- Señorita Woods, he venido a buscarla.

Elizabeth gira sobre sus talones al instante y abraza fuertemente a su hermano. Él se mudó una semana antes que ella para estar con Jessica, su cuñada, y lo había extrañado como loca. No habían estado separados desde que Elizabeth entró a la universidad y no les había sentado bien a ninguno estar separados.

- Hola, joven Woods. - le saluda, todavía son soltarlo. - Te extrañe.
- Y yo a ti, mi pequeña. - le dice, acariciando su cabeza.

Aaron, con el permiso de su madre, había cambiado su primer apellido por el de la persona que había cumplido el rol de padre y que había estado allí para él por la mitad de su vida. El señor Woods no podía estar más feliz, aunque para él era solo un formalismo, para él Aaron era su hijo sin importar el apellido que tuviera.

Al llegar al nuevo apartamento de los Woods, Cameron ayudó a Elizabeth a llevar sus maletas a su habitación y luego volvieron para llevar las maletas de Bany a la habitación de huéspedes. El lugar estaba decorado como su último apartamento en San Diego, cortesía del padre de los hermanos y la primera parte de las cosas de Elizabeth, las que habían sido enviadas con anticipación, ya estaban allí.

- Tu padre hizo una elección muy buena. - le susurra Cameron a Elizabeth mientras la rodea por detrás. - El lugar está muy cerca de mi casa.
- Supongo que contribuiste a eso. - Cameron ríe bajo en su oído y besa su mejilla.
- Digamos que el señor Woods aceptó una sugerencia y lo convencí al decirle que no solo su asombroso yerno vive cerca, sino que también Jessica, su nuera. - dice y luego añade en un tono bajo y seductor: - Hoy cumplimos 18 meses juntos.
- Los mejores 18 meses del mundo. - añade Elizabeth, cerrando sus ojos mientras descansa su cabeza en el pecho de su novio. - Gracias por esto, Cameron, gracias por estar conmigo en las buenas y malas.
- Gracias a ti por no haber desistido en ningún momento, a pesar de que fueron duros los primeros seis meses.

Los primeros seis meses no habían podido verse más que por Skype y esa no había sido una buena forma de comenzar la relación. Muchas veces pelearon porque sus horarios no coincidían e, incluso, Elizabeth pensó que él terminaría su relación. Pero, Cameron la sorprendió con su transferencia a San Diego por todo un semestre y, desde entonces, su relación fue viento en popa.

- No pensaba hacerlo, mi amor. - le asegura ella y se vuelve hacia él para verlo a los ojos. - Estamos juntos en esto, no importa la distancia, los problemas o los obstáculos.
- Te amo, preciosa. - le asegura él, con el corazón latiendo a mil por hora. - Te amo tanto que parece imposible. Te amo cada día más y sé que será así por mucho tiempo.
- Te amo mucho más. - dice antes de besarlo suavemente. - No pienso dejar de hacerlo.
- Eso es bueno porque quería proponerte algo.

El corazón de Elizabeth da un salto en su pecho. A penas va a cumplir 20 años y Cameron va a cumplir 23, no puede estar pensando en el matrimonio, ¿o sí?

Cameron mueve sus manos nerviosamente hasta llegar al bolsillo de su chaqueta. Cuando encuentra lo que busca, lo saca lentamente y se lo muestra a Elizabeth.

- Mi amor, esto es... - balbucea la joven. - Claro que acepto.

Elizabeth besa a Cameron una vez más y le sonríe emocionada.

- Un perrito. - añade la joven de cabello castaño. - Tener un perrito juntos va a ser perfecto.
- Lo sé, es que pienso que eso nos dará una responsabilidad juntos y que, de una u otra forma, nos unirá más. - dice todavía nervioso. Ella causa eso en él.
- Es una gran idea. - dice su novia, a pesar de que en su cabeza sigue la idea del matrimonio.
- ¿Salimos a cenar esta noche? - sugiere Cameron y Elizabeth asiente. - Perfecto, preciosa, ¿te parece ir por sushi?
- Me encantaría. - responde Elizabeth. - Me pondré una chaqueta.
- Te pondrás una de las mías, ¿verdad? - pregunta Cameron con un tono más serio de lo que pensó. - Es que en Los Ángeles hay gente más atrevida que en San Diego. - añade, llevándose una mano a la nuca.
- Mi celoso novio, no te preocupes.
- Lo siento, a veces aflora eso en mi. - su novia le dedica una sonrisa y acaricia sus mejillas con ternura. Ella entiende, ella sabe que él puede llegar a ser sobre protector con ella, pero nada que no haya vivido con sus primos.
- No te preocupes, me pondré una chaqueta tuya. Aunque deberíamos decirle a Thomas que deje de meterte ideas en la cabeza. - mientras Cameron ríe, Elizabeth abre su maleta y lo primero que encuentra es la chaqueta militar que él le presto en su primera visita a Los Ángeles. - Esta es perfecta.
- ¿Recuerdas ese día? - su novia asiente. - Nos llevábamos tan mal que jamás hubiese pensado que llegaríamos a estar en una relación de 18 meses.
- Nos llevábamos tan mal que estuve muy cerca de tomar el primer vuelo de regreso a casa. - añade Elizabeth entre risas. - Pero mira a donde hemos llegado.
- Nuestra historia es muy peculiar, preciosa. - dice el novio de la joven. - Pero no la cambiaría por nada.
- Ni yo, mi amor.

Mientras se ven fijamente en silencio y con una gran sonrisa, ambos agradecen al cielo por haberlos unido y por haber permitido que pasaran por todos esos problemas porque solo los hicieron más fuertes.
Entonces, Elizabeth recuerda aquella galleta de la suerte que leyó hace mucho tiempo y mientras toma la mano de su novio para salir de casa, recuerda lo que dijo: dame tu mejor tiro.

Vaya que este fue el mejor tiro que le pudieron haber lanzado.



Y ha llegado a su fin, espero que les haya gustado y que hayan disfrutado de esto tanto como yo. No saben lo mucho que me ha gustado escribir esta historia para ustedes y lo fan de Cameron que me he vuelto jajaja
Les mando muchos besos a todas y espero poder leernos pronto.
Si quieren ver un poco más de lo que escribo, visítenme en mi perfil personal
Las amo!

Hit me with your best shot.Where stories live. Discover now