•Narra Melody•

—¿Qué se hace cuando tú madre no te recuerda aparte de llorar Louisa?
—Estoy pensando en una solución—su cara de concentración me dio algo de miedo pero cuando se ponía así, se le ocurrían muy buenas ideas.
Se quedó un momento en silencio que me pareció eterno.
—Lou...
—¡Shh!
—Louisa creo que...
—Shhhh. Ya lo tengo—dejó de ver a la nada y me volteó a ver—. Tu carta, la carta de mi madre y... La cámara de tu padre. Todo esto ayudará.
—Excelente. Si si—dije emocionada limpiándome las lágrimas—. Si, también le diré a Angelo que escriba una y a mi padre. ¡Si Lou! ¡Eres una genio!
—De nada querida—me abrazó.
Si mi madre no podía recordar por sí misma, yo la iba a ayudar, nosotros íbamos a ayudarla.

Cuando volvimos a casa Angelo se fue directo a las escaleras y mi padre a la cocina.
—¡Oigan!—dije casi en un grito para llamar su atención. Ambos se detuvieron y voltearon a verme extrañados, por lo general no soy la que toma las decisiones pero con mamá en ese estado y ellos dos actuando como idiotas, alguien tiene que tomar las riendas.
—Tenemos que ayudar a mi madre. No podemos quedarnos así con los brazos cruzados.
—Claro que lo haremos Melody. Mi padre y yo ya decidimos que mañana entraremos a verla cuando esté despierta.
—¿Y por qué no me dijeron?
—Bueno, te lo íbamos a decir...—dijo mi padre.
—Pero no lo hicieron. Yo también existo.
—Melody...
—Me cansé de ser ignorada y de tener que aguantar sus estupidas riñas. Ahora—mi enojo repentino me estaba dando miedo pero me ayudaba a tener su atención en mi—. Vamos a la cocina. Tengo un plan que contarles.

Mi padre insistió en calentar la comida que me había comprado, y Angelo insistió en que le diera la mitad. Les conté la idea de las fotos y mi padre sugirió imprimirlas, Angelo se negó a hacer una carta pero sin importarme su opinión dejé dos hojas en la mesa, les di plumas y me puse de pie.
—Es por mamá... Ella haría cualquier cosa por nosotros—fue lo último que dije antes de salir de la cocina.
Mi plan era darle las cartas y las fotos al doctor para que se lo mostrara. Me aterraba la idea de entrar y ver la mirada confundida de mi madre, me aterraba la idea de escuchar una pregunta: "¿quiénes son?".
Me fui a mi habitación. Me puse la pijama y me acosté con las piernas recogidas viendo mi carta. La leí una y otra vez para asegurarme de que fuera suficiente, que ayudara en algo. Entonces lo recordé.
Fui hasta mi mochila y saqué el vinilo. Acaricié la portada recordando la hermosa sonrisa de Theo... Al sacar el vinilo de la funda se cayó el papel con su numero. Vi la hora, ya era bastante tarde. Puse el número en el espejo de mi tocador y me fui a mi tocadiscos. Puse el vinilo y la aguja. La música empezó a sonar y me hizo erizar. Volví a recostarme en mi cama. Cerré los ojos para concentrarme en la música.
Entonces algo me llegó, algo de repente abarcó toda mi mente...
—La libreta.

•Narra Simon•

No podía dormir. Después de escribir la carta para Adele la guardé en un sobre, le di un sobre a Angelo para su carta y pude ver que la guardaba con entusiasmo aunque no quisiera hacerla al principio. Se fue a dormir reprimiendo sus ganas por un cigarrillo. Yo me puse a lavar los platos, recoger un poco la cocina y me hice un café porque el sueño no llegaba ni llegaría así que preferí estar más despierto que entre el sueño y la realidad.
Estuve varias horas en la barra de la cocina sentado pensando en que Adele... Adele nos había olvidado. Me siento tan mal, tan culpable. No puedo creer que haya olvidado todo lo que hemos pasado. Viendo la cocina la recuerdo cuando hacía pasteles para las fiestas, cuando cocinaba casi todos los días antes de que se hiciera famosa. Casi puedo verla frente a la estufa, volteando con esa hermosa sonrisa y señalándome con la cuchara.
"—Deja de verme el trasero Simon—"y acto seguido una carcajada que siempre me hacía reír.
No, no aceptó que nos olvide. Tengo que hacer que recuerde, que recuerde todo lo que ha pasado.
Cuando ya iba a mi habitación escuché una melodía en la habitación de mi hija. Toqué a la puerta. Tardó un rato, bajó el volumen y abrió la puerta. Pude ver sus ojos acuosos.
—A dormir Mely—dije quitando un mechón de cabello de su rostro.
Asintió. Iba a cerrar la puerta pero en vez de eso la abrió más y me abrazó.
—Si va a funcionar. Vas a ver qué va a funcionar—dijo sobre mi pecho.
—Claro que funcionará.
Besé su frente y la abracé más fuerte.
Entrando a mi habitación la realidad me golpeó. Ver la cama vacía y saber que Adele no recordaba que vivía con nosotros, no recordaba nuestra existencia.
Me senté del lado de su cama y su aroma me invadió.

Then and now... And always Where stories live. Discover now