Capitulo treinta y cinco.

584 37 0
                                    

- ¿Hamburguesa? - ofrece Thomas, mi primo y el más sobreprotector de toda mi familia. - Están deliciosas. 

- Gracias. - recibo el plato con mi comida y Thomas se aleja con una media sonrisa. 

Clavo mi mirada en el pan y trato de procesar todo lo ocurrido en las últimas dos horas sin comenzar a hiperventilarme.  

Comencemos desde el inicio: Cameron vino desde Los Ángeles y llego a mi casa a mitad de la noche. Keith le hizo la vida imposible durante el desayuno, mi padre se mantuvo neutral y Cameron logró sobrevivir. Cuando pensé que podría tener un respiro del drama y pasar un rato con un buen amigo, Keith organizó un almuerzo sorpresa con mis primos. 

Si, con mis sobreprotectores y dueños de la mirada "nada de hombres cerca de Elizabeth" queridos familiares. 

- Cameron. - levanto la vista hacia él solo para descubrir que ya me está viendo. - Si esto es muy incomodo para ti, podemos...

- Eli, basta. - pide en un tono suave y bajo. - No es como si nos acosaran. 

- ¿Enserio? - arqueo una ceja y señaló hacia la parrilla, desde donde tres de mis primos nos vigilan. 

- Bueno, nos acosan. - acepta él, pero me sorprende que lo haga entre risas. - Pero eso solo significa que te quieren y que eres importante para ellos. 

- Me quieren demasiado. - admito con una sonrisa melancólica, recordando por unos segundos las reuniones familiares con Aaron y papá presentes. - Son duros por fuera, pero son muy tiernos cuando los conoces mejor. 

- Son una gran parte de ti, ¿verdad? 

- Significan mucho para mí. - respondo, devolviéndole la mirada a mis primos. - Me han cuidado desde que tengo memoria, Cameron, y me han recordado cada día cuán valiosa soy por mí misma, no por mi apellido. 

- Lo eres. Eres valiosa, Elizabeth. - Cameron coloca su mano sobre la mía y aprieta mis dedos. - Tu llegas a las vidas de las personas y cambias todo para bien. 

- Cameron, no tienes que decir todo eso solo porque... 

- Es lo que pienso, Eli. - afirma alegre y suelta mi mano para atraer mi cuerpo al suyo. - He intentado entender el efecto que tienes en mi desde el primer día que te vi, pero no fue hasta que subiste a ese avión para ir a Nueva York que me di cuenta de todo. 

Un segundo. Esto va más allá de sólo decirme que soy importante. 

- Elizabeth, tú...

- ¡Eliz! - exclama Keith mientras se acerca a mí con dos vasos de refresco. - Thomas y yo estamos pensando en organizar una cena de gala como en los viejos tiempos. 

- ¿Una cena de gala? - pregunto extrañada. - ¿Qué celebramos?

- ¡Mucho! - exclama Thomas, el mayor de mis primos, apareciendo detrás de Keith. - Tu regreso a Louisiana, tu pronto ingreso a la universidad, el regreso de Keith y... - Thomas se detiene un segundo a mirar a Cameron y su brazo alrededor de mi. - La visita de un amigo.

- Bueno, supongo que una cena de gala seria...

- Increíble. - completa mi oración Keith y me sonríe, seguramente recordando las veces en las que hacía eso cuando eramos novios. - No te preocupes por nada, nosotros lo planearemos.

- Sí, está bien. - respondo, encogiendome de hombros.

- Bien, iré por algo de comer. -dice Keith, manteniendo esa sonrisa en su rostro. - Ten, es té helado. - me extiende uno de los vasos que trajo y lo recibo. - Regreso enseguida. - añade antes de marcharse.

Cameron me dirige una mirada extrañada y no puedo evitar formar una media sonrisa. A él no le cae bien Keith pero no lo dice en voz alta. Sea cual sea la razón que tiene para no demostrarlo, estoy agradecida de que al menos intente no matarlo cuando se acerca a nosotros.

- Keith está de regreso. - mi mirada vuela hacia Thomas. No entiendo por qué ha dicho eso. - ¿Puedes creerlo? Han pasado muchos años y ahora está aquí de nuevo.

- Sí, bueno, no volvió a Lousiana. - digo y siento el brazo de Cameron tensarse alrededor de mi cuerpo. - Y tampoco fue a San Diego. - eso hace que Cameron se relaje un poco. - Según me dijo, se quedará en Los Angeles.

- Pero eso está cerca a San Diego, Bethie. - me recuerda Thomas mientras le da un sorbo a su cerveza. - Y no creo que se quede tranquilo sabiendo que estás a dos horas de distancia. Va a ir a verte siempre que pueda.

- Ya no tiene por qué ir a verme, Thomas, ya no soy su novia.

- Pero lo fuiste. - aprieto la mandibula cuando mi primo dice aquello. - Y ambos sabemos que Keith no pensaba ser tu novio por siempre.

Por favor, callate. No necesite que Cameron sepa eso.

- Somos amigos, Thomas, solo eso. - mi primo se encoge de hombros y se aleja a paso firme por el jardín hasta llegar con Ben, su hermano.

- Tengo la ligera impresión de que Thomas quiere que regreses con Keith. - comenta Cameron.

Me quedo en silencio un rato, sintiendo como mi cabeza sube y baja al compás de su respiración.

- Tienen una buena impresión de él, es todo. - digo, levantando la mirada hacia él. - ¿Podemos dejar de hablar de él?

- ¿De qué quieres hablar? - me pregunta, curvando la  comisura de sus labios.

- De lo que tú quieras. - respondo.

- ¿Por qué no me haces una pregunta? Responderé lo que tú quieras.

- Está bien. - accedo. - Antes no te caía bien, pero ¿qué hay de ahora?

- Antes temía que fuesen a cambiar las cosas por tu presencia. - me corrige con tranquilidad. - Ahora temo que mi vida no sería la misma sin ti.












Hit me with your best shot.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora