El doctor salió a las cuatro de la mañana. Nos informó que el medicamento de Adele se había acabado y que el respirador estaba funcionado con dificultades, que Adele no tiene fuerzas para estar sin esas dos cosas. En teoría nos dijo que, dentro de lo que cabe, está "bien" de nuevo. Duplicaron el medicamento, hicieron una pequeña revisión en la herida y dentro de su cabeza para ver que no haya cambiado nada y le reanimaron el corazón. Dijo que gracias a los chicos pudieron salvarla, sino hubieran entrado no habrían intervenido a tiempo. Volteé a verlos, ambos dormidos y les agradecí con toda mi alma.
Desperté a Angelo para decirle. Pareció aliviado cuando le dije que estaba "estable" y de inmediato volvió a dormirse.
Mis suegros ya un poco, muy poco, más tranquilos se fueron. Nos quedamos los tres solos en lo que es ahora mi casa, la sala de este maldito hospital.

*Día siguiente*

•Narrador normal•

Laura llegó a primera hora de la mañana al hospital. Entró a la sala y vio a Melody comiendo un emparedado con la vista fija en la nada, a Angelo con el celular y a Simon hablando por teléfono.
—¿Dónde está Adele?—dijo esperando a que alguno de los tres respondiera.
Melody, como era de esperarse, fue la única que se percató de su presencia. Se puso de pie y la abrazó. Laura pudo sentir los huesos de su espalda mucho más marcados que antes.
—Esta en la sala diez, por esa puerta.
—Gracias Mely. Louisa te manda esto—dijo Laura dándole una pequeña caja de colores.
Melody le agradeció y volvió a su lugar. Se sentó con ambas piernas arriba de la silla y abrió la caja. Una nota fue lo primero que vio.
"No te olvides del color x"
Casi pudo escuchar la voz de Louisa al leer la nota. Volteó a ver a Laura que intentaba descifrar por dónde llegar a la sala diez. Sus pantalones de leopardo y su blusa fosforescente. Melody sonrió y sacó el contenido de la caja.
Eran esmaltes de uñas de colores vivos. Melody vio sus uñas y eran un completo desastre. Le agradeció a Louisa por mensaje y empezó a pintarse las uñas.

Laura se puso frente a Simon. Simon la veía mientras hablaba por teléfono. Con señas Laura le preguntó dónde estaba Adele pero Simon confundido detuvo su llamada.
—¿Qué?—dijo Simon tapando su teléfono.
—¿Qué por donde llego a la sala diez? Dios mío, no sabes lenguaje de señas.
—¿Cómo rayos voy a entender eso? Solo te estabas moviendo como loca.
—Cierra el pico. Mejor llévame a la bendita sala.
—Si aquí sigo—dijo Simon por teléfono indicándole a Laura que lo siguiera.
Llegaron a la sala diez. Peter estaba sentado afuera. Los saludó y abrió la puerta. Simon se fue antes de siquiera ver por la ventana a Adele.
Laura se quedó ahí, viendo la puerta abierta, pensando en entrar o no.
—¿Esta... Muy feo el asunto?—le preguntó Laura a Peter. Él sólo levantó los hombros—. Okay... Okay.
Laura intentó sacar de lo más profundo de su memoria la imagen de Adele aquella vez que había sufrido el accidente. Se dijo a sí misma que no podía ser peor. Respiró hondo, acomodó el bolso en su brazo y con paso decidido entró, para de inmediato volver a salir. Peter la vio confundido.
—Oh por dios—dijo Laura conmocionada—. ¿Ya la viste? Dios mío es peor de lo que me imaginé...
Sintió como sus ojos empezaban a llenarse de lágrimas.
—Emmm... Okay. Okay... Ahí... Ahí voy—volvió a tomar aire y entró.
Adele yacía ahí, inmóvil en esa cama. Laura caminó despacio hacia ella y cada paso que daba era una lágrima que soltaba.
—Delly... A... Adele—se sentó a su lado y se le quedó viendo, intentando descifrar si en verdad estaba respirando—. Oh por Dios... Yo...
Se había quedado sin palabras, la vez del accidente no se comparaba con esto que estaba viendo. Parecía un maniquí, un objeto sin vida.
Volteó a ver por la ventana para ver si Peter la estaba viendo y al darse cuenta de que no era así se echó a llorar.
—Delly cariño. Amiga del alma...—se sorbió la nariz—. ¿Dónde... Donde está tu sonrisa? Tu risa de gallo—le tomó la mano—. ¿Eh? ¿Dónde?
Apretó su mano con fuerza.
—¿Recuerdas—tragó saliva y continuó—. Como... Casi te destrozo la mano el día en que Louisa nació? Jaja... Vamos... Aprieta mi mano.
Laura se quedó viendo la mano de Adele entre la suya y cerró los ojos para dejar escapar las lágrimas.

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