take 7

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Dinah se quedó literalmente en shock cuando observó a la pequeña morena totalmente mojada que lloraba en su puerta cabizbaja y temblando cómo un pequeño pollito. 

—Camila... ¿Q-que demonios? Pasa, pasa. Te vas a morir de hipotermia. —La polinesia dijo horrorizada y tomó del brazo a la morena y la metió a su casa cerrando la pueda. Condujo a Camila hacia un sofá cercano y luego corrió escaleras arriba para tomar una toalla y rápidamente bajar, poniéndola sobre los hombros de la castaña que simplemente seguía llorando silenciosamente con la cabeza gacha.

Dinah no podía creerlo. Esto tenía que ser una broma. Ella nunca había visto a Camila Cabello vulnerable en su vida. Después de ponerle la toalla corrió a la cocina y preparó un té caliente, pues no quería que la chica en su sala colapsara y muriera de frío.

Pero también la menor tenía una batalla mental en su cabeza. ¿Ella debería estar ayudando a Camila? ¿Debería de estar preocupada por ella?

Ella había aprendido muchas cosas de Lauren y una de ellas fue, que no importaba que tan malo pudieses haber sido, todos merecían una segunda oportunidad.

Entonces, tomó la taza y se devolvió a la sala en donde Camila hipaba suavemente.

—Camila... —La llamó notando que la niña no había dicho ni una sola palabra desde que llegó—¿Que te ha pasado? ¿Por que estás aquí? —La muchacha polinesia preguntó poniendo la taza sobre la mesa de café sentándose junto a ella.

—Y-yo v-vine aquí e-expresamente. No me ha... No me ha pasado nada. —La pequeña balbuceó sin mirar a la rubia a los ojos.

—¿y por qué has venido? —Preguntó Dinah con voz suave sin tratar de presionar a la morena. Pero se sorprendió cuándo el labio inferior de Camila comenzó a temblar y volvió a llorar, esta vez más fuerte que antes.

—He venido aquí porque lo siento. —Dijo y cubrió su rostro con sus manos—Soy una perra. Soy una idiota. Y ya no lo soportaba más. Vine aquí para pedirte, que me perdones. No estoy aquí para traerte de vuelta o hacer que vuelvas al grupo, porque yo tampoco voy a volver a el. —Ella sollozo.

Yo he abierto los ojos. Y ya no quiero ser una marioneta del dinero y la superficialidad. Ya no quiero esto. Yo... Perdón. Perdóname por todo el daño que te hice. Perdóname por haberte querido controlar y haberte puesto en contra que gente que no lo merecía yo... 

No sabía lo que hacía, no sabía que quería. Estaba tan falta de atención que hacía de todo para sentirme poderosa y quería que todo girará al rededor de mi y quería... Quería que todo fuera como yo quisiera. Y lo siento. Lo siento. Perdóname de todo corazón por el daño que te hice. Lo siento por no haberte valorado como te lo merecías. Perdóname porque soy una maldita imbécil hija de puta y malcriada y... —Dinah la abrazó. Ella veía que Camila lo necesitaba, estaba a punto de suicidarse psicológicamente insultándose de esa manera a ella misma.

—Está bien, Mila. —Dijo al sentir los sollozos en su hombro—Yo te perdono, Mila. Esta bien, somos humanos y cometemos errores. Así es como es la vida.

—¿P-por que lo haces, por qué no estás odiandome? —Dinah sonrió suavemente, esto le recordaba mucho a Lauren y a ella en el baño hace cinco meses.

Porque una persona muy especial, me enseñó que todos merecemos una segunda oportunidad. —La polinesia susurró y acaricio suavemente la espalda de la pequeña.

Unos minutos después cuándo Camila se había calmado un poco, estrujó suavemente sus ojos con sus puños viéndose adorable incluso habiendo estado llorando.

Thousand Hands (camren)Where stories live. Discover now