-Ha costado... - suspiré apoyando mis manos en mis rodillas – tiene buenos reflejos el hijo de puta
-¿Qué hacemos ahora..?, parece que estuviéramos grabando una película de acción.
-Hay que hacerlo hablar..
-Pero como – me susurró Mangel a mi lado – además le tapaste la boca
-¡Pero si el puto me mordió!, ya se la quitaré....
-Y como le haremos hablar, no creo que diga mucho
-No lo sé, tú ves más películas que yo de este tipo, piensa en algo y solo grítale
Nos giramos y fue muy divertido ver al tipo atado en una silla. Nos ha costado lo suyo atarlo, más aun cuando me mordió el brazo el muy maldito... pero ahí estaba, en una situación en donde nosotros teníamos el control.
-Así que tú eres el tal Marcus – reí dándole un puñetazo en la nariz. Mangel me hizo un gesto con la cabeza queriendo decir ''se lo merecía'' y seguí hablando – me vas a contar todo y con detalles de toda esa mierda que le hicieron a mi novia, ¿me oíste?
El tipo miró al frente serio y negó con la cabeza.
-¡Habla! – gritó Mangel y se giró a mirarme - ¿está bien así? – me preguntó
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-Sí, Mangel, sí. – me giré hacia el chico - ¿estás seguro de no querer decir nada?, porque tienes en tu mierda de taller muchas cosas entretenidas...
Mangel me miró y abrió mucho los ojos.
-Mira que tenemos aquí – dije quitando un montón de basura encima de una lata. Era un bote para gasolina.
Me acerqué a él y le quité el trapo sucio que cubría su boca con el bote para gasolina en la mano.
-¿Crees que intimidas con eso? – carcajeó - ¿Qué quieres que diga?, además de que tu novia tenía buenos pechos.... Tuve el placer de lamerlos. ¿Quieres que te dibuje el lunar que tiene en su muslo izquierdo?
No pude controlar más mi ira y rabia mezclada con la impotencia, así que de una patada lo tiré de la silla para atrás. Dejé la gasolina a un lado y toda mi concentración se sostuvo en su cara y mis puños. Jamás sentí tanta ira en mi vida, y cada golpe que le daba no era suficiente.
-Ya para Rubiuh – me dijo Mangel quitándome de encima del maldito – fue suficiente
Pero nunca es suficiente. Así que me levanté y cogí el trapo para ponérselo en la cara mientras seguía tumbado y atado en el piso. Luego cogí el bote de gasolina y se lo vacié en la cara.
Disfruté cada segundo en el que oía y veía al gilipollas ahogarse y atragantarse con este líquido tan fuerte. Pero sentía que no era suficiente, no aún. Así que me levanté mientras dejaba al tío escupir en el suelo para tomar una batería que tenía encima de una mesa.
