Los quince días pasaron volando y ya me he quitado la bota. El caminar sin ella me parece extraño y al apoyar el pie siento un leve dolor, pero según el doctor eso era normal y que pasaría con el correr de las horas porque el esguince no había sido de mucha magnitud.
Rubén me ha llevado a cenar fuera hoy, la comida estuvo exquisita. Yo pedí pollo y él filete. Lo sirvieron todo en una especie de bufet para que parezca informal, pero la comida de informal no tiene nada. Rebañaba la salsa cremosa con un trozo de pollo y me llevaba el tenedor a la boca cuando Rubén me lo robó y se lo comió. Se atragantó un poco porque le cuesta reír y tragar a la vez y me contagia la risa.
-Eso te pasa por quitarme mi comida - le regaño, y me llevo otro trozo a la boca antes de que me lo robe de nuevo.
El solo se ríe y apoya la frente en mi hombro. En frente de nosotros hay una chica mirándonos. No parece que le haga gracia ver a Rubén besarme el hombro y le devuelvo una mirada igual de brusca que la suya haciendo que apartase la vista.
-¿Te traigo otro plato? - le pregunto a mi novio lo bastante alto como para que la chica lo oiga.
Ella mira al chico que tiene a su lado y enarca una ceja. Él no parece prestarle la menor atención y eso la enoja aún más. Sonrío y tomo la mano de Rubén que al igual que el chico de al frente no se ha enterado de nada. Mejor.
-Sí por favor - dice - no, espera, iré yo. Recién ayer tu pie volvió a estar normal y no quiero que te esfuerces.
Muero de ternura por dentro, le doy un beso en la mejilla y lo veo alejarse hacia la fila de la comida.
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Desde la fila se gira y me sonríe. Es gracioso.... el me ve de pie, pero en realidad estoy tirada en el piso.
(...)
Después de almorzar caminamos tomados de la mano rumbo hacia un parque a descansar un poco. El día está hermoso y por fin brilla el sol después de tantos días nublados y grises.
Hay personas caminando y niños jugando en el césped al lado de una pequeña laguna llena de barcas para que la gente se divierta.
-¡Montemos una barca! - dije emocionada. Rubén me observó divertido y me arrastró del brazo hacia una de las barcas que flotaban en el agua.
Me subí con cuidado a una de las barcas de madera y en cuanto ambos nos sentamos en la barca observamos como los niños se montaban en la barca torpemente haciendo que se tambaleara a cada uno que se sentaba.
Rubén soltó una risotada y tomó los remos.
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