Introducción a la investigación

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¡IMAGÍNENSE! Iba a tener todo un imperio a mi disposición, y no es que no me lo mereciera, aunque no sea una romántica me esfuerzo en lo que hago.

Como en este momento...

Escondida detrás del ornamento de un restaurante carísimo, con una falda de camarera que me saca todos mis rollos, creo que también estaba sacándome carne, y para colmo cortaba mi respiración, me di cuenta que mi vida es un fracaso.

¡Fracaso!

Quiero decir, no aspiro a hacer esto toda mi vida, ni siquiera por toda una compañía.

Debo encontrarme un nuevo trabajo. Algo que me guste hacer...

Una vez oído los aplausos que confirmaban el fin de este trabajo, los chillidos emocionados de la mujer y el dedo arriba del hombre, era mi señal para poder salir de ahí. Suspirando de alivio cuando me quite el asqueroso moño que me jalaba hasta dejarme los ojos chinos y más que aliviada de poder sacarme estos tacos que pienso que en algún momento me dejarían en el suelo o romperían un tobillo... y hablando de ello.

¿Era algo raro sentir la alfombra a través de la falda?

-Perdona

Una voz masculina, muy masculina, llamó mi atención y de no ser por el hecho que este sujeto puso, literalmente mis bragas en el piso podría haber tenido alguna clase de conversación con él.

-Idiota -gruñí y rechace su mano.

Parándome, de paso apoyando mi trasero en la pared para que no viera mis nada elegantes bragas camine con todo el orgullo que pude como cangrejo, pegando mi bonito trasero al muro y estremeciéndome con el frió. Girándome rápidamente a la cocina, sentí un empujón en mis pechos, un jalón en la blusa y un líquido derramándose por mí torso.

-Hijo de la gran... -viel blanco tiñéndose de morado por el vino, junto con parte de mi sostén, puesto a que ese jalón, y con mi buena suerte, término con mis primeros 3 botones.

Cochina blusa barata

-Disculpe -hubiera respondido, de no ser por las risas del sujeto detrás de mí.

Me di cuenta muy tarde que estaba de frente al hombre que mancho mi blusa, y por ende mis nalguitas rosadas saludaron al extraño detrás de mí, quien me dio una sonrisa ladeada, muy coqueta, me hizo querer, algo muy extraño en mí, botarle los dientes.

Jure, pegándome de nuevo contra la pared, pasando de largo a los dos hombres ya sin importarme lo que vean, y puesto a que tenía el presentimiento que si seguía en este lugar iba a terminar desnuda con estos ejemplares masculinos. Y en este momento.

¡NO GRACIAS!

Atravieso con todo el orgullo que puedo la cocina, ignorando muy duramente las miradas indignadas de las féminas y las pervertidas de los hombres. Estoy que hecho fuego, literalmente.

Esto jodidamente se acabó.

―Amiga, encontré tus botones ―me grita la voz muy masculina.

Le saco el dedo medio.

Ya me hartaron.

***

Llegué a la oficina con jeans y un polo blanco que traslucía el morado de mi antes blanco bracier, con mi ojo temblando por mi rabia y enojo, además cabe recalcar que llegue con un olor a vino mortal.

-Te dije que dejaras la bebida -fue el saludo con el que me recibió Grant, mi compañero gay de piso y trabajo, cuando llegue.

Grant era lo que las mujeres cuando le ven a primera vista llaman "que tragedia", el chico era un modelo, ojos celestes, cabello negro corto, y barbilla masticable. Conozco a más de una que babea por él de hecho, hasta hay apuestas en toda la oficina de quien logra meterse entre sus pantalones. Pero eso era solo para las personas insulsas que no lo conocían, que piensan que es el prototipo de hombre perfecto si no fuera gay. Entonces Grant abre la boca, y todo se va a la mierda.

―Amiga... ese tipo de sostén lo usaba mi abuela. Y con lo grandes que las tienes ponte una buena marca o la gravedad hará efecto ―canta en un tono chillón.

Ignorándolo caminé a la oficina de mi tía con un solo propósito en mente y se lo grite apenas abrí la puerta.

-¡Renuncio! -mi tía me miro sobresaltada por un momento, pero su vista bajo rápidamente a sus papeles.

-Lo supuse -dijo en un suspiro.

-¿Eh?

-Estas con rasgados, odias los jeans rasgados y tu ojo está temblando, lo cual es un poco gracioso si he de admitir. Entonces... dime que paso.

-Vino y mucha ropa interior a la vista ―digo sacudiéndome la imagen mental de esos dos especímenes fuera de mi mente―, además no quiero hacer esto más, no doy para este tipo de cosas, no soy la romántica aquí, tú lo eres. Y aunque quiero fuego y pasión vivo feliz con la corriente y un polvo ocasional.

Me mira por encima de sus lentes, deja sus papeles sobre su escritorio.

-¿Michael te da un polvo ocasional? -ahora si mostraba sorpresa... ¿enserio?

-Está bien ―bufo―, muy ocasional, pero ese no es el punto.

-Lo entiendo, lo entiendo, y a diferencia de lo que crees no te voy a obligar o quitarte tu derecho a esta empresa.

Por eso amo a mi tía.

-Pero te pediré un último favor.

Mierda.

-Necesito que realices por mí, un último emparejamiento.

Bueno puedo sobrevivir a otra indecisa y empalagosa enamorada, que no sabe lo que tiene aunque este le haga un baile sexy en su propia cara.

-¿Quién es? -me acerque a la pila de papeles.

-La verás mañana.

Bueno y ese era mi despido, camine hasta la puerta.

-Ahh... y querida.

-Si.

-Tomar tan joven no es bueno.

¡es EN SERIO!

Grant me guiña un ojo cuando salgo y solo la despido con la mano, necesito bañarme y sacarme estas enfría piernas antes de poder ser cordial con cualquier persona.

Manejo hasta mi departamento, enfurecida entro tirando la puerta y caminando a la cocina por algo de agua. Entonces oigo los ruidos raros. Me giro.

―LA FRUTA MADRE, IVANNA. ¡NO SOBRE LA MESA DEL COMEDOR!

Cierro los ojos y corro apresurada a la puerta, golpeando mi espinilla en el proceso, y oyendo el típico "toca antes de entrar" de mi disque hermana.

Genial, creo que me toca volver a esperar en el carro.

Y se supone que es mi casa.

Este día no se podría poner peor.

"Amor, tengo libre está noche, deshazte de Ivanna, que tengo entradas para la ópera, que tanto amas."

Veo atónita el mensaje de Michael. Una mentirilla blanca y se convirtió en mi gran tortura.

¿Te gusta la opera?

Si me encanta. Vi varias veces el fantasma de la ópera.

―¿El musical?

¿Hay musical? el levanta una ceja. Este, si claro. Ese...

¿Para qué hablé?

Esos estúpidos me llamaron a la mala suerte, definitivamente algo estaba muy mal aquí.

*****************

Los Capítulos editados son las que llevan la imagen, y con editados me refiero a que tienen más contexto, un poco más de coherencia y partecitas ineditas.

Como me dijeron que les pusiera personajes eso hice, y más o menos así me imagino a mis distintos personajes, que vale recalcar están de 25 a 30 años, y con ponerlo no me refiero a quienes se imaginen no estén bien, este es mi punto de vista.

Espero que les guste y se rían con las locuras que a veces pongo.

PD: pueden encontrar la micro historia de la tía en mi página ^^ se llama No tan Encantador

Besos.

Príncipe 7 tonos de azul (Editando)Where stories live. Discover now