Al final Melody y David terminaron subidos en la ambulancia junto con Adele y los paramédicos.
Melody estaba atónita, no dejaba de temblar y evitaba a toda costa ver a su madre en ese estado.
La ambulancia iba a una velocidad extrema, no podían perder tiempo. La sirena ensordecía a Melody y no la dejaba ni pensar. De repente, un trueno apagó el sonido de la ambulancia y las enormes gotas de lluvia comenzaron a golpear el vehículo.
Cuando Melody aclaró un poco su mente tomó se celular del bolsillo de su sudadera y llamó a su padre.

•Narra Simon•

Salí de mi estupor con el sonido del trueno y volteé a ver él ventanal. Las gotas comenzaron a golpear el cristal.
Sin pensar nada más salí corriendo del cubículo. Corrí entre los demás empleados, pasillos, hasta que llegué al ascensor. Tardaba demasiado así que decidí usar las escaleras.
—Simon...—escuché que me llamaban pero no me detuve—. Simon espera...
No esperé.
Bajé los escalones de dos en dos hasta que llegué al estacionamiento. Entré al auto y arranqué sin ningún cuidado.
El guardia de seguridad me vio con extrañeza pero no me detuve a explicarle, solo seguí conduciendo. Llamé a mi hermano en un ataque de desesperación.

•Narrador normal•

Cuando llegaron al hospital, un paramédico abrió las puertas de la ambulancia y Melody volteó hacia el exterior. Detrás de la tupida lluvia pudo ver a una horda de paparazzis que se acercaban a la ambulancia. Los flashes la cegaban. David la cubrió con su cuerpo y se puso de pie para hacer espacio entre los fotógrafos.
—¡Atrás!—gritó con enojo—. Dejen espacio para la camilla.
—Por favor muévanse. No podemos perder tiempo—gritó el paramédico.
Los paparazzis retrocedieron para permitir que bajara Adele. Melody empezó a llorar otra vez de desesperación.
—Señorita baje por el frente—le dijo David.
Melody asintió y siguió a la paramédica.
Bajó por la puerta del conductor y se quedó ahí en la lluvia viendo como los paparazzis intentaban tomar fotos de su madre herida.

•Narra Simon•

Iba a ciento sesenta kilómetros por hora pero tuve que frenar cuando vi una enorme fila de autos. Casi choco con el último de ellos.
Cinco minutos y ningún auto se movió, ni un poco. Volteé a todos lados y con la lluvia casi no percibí que había una calle estrecha a mi derecha. Giré y aceleré. Encendí las luces porque la lluvia ya no me dejaba ver casi nada.
Después de volver a mi camino principal aceleré de nuevo y vi como el hospital se erguía frente a mi.
Estacioné en el primer lugar que encontré. Saqué la llave y bajé sin importarme la lluvia.
Corrí hasta que vi una ambulancia donde estaban bajando a alguien en una camilla. No supe que era Adele hasta que vi a Melody parada al lado de la ambulancia y un grupo enorme de gente al otro lado.
Corrí hasta ella y entonces la vi. Pude ver a Adele en la camilla con los paparazzis rodeándola. Quería ir hacia ellos y decirles que la dejaran en paz pero volteé a ver a Melody y estaba en pleno llanto empapada.
La tomé de la mano y la acerqué a mi. Pareció sorprendida de verme pero su sorpresa duró poco. Un trueno retumbó en nuestros oídos, Melody saltó del susto y se lanzó a mis brazos, la cubrí y dejé que llorara.

•Recuerdo•
—Okay lo siento yo... Oye tu eres la amiga de esa mujer. A... Adele ¿cierto?—dije frunciendo el ceño por culpa de la lluvia—. Soy Simon, el amigo de Jacob. Ven tranquilízate—le extendí la mano.
Adele se me quedó mirando, aun temblando de lo alterada que estaba. Justo en ese momento un trueno la sacó de su estupor y la hizo soltar un grito y cerrar los ojos. Se lanzó a mis brazos, la abracé, intentado calmarla.
—No pasa nada... Todo esta bien—dije con voz tranquila.
•••

Esta vez no tenía palabras para tranquilizar a mi hija. Yo estaba igual de histérico por dentro.
Esperé a que se calmara un poco.

Entramos empapados al hospital. Los paparazzis empezaron a rodearnos.
¿Cómo sucedió...?
¿Quién fue el responsable?
¿Cómo está Adele?
¿En dónde la hirió la bala?
Todas las voces se amontonaban en mi cabeza. Vi como Melody se tapaba los oídos y cerraba los ojos con fuerza. Seguí conduciéndola entre la multitud y David llegó para alejar a los paparazzis.
—No vamos a responder nada porque no sabemos nada. Respeten por el amor de dios—grité furioso.
Los guardias del hospital sacaron a todos y cerraron las puertas del hospital.
El silencio repentino hizo que Melody abriera los ojos y me viera.
—Mi mamá—dijo derrumbándose de nuevo.
—Ven aquí—la abracé y le quité el gorro de la sudadera para acariciar su cabello.
—Simon...—volteé a ver quién me llamaba. Laura caminaba hacia nosotros seguida por su hija—. ¿Dónde está?
—No lo sé, los paparazzis me impidieron ver a dónde se la llevaron.
—Esta en urgencias—dijo David—. La meterán al quirófano de inmediato. Eso dijo el doctor.
—Vamos a la sala de espera—dijo Laura dándome la espalda.
Las seguí.
Entonces recordé algo.
—¿Y Angelo...?—dije viendo a Melody. Ella solo se encogió de hombro mientras seguía llorando.

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