—Soy yo —dice con una cara de horror que no pudo evitar poner.

—No pongas esa cara que no tienes nada que un buen descanso no solucione. Tienes un esguince grado uno en tu tobillo izquierdo.

—¿Esguince? —pregunta mamá extrañada.

—Es una desviación del ligamento de su tobillo. Les voy a dejar esta receta y todo estará bien pronto —dice mientras escribe en una prescripción médica.

—¿A qué le llama usted pronto? El miércoles empieza mi entrenamiento para la NBA.

—El miércoles no será posible. Debes tener un reposo de al menos 15 días. En 15 días estarás como nuevo, es mejor esperar ese tiempo y evitar una gangrena, lo que sí arruinaría todos tus planes de por vida prácticamente, a solo perderte unos días de entrenamiento. Te indicaré fisioterapia para mañana para que estés mejor cuanto antes.

—Debe haber otra solución —dice algo molesto—. No lo sé. Un medicamento, una inyección, lo que sea. ¿Cómo le explico al entrenador que me caí como una niña con un charco y me lastimé un pie? A él no le importará eso.

—Te haré un certificado médico. Eso te ayudará a sustentar tu problema, puedes inventarle una mejor historia que esa. Señora —dice dirigiéndose a mi madre—. Encárguese que lleve su tratamiento al pie de la letra y mañana a terapia, también le recomiendo que usen algunas compresas frías o hielo para reducir la inflamación. ¿Correcto? —dice él mientras entrega otro papel.

—Perfecto doctor. Gracias —dice ofreciéndole una sonrisa a doctor.

—Pueden irse tranquilos, esto es algo común y totalmente curable, no tendrás problemas con ello después que sane el ligamento, solo debes reposarlo. Cuídense. Espero no verlos pronto, porque eso quiere decir que están sanos —dice con una sonrisa y le da la mano a Kelvin para despedirse y pone su mano en la cabeza de Kathie que está sentada sobre mis piernas—. Hasta luego señoritas.

Pienso que todos aquí en urgencias son todos muy amables y relajados, es difícil sentirse enfermo acá.

Vamos hasta el auto con Kathie conduciendo la silla de ruedas de Kelvin.

—No te preocupes. Yo te voy a cuidar —dice Kathie dándole un abrazo a Kelvin cuando estamos dentro del auto.

—Sé que sí —él le responde con un beso en la frente.

—Entonces dices que te resbalaste —digo.

—Sí, muy estúpido de mi parte —dice girando sus ojos.

—¿De dónde salió el agua? —pregunto.

—No tengo idea pero, asumo que habrá alguna gotera en la pista —dice sin preocupación, es extraño que él esté tan seguro de que haya sido un accidente, o que siquiera pase por su mente que eso haya sido provocado. Me hace pensar que quizás Jason esté más obstinado y loco después de lo que le pasó. Pero podremos comprobar más adelante que sucedió.

—Verásque ellos te darán el chance de entrenar más tarde —lo aliento.

—Eso espero. Pero te confieso que estoy preocupado, si ellos deciden dejarme afuera eso significa el fin de mi insipiente carrera que ni siquiera ha empezado aún y me quedaré de por vida como el entrenador frustrado del equipo de Harvard que no logró cumplir su contrato por despistado.

Llegamos a casa. Mamá y Kelvin suben hasta la habitación de él con un cubo de hielo en sus manos. Mi celular suena y contesto:

—Hola —le respondo a Jason, no con la típica sonrisa que suelo hacerlo, ya que estoy esperando unas noticias en específico.

—Hola. Lo tengo todo, el partido completo. Por cierto, ganó Michigan.

—Oh. Lástima. Estamos en casa, llegamos hace unos minutos del hospital.

—¿Qué les dijeron? —pregunta. Escucho la bocina de su auto sonar. Al parecer está utilizando los altavoces.

—Tiene una desviación. Debe durar unos quince días fuera del ruedo.

—Eso está mal. El miércoles empieza el campamento. Voy camino a tu casa. Llevo el video y allí lo vemos.

—Está bien. Te veo —digo y finalizo la llamada.

Todos están allá arriba con Kelvin acompañándolo en su dolor pero, no puedo sacar de mi mente el hecho de que es posible que haya sido provocado el accidente. Jason llega en un lapso de unos 15 minutos después de la llamada, corro a abrir la puerta y él entra caminando hasta la televisión que está en la terraza trasera.

Enciende la TV y el reproductor e introduce el DVD. Al reproducir el video, adelanta hasta el minuto 53 que es un poco antes de finalizar la primera mitad del juego. Estamos atentos, observando detenidamente los movimientos de cada uno de los jugadores. El receso empieza en el video y su atención se incrementa. Llegamos y observamos unos movimientos extraños. Él detiene el video y lo atrasa. Repite la escena una y otra vez y otra vez, cuantas veces sea necesario lo repite para confirmar la siguiente afirmación:

—Peterson —dice fríamente. Con algo de rabia en su voz pero, no está sorprendido, es como si siempre supo quién había hecho todo.


TxيA

TRUST ME© El amor rompe todas las barreras.Where stories live. Discover now