Capítulo 16

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—No es tan interesante como crees en realidad. Fue cuando tenía 16. Mi cara estaba llena de granos y a ninguna chica le gustan los chicos con granos, si hay que no tienen granos. No sé si entendiste.

—Creo que sí. ¿Es decir, que eras feo? —me rio.

—No, solo tenía granos. Pero en fin, había tenido novias y eso pero, no había pasado nada nunca. Un día fui de vacaciones hasta Los Angeles y después de que terminé con Maggie, o técnicamente, ella terminó conmigo, me enredé con su prima que tenía 28 y terminamos juntos, fue horrible, ella sabía muchas cosas y yo no tenía experiencia. Fue vergonzoso, ella me botó también porque le mentí diciéndole que sí había tenido sexo antes y ella dijo que era un bueno para nada.

—Oh, lo siento cariño —le digo dándole un beso en la mejilla.

—Pero desde ese día, me dediqué a aprender

—Aprender. ¿Cómo?

—Practicando —se encoge de hombros—. Es la única manera.

—Felicidades. Tienes un máster —sonrío.

—Que va, no es para tanto.

—Podemos probar de nuevo y te doy mi calificación final.

—Muy bien profesora. Aquí vamos —dice mientras me empieza a besar otra vez.

Los rayos de sol penetran a través de la puerta de la terraza de manera que interrumpen mi sueño. A mi lado esta Jason dormido con su cabeza sobre mi estómago. Se ve tan sereno y feliz, luce como un niño. Su cabello está despeinado y por su longitud cae por su frente, jamás lo había visto despeinado y con el cabello vuelto un nido de aves. Sonrío ante ese pensamiento, quiero pasar mi mano por allí pero, no quiero interrumpir su sueño.

Me levanto despacio de la cama tratando de no despertarlo y busco mi bolso en el armario para marcar al teléfono de mamá. Suena tres veces antes de contestarlo.

—Hola, cariño. ¿Por qué no llamaste anoche? —pregunta.

—Pasamos la noche fuera, fuimos a la disco del hotel, bebimos y nos emborrachamos. No te podía llamar borracha a las tres de la mañana.

—Bueno, debiste hacerlo antes. ¿Cómo estás cariño?

—Bien. Estoy bien, genial. Muy feliz.

—Me alegra que estés feliz, Kimberly. ¿No hay algo que quieras contarme? —pregunta.

—¿Algo cómo? —pregunto algo aturdida.

—No sé, ¿qué han hecho?

—Beber, bailar. Ahora vamos a la playa.

—Genial, disfruta y date un buen chapuzón en mi nombre, ahora hace algo de frio.

—Está bien, mami. Te mando muchos besitos. Te amo.

—Salúdame a Isabella.

—Lo haré. Adiós cuídate —cierro el teléfono. Es increíble la capacidad de percepción de una madre pero, por más que presienta no hay manera de que no me crea. Confío.

Camino hasta la cama y vuelvo a subir en ella. Jason se mueve debajo de las sábanas. Siento como se estira debajo y me subo encima de él le doy una serie de besos en el cabello.

—Buenos días, mi amor.

—Buenos días, princesa —él saca su cabeza de las sábanas—. ¿Cómo estás?

—Mejor que nunca. Y tú, ¿qué tal estás?

—Todavía no se ha inventado la palabra que defina como me siento esta mañana, pero creo que pleno, se acerca un poco a lo que siento. Debemos levantarnos tenemos mucho que hacer.

TRUST ME© El amor rompe todas las barreras.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora