Capítulo 32

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Mamá sube a avisarnos que se irá a casa con Kelvin así que Kathie y yo nos vamos con ellos, ya que Jason se quedará gestionando lo del video del juego y ver cómo sucedieron las cosas. En el camino a casa Kathie, Kelvin y yo vamos en la parte de atrás. Él tiene su pierna lastimada estirada sobre nuestras piernas.

—Vamos al hospital —dice mamá muy serena mientras conduce.

—No, no es necesario, no se alarmen por tan poca cosa. Solo quiero ir a casa —dice mientras imagino sigue con las ganas de llorar, sin embargo, retiene su dolor.

—No te lo estoy preguntando. Solo te estoy avisando cual es nuestro destino. Iremos por una radiografía. Si estuvieras "bien" como dices, habrías seguido jugando, pero no. Estás aquí con las patas para arriba —su tono de voz es algo cortante. No se escucha preocupada pero, estoy segura que está tratando con todas sus fuerzas de no sentirse alarmada.

La cara de inconformidad de Kelvin es muy notable, a nadie o a muy pocos nos gusta escuchar ciertas verdades que puedan llegar, antes de recibir malas noticias, preferimos vivir en la oscuridad y ocultarnos. Es parte del miedo que le tenemos a las circunstancias de la vida. Sé que lo menos que quiere escuchar Kelvin en este momento es que no puede jugar, él no quiere escuchar que no puede jugar por una semana, por un mes, por el tiempo que sea, porque él siempre ha dicho, cada día de práctica te hará ser mejor.

Llegamos al hospital y de inmediato nos dirigimos a urgencias. Las enfermeras son muy colaboradoras y buscan una silla de ruedas para facilitar la movilidad de Kelvin.

Mamá les explica la situación a las enfermeras y éstas lo llevan al cuarto de Rayos X. Kathie y yo nos sentamos en la sala de espera junto a los demás familiares de otros pacientes y esperamos. Mamá sale para que nos sentemos con ella junto a la camilla que tenemos asignada.

—Mamá, quita esa cara. Todo está bien, ya verás —la aliento dándole un abrazo.

—Lo sé pero, es inevitable preocuparse —dice con su voz tranquila.

Kelvin está de regreso en su silla de ruedas conducida por una joven enfermera de pelo oscuro, por sus facciones, es obvio que tiene ascendencia asiática.

—Aquí les dejo a su chico —dice con una gran sonrisa en su rostro—. El doctor estará aquí en unos minutos. Mientras, te voy a poner este calmante para el dolor —ella saca un pequeño frasco de uno de los bolsillos de su pijama.

—Espera. ¿Eso no es inyectado, verdad? —dice él con cara de preocupación.

—Estás en lo correcto, corazón. Pero tú decides, ¿Quieres que te inyecte en el brazo o en una de tus nachas? —su acento se hace un poco evidente al pronunciar esas palabras. No solo diría que desciende de asiáticos, sino también que vive con alguno de ellos. Sonrío al escuchar su tono de voz.

—Decido el basurero. No me voy a inyectar —dice negando con la cabeza.

—Ya es tarde, ya está en la jeringa. Decide rápido o te doy vuelta como a una torta.

—Brazo, Brazo. Está bien —él cierra sus ojos y recibe la inyección poniendo una cara de dolor anticipada. Abre los ojos y ve que todo ha pasado sorprendido—. ¿Ya?

—Sí. Gallina —ella se va riéndose y le guiña un ojo—. Por cierto, no perdonaré que no me dejaras ver tus nachas —le dice como últimas palabras en voz baja pero, lo suficientemente alto como para que cualquiera que estuviera a nuestro lado lo escuchara. Ella logra sacarle una sonrisa a Kelvin.

El doctor se acerca con la radiografía en sus manos.

—El señor Kelvin State, ¿cierto? —pregunta observando la hoja de resultado.

TRUST ME© El amor rompe todas las barreras.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora