*Días después*

•Narra Angelo•

No puedo creer que mi padre se haya ido a España. A mí madre le afectó tanto que ahora está como amargada o enojada todo el tiempo. Nunca la había visto así. Finge sonrisas y después refunfuña cuando no puede hacer algo por sí misma. Un día que fuimos Melody y yo a visitarla en la mañana nos dijo que por qué no estábamos en la escuela, pero su tono de regalo fue lo peor. Ambos salimos bastante extrañados de la habitación y nos fuimos directo a la escuela. Para mí mala suerte David nos obliga todas las mañanas a ir a la escuela y por mi último escape se queda ahí hasta que terminan las clases. El primer día mis amigos me hablaron como entre apenados y alegres de que volviera. Les levanté el dedo medio y me alejé de ellos.

Esta mañana iba caminando solo por el pasillo después de una jodida clase de filosofía cuando escuché que se acercaban llamándome.
—¡Hey Angelo!—gritó Ed—. Angelo detente...
No me detuve.
—Angelito, amigo, ven. No te enfades...—dijo Nathan.
—Solo queremos disculparnos.
Me detuve y volteé a verlos.
—A ver. Discúlpense—crucé los brazos.
—Bueno... Lamentamos no haberte llamado porque creímos que sería un poco...
—Inapropiado. Pero Hey, has vuelto y podemos irnos esta noche a emborracharnos como si no hubiera un mañana.
—De verdad que están tarados. No me hablan cuando estuve en un problema y ahora quieren llevarme a beber.
Ambos me vieron en silencio.
—Muero por ir a tomar pero la verdad no quiero ir con ustedes.
Me di media vuelta y seguí caminando.
—Angelo...
—Déjenme en paz—dije antes de dar vuelta por un pasillo y apresurar el paso.
Vi a Melody en su casillero al lado de Louisa. Tal vez debí detenerme a saludar pero no lo hice. Quería largarme de la escuela, fumar y tomarme una cerveza o algo más fuerte. Las miradas de todos sobre mí ya me estaban hartando.
—Hola Angelo—dijo Louisa alegre pero no le respondí el saludo.
Pocos minutos después, cuando estuve por fin en el patio escuché su voz de nuevo y volteé a verla.
—Louisa.
—¿Qué sucede?—dijo preocupada.
Sonreí irónicamente.
—Wow, no lo sé Louisa. En verdad no sé qué sucede. Creo que estoy un poco harto de que mis "amigos" sigan insistiendo en que los perdone por abandonarme. Estoy harto de que toda la maldita escuela me volteé a ver cómo un bicho raro por aquel artículo que salió en la revista, por querer saber qué pasa con mi madre y estoy harto de la escuela. Quiero irme, quiero salir de aquí.
Me di cuenta de que mis manos estaban temblando hasta que Louisa me tomó la mano y con su mirada comprensiva me sonrió.
—Relájate. Respira—me indicó cómo hacerlo—. Todo está bien, solo estás estresado. Sigue respirando hondo.
Respiré hondo varias veces sin dejar de verla a los ojos.
—Si necesitas cualquier cosa, aquí estaré—dijo apretando mi mano.
Asentí sin saber muy bien qué hacer. De repente me descubrí acercándome a ella poco a poco, la vi con mirada de sorpresa y luego acercándose a mi de la misma manera. Pero me detuve y ella igual. Me dio un ultimo apretón y me soltó cuando sonó el timbre.
—Voy a clases... ¿Vienes?
Negué. Se encogió de hombros y se despidió con la mano. No sé si fue mi paranoia pero... Creo que estuve a punto de besarla. ¿Qué mierda me sucede?
Me quedé viéndola mientras se alejaba. No tenía una figura escultural pero estaba bastante bien y me ayudó a relajarme de una manera que nadie había logrado. La perdí de vista cuando se mezcló entre la gente yendo a sus clases. Sonreí y me dirigí al baño. Repito, ¿qué mierda me sucede?

•Narra Melody•

—Creo que estuve a punto de besarlo—dijo Louisa con cara de tonta viendo hacia el techo.
—No sé cómo sentirme al respecto.
—¿De qué hablas?—dijo volteándome a ver por fin.
—Estas hablando de que casi besas a mi hermano.
—Jajajaja solo es broma. Sabes que superé mi enamoramiento hace mucho.
—Aja... Si claro Louisa.
—Es en serio. Además, solo quise ayudarlo. Estaba igual que tú de estresado con las miradas de todos sobre él. Recuerdas como te sentías.
Asentí viendo como el profesor entraba al salón.
—Pero bueno, y cuéntame lo de Theo—dijo ignorando por completo al profesor.
—Me invitó a comer a su casa. Dice que es el cumpleaños número seis de su hermano y que necesita apoyo.
—Jajajaja. ¿Te invitó a una fiesta infantil en su casa?
—Dijo que solo son unos cuantos niños y que después podemos ver la película que me prometió que veríamos juntos en su sala de cine.
—Mmmm no me late eso.
—¿Por qué?—saqué mis libros ignorando la mirada enojada del profesor.
—¿Que tal si quiere algo más en su sala de cine?
—Eres una pervertida—le susurré.
—¿Y tú madre ya lo sabe?
—Le diré apenas salir de aquí.
—¡Señorita Louisa! ¿La interrumpo?—dijo por fin el profesor. Todos voltearon a vernos.
—No profesor—su acento mezclado con su fingida voz educada me hizo reprimir una carcajada—. Todo bien. Ya acabamos.
Todos rieron y el profesor la obligó a pasar al pizarrón para resolver unas ecuaciones que todos vimos con cara de confusión. Estoy casi segura que no tenían solución pero Louisa es Louisa. Las resolvió en unos cuantos minutos, le dio el plumón al profesor y se sentó satisfecha. Su buen humor nadie se lo quitaba.

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