sonidos de los monitores.
Cerré mis ojos intentando recordar algo pero el doctor tenía razón, es demasiado por hoy.
Minutos después entró la enfermera, puso un líquido nuevo en el suero, revisó mi presión que está por los suelos, mis latidos débiles y me ofreció comida (papilla o algo extraño) y le dije que no gracias. Pocos minutos después me quedé dormida.

•Narra Angelo•

Abracé a Melody porque no podía dejar de llorar. Mierda, si sigue llorando me va a contagiar su llanto y no quiero que me vea llorar, no lo quiero.
De repente la puerta de la sala diez se abrió y salió un hombre alto pero encorvado, viendo su reloj y acomodando su bata. Al vernos dio un brinco.
—¿Cómo está mi mamá?—dije sin rodeos. Melody que estaba agachada con la cara hundida en mi pecho se levantó y volteó a verlo.
—¿Ustedes son hijos de Adele?
No idiota, solo te pregunté cómo está mi madre por si conocías a mi mamá.
—Si—reprimí mi pensamiento—. ¿Podemos pasar a verla?
—Me temo que no. Esta muy débil después de esta sesión y tiene que dormir. Mañana veremos cómo amanece. Vayan a descansar chicos.
Melody soltó un sollozo y el doctor se fue, despidiéndose con un ademán.
Me importa un comino lo que diga el doctor. Me levanté y estaba a punto de entrar.
—Angelo...—Melody se levantó—. ¿Qué haces?
—Ver qué tan tibia está la perilla de la puerta Melody—dije sarcástico—. Voy a entrar, ¿qué más?
—El doctor dijo que no e...
—No me importa. Yo quiero que nos recuerde.
Apenas abrí un poco la puerta...
—Niños—una enfermera regordeta nos sacó un buen susto—. No pueden pasar. Vayan a la sala de espera.
Me hizo a un lado con ninguna delicadeza y entró cerrando la puerta tras de ella.
—Jodase.
—Angelo—me reprendió Melody.
—Vamos... No tenemos nada que hacer aquí.
La tomé por los hombros y la llevé hasta la sala de espera.

Melody se fue directo a los brazos de Laura, quien de inmediato preguntó qué había pasado. Mi padre volteó a verme como preguntándome lo mismo. Con la cabeza le indiqué que me siguiera. Salimos al pasillo.
—Te cuento si me dejas fumar un cigarrillo.
—Déjate de juegos Angelo. ¿Qué le pasó a tu madre?
—Estaba con el tal doctor ese y Melody y yo nos quedamos a escuchar. Mi madre no recuerda nada.
—¿Qué?
—No recordaba ni su nombre. Después empezó a recordar cosas y todo lo que recordaba era el accidente con Alex y el bebé muertos.
—¿Pero nada de nosotros?
Negué.
—Ni del disparo.
Volví a negar.
Vi su tristeza y preocupación. No supe qué hacer, si hubiera sido Melody lo hubiera abrazado pero soy yo, yo no abrazo. Le di una palmada, tal vez un poco fuerte en el brazo.
—Yo digo que si entramos la ayudará, pero el doctor no lo permitió porque ya había acabado la "sesión".
—Puede que tengas razón. Tal vez si entramos mañana—su mirada estaba fija en el suelo. Siento su tristeza en cada palabra.
—Si, debemos entrar.
No dijimos nada más. Me abrazó nervioso y yo no le respondí el abrazo pero le agradecí por hacerlo. Después de eso me dio su encendedor. Estoy seguro de que si él fumara también saldría conmigo.

Then and now... And always Where stories live. Discover now