Adiós

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•Narra Angelo•

Es estupido como todo se puede arruinar en un solo jodido segundo. Como puedes echar a perder las cosas en tan poco tiempo y de la manera más estupida. Ver a Louisa entre los brazos del tipo ese, el tal español por el que todas mueren me hizo sentir una rabia enorme. Esa rabia se acumuló con mi rabia contra mis padres y contra todos, contra mí mismo. Solo quiero fumar o beber o lo que sea, algo que me relaje. Pero claro que no fue así. Mi padre me llevó de nuevo a casa cuando terminó de hablar con el director del colegio. Oficialmente ya no soy alumno de esta escuela, por lo menos este semestre. No me despedí absolutamente de nadie, ¿para qué? De todos modos voy a volver después y no soy muy sentimental o cariñoso que digamos. Mi padre me obligó a hacer la maleta. Solo la saqué del armario pero no le puse nada adentro. Mi padre se fue y me dejó en custodia de mi madre y de los guardaespaldas. Vi a mi madre hablando por teléfono con el agente Russell. Me importó poco, después me fui al jardín para subir a mi refugio de pequeño... La bendita casa del árbol.

No sé cuánto estuve ahí pero me acabé una cajetilla y casi me quedaba dormido pensando en todo lo que había pasado hasta que mi madre me hizo bajar.
—Angelo...—tocó mi hombro pero me zafé y me fui directo a mi habitación.
—¡Angelo!—gritó desde el otro lado de la puerta—. Ven a comer ahora.
—No mamá, no quiero. Vayan disfrutando de mi ausencia.
—Angelo por favor—dijo triste.
Ya no dije nada. Esperé a que se fuera para aventar las almohadas hacia la puerta con furia. Tenía que desahogarme de algún modo.

Desperté horas después. Las cortinas de mi habitación estaban abiertas y me dejaron ver que ya era de noche. Me senté en la cama sin saber qué hacer. Vi la maleta vacía en el piso y por mi mente pasaron miles de ideas de escape pero ninguna iba a ser exitosa así que me puse de pie, puse la maleta sobre mi cama y abrí mi armario. Alguien abrió la puerta y me sacó un susto horrible.
—Tranquilo—dijo Melody—. Ya te estás volviendo loco y todavía no te vas.
—Melody no estoy de humor para bromas ni nada. De hecho no estoy de humor ni para ver a alguien más en mi habitación. Así que—estiré la mano apuntando hacia la puerta.
—No me voy a ir tonto. Has lo que quieras pero no me voy—dijo cruzándose de brazos.
—Bueno si me crees tan tonto y me odias tanto ¿por qué te quedas? ¿Por qué mejor no te vas?
—Porque eres mi hermano Angelo. Comprende que a pesar de todos los insultos que te digo o me dices, de lo idiota que eres conmigo, te quiero—vi como temblaba su labio—. Y a pesar de todas las estupideces que hagas te quiero y mucho. Y...—la interrumpió un sollozo—. Te voy a extrañar mucho. Me voy a quedar sin alguien con quien pelear... Quiero aprovechar el tiempo que queda antes de que te vayas así que no me voy de aquí.
Me dejó sin palabras. Se acercó a mi armario y sacó mi chaqueta de cuero negra. Volteó a verme con los ojos acuosos y la aventó a la maleta.
—¿Te vas a quedar ahí parado toda la noche o que?
En mi mente le sonreía, la abrazaba y le decía que también la quería, pero solo me acerqué al armario y saqué más ropa.
Yo sacaba la ropa y Melody la metía a la maleta.
—Ten...
Melody volteó y tomó la prenda. Cuando se dio cuenta de que era mi ropa interior soltó un grito y la dejó caer.
—¡Angelo! ¡Que asco! Dios mío, pero no aprendo—dijo limpiándose las manos en los pantalones.
No pude evitar reír. Tomé mi ropa interior y se la aventé. Volvió a soltar otro grito y me la aventó de vuelta.
—Olvídalo, no te voy a extrañar por cosas como esta.
—Relájate exagerada jajajaja, esta limpio... Creo.
—¡Angelo!
Me acerqué a ella y la empujé.
—Chillona.
—Tarado.
Seguí riéndome y ella reprimió una risa.
Seguimos hasta que llenamos la maleta. Entre los dos la cerramos y nos sentamos en la cama a cada lado de la maleta.
—Necesitarás otra para zapatos—dijo Melody agachándose para tomar mis tenis. Se detuvo y volteó a verme.
—¿Qué?—le pregunté.
—¿Te la llevarás?
Vi lo que señalaba. Saqué la caja y la puse sobre mis piernas. Las letras "PEANUT" en la parte frontal me hicieron sentir algo muy extraño.
—No no me la voy a llevar.
—Son bonitos recuerdos.
—No me voy a ir para siempre aunque quieras Melody. Y si eso planean mis papás no lo permitiré.
—Mis papás solo quieren que estés bien—dijo Melody.
—Como sea—dije indiferente. Abrí la caja y vi un montón de juguetes. El que más me llamó la atención fue el elefante de peluche. Melody se asomó para poder ver el interior de la caja.

Then and now... And always Where stories live. Discover now