Soy Rosmery Swan tengo 18 años desde hace más de 3 años soy una híbrida, y he pasado la mayor parte de ese tiempo aprendiendo a conocer y controlar mi nueva yo. Ahora después de que mi padre tomara la magnífica decisión de enviarme a vivir con mi ma...
Suelto una bocana de aire cuando él sale, me tiemblan las manos y no sé porque, el olor que tiene impregnado me tiene demasiado ansiosa, estoy segura de que lo había olido antes, pero no sé porque no logro recordar donde.
Salgo de la cama, busco entre la ropa que Damon trajo de la casa y elijo un enterizo de mangas azul oscuro y unos tacones negros. Me doy una corta ducha y cepillo mi cabello, hago mi mayor esfuerzo con el maquillaje y me aplico solo un poco de perfume.
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Cuando estoy a punto de salir de la habitación alguien toca la puerta, me doy un último vistazo en el espejo antes de abrir, él me sonríe apenas lo hago. —siempre perfecta. -me muerdo el labio, estoy tan nerviosa y no sé por qué. —vamos. -asiento.
Bajamos las escaleras tomados de la mano, sí, soy una idiota por estar así con él, pero es que me tiembla todo cuando lo tengo cerca, no sabía enserio lo mucho que lo extrañaba hasta que apareció en la puerta de mi habitación.
—yo me voy está noche. -despabilo y miro a Stefan. —llama cuando puedas. -le digo y camino hacia él. —me harás falta. -lo abrazo.
—y tú a mí. -da un beso en mi mejilla. —cuídate mucho. -sonrío. —lo haré, gracias por cuidarme. -sonríe. —cuando quieras. -le doy un beso en la mejilla.
—cuídate, hermano. -Damon se acerca a él. —gracias por cuidarla cuando no lo hice.
—no, no lo hiciste. -reprocha Nate y yo sonrío. —te llevo hasta el aeropuerto. -le da una palmada en el hombro y le quita la maleta. —cuídense. -dice y después se va detrás de Nate.
—vamos, no quiero perder la reservación. -le sonrío.
Salimos de la casa en silencio, me abre la puerta de su auto, espero hasta que se acomoda en su silla para preguntar. —¿puedo saber en dónde has estado todo el tiempo? -me mira mientras enciende el auto.
—muy lejos, pero te lo explico en el restaurante. ¿Cómo te sientes? -lo miro. —no lo sé, creo que bien. ¿tú? -me muerdo el labio. —he tenido mejores momentos. ¿con que has estado alimentándote?
—básicamente de comida, de vez en cuando Nate me da de la reserva que tiene de tu sangre. -me mira. —¿Qué? No es culpa mía que tu hijo me acostumbrara solo a ti. -se tensa, no debí decir eso. Ni siquiera sé porque lo dije. —lo siento. -me disculpo.
—no tienes por qué. Soy yo quien te debe una. -suspiro. —enserio, siento mucho todo lo que dije y como te traté, te dije cosas horribles. -toma mi mano. —yo también dije cosas que no debí decir, me comporté como un completo idiota. Y tal vez no deberíamos tocar el tema ahora, pero yo necesito hacerlo.
