Cartas

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No dormí en toda la noche imaginando ¿cómo sería el funeral de una súper estrella? ¿Habría fans? ¿Cámaras por doquier?
Intentaba sacarme la idea de mi cabeza pero no pude, simplemente no pude así que me di por vencida.
El disco que puse en mi computadora llevaba más de tres veces que se repetía así que lo quité y puse otro. El primer disco de mi madre.
Todas esas veces que me cantó esa hermosa canción Remedy... Y cuando le agregaba la frase con mi nombre... Simplemente me partió el corazón. Entonces con esa canción reproduciéndose una y otra vez por fin logré cerrar los ojos y abandonarme en un profundo sueño.

•Narra Simon•

Vi a Melody dormida, con lágrimas recorriéndole las mejillas y el ceño fruncido. Me recuerda tanto a Adele cuando apenas la conocía, que no podía dormir pensando en el accidente.
Acaricié su mejilla y me senté a su lado. Heredó de mi el sueño ligero así que se despertó de inmediato con un pequeño salto.
—Shh... Tranquila—dije acariciando su cabello—. Tranquila pequeña.
Confundida me vio, volteó a todos lados y luego se tocó el cuello.
—¿Qué... Que hora es? ¿Dónde estamos?—dijo adormilada.
—Son las dos de la mañana, estamos en el hospital. Te quedaste dormida hace un rato, supongo que por los calmantes.
—Pero... Yo... ¿Y mi madre?
—Están atendiéndola en urgencias.
—Oh...—dicho eso soltó un sollozo y me abrazó—. Tuve el peor sueño de todos—dijo contra mi pecho—. Fue horrible.
—Ya tranquila. Fue una pesadilla solamente—le di un beso en la frente—. Ven aquí.
La acomodé de tal manera que su cabeza quedara recostada en mi pierna. Empecé a acariciar su cabello y su espalda.
—Pero no quiero volver a soñar—dijo asustada.
—Intenta... Vaciar tu mente, o pensar en algo hermoso que te haga sentir muy feliz. Sino duermes un poco esas ojeras tuyas van a crecer hasta que tus hermosos ojos se pierdan en ellas.
Melody volvió a recostarse en mi pierna y la cubrí más con la frazada.

*Recuerdo*
—Creo que mejor voy a arreglar la habitación...
—Son las...—saqué mi celular y vi la hora—, tres  y media de la madrugada. Mañana podrás arreglar Adele. Sabes que yo no te haré nada.
—Lo se—dijo Adele rápidamente.
Volví a golpear el sofá y Adele cedió. Se sentó a mi lado.
—Recuéstate en mi pierna.
—Yo no... Mejor sigue durmiendo, no creo conciliar el sueño hoy y no quiero incomodarte.
—Tienes que intentarlo o esas ojeras serán más profundas que el océano—dije viéndola a los ojos—. Creo que es tiempo de empezar a dormir Adele, desde el día de la cabaña me di cuenta de que no duermes nada. Intenta, y digo intenta porque se que es difícil, vaciar tu mente por completo, no pienses en absolutamente nada. O si quieres piensa en algo que te haga feliz, recuéstate en mi pierna y estira tus piernas.
Así lo hizo. Adele puso la cabeza en mi pierna y sus pies tocaban el descansabrazos del sofá.
—Cierra los ojos y haz cualquiera de las dos cosas que te dije—dije cubriéndola con la sábana.
—Oye pero esta sábana era para ti...—dijo Adele levantándose y se lo impedí con delicadeza.
—Relájate, ya cerraste la ventana jaja no hace tanto frío ahora.
Adele volvió a recostarse. Yo acariciaba su espalda y no decía absolutamente nada.
*Fin del recuerdo*

Gracias a dios que funcionó pues Melody se había vuelto a dormir y no pudo ver las lágrimas que estaba yo derramando. Las limpié rápidamente cuando Angelo entró. Nos vio a ambos y después se sentó.
—¿No quieres dormir un poco?—le pregunté.
Negó con la vista fija en el piso.
—¿Seguro? Deberías...
—No quiero papá, no tengo sueño—dijo cortante.
Me quedé callado.
—Quiero... Saber cuando salga el doctor—dijo Angelo después de un rato.
—Te despertaré.
—De todos modos no tengo sueño—se cruzó de brazos viendo el piso.
—¿Sabes cómo puede darte sueño?—volteó a verme sin responder así que proseguí—. Puedes...
—No me voy a acostar en tu pierna para que me acaricies el pelo.
—No iba a decir eso—dije divertido de repente. Volteé a ver a Melody que ya no tenía el ceño fruncido, estaba durmiendo plácidamente—. Te iba a sugerir, contar las lozas del piso.
Angelo me vio con cara de incredulidad y después volteó al suelo.
—Créeme. Funciona—dije acomodándome sin mover a Melody.
Angelo no dijo nada más pero pude ver cómo fijaba la vista en el piso. Minutos después se quedó dormido.
Ahí estaban, mis dos hijos. Mi pequeña con la que hablo muy poco porque siempre que quiere decir algo, que tiene algún problema y que necesita ayuda va con su madre. Y mi hijo, que me odia y lo único que he podido hacer es empeorar su odio. Soy un excelente padre.

Then and now... And always Where stories live. Discover now