Capítulo 55. Dragones, Grandes y Pequeños.

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Fue entonces cuando se me ocurrió que lo extrañaría. 

Es decir, estaba plenamente consciente de que cada uno de nosotros iría a casa para las vacaciones de verano y que no nos veríamos por dos meses; pero en ese momento lo tomé en cuenta.

Debo estar loco como para extrañar a Leo Valdez.

Pero su presencia era estimada, igual que la de Jason, que aunque a veces él y su complejo de líder eran insoportables, se había convertido en una parte del día a día. Extrañaría a Piper y su extraña repulsión a llamar la atención, extrañaría a Frank y a su timidez, a Hazel y a su característica dulzura, a Nico y a su odio hacia todo ser viviente, a Thalia y a su sarcasmo e irreverencia.

Y sobre todo, extrañaría a Annabeth. 

¿Es necesario decir por qué?

*****

Our lawyer made us change the name of this song so we wouldn't get sued, de Fall Out Boy sonaba a través de los audífonos que Annabeth me había regalado la pasada navidad, casi seis meses atrás. Era mi último fin de semana en la academia, antes de volver a casa.

La piscina estaba prácticamente desierta desde que habíamos ganado la temporada de natación, y ni siquiera yo había puesto un pie ahí en los últimos meses.

El agua se sentía como mi hogar. Mis brazos cortaban la superficie con rápidos movimientos y, aunque no podía escuchar el chapoteo de mis pies al golpear el agua por la música, sabía que estaba ahí, haciéndome sentir como en casa.

No estoy seguro de cuánto tiempo estuve nadando, pero paré cuando el cielo se tiñó de un color anaranjado, y la brisa se incorporó de nuevo, sacudiendo los vidrios de la piscina.

Mientras me cambiaba, mi teléfono comenzó a vibrar. Al principio creí que era Annabeth, pero cuando leí la pantalla, cuatro letras que no había visto en mi celular desde hace meses brillaron en la pantalla.

Mamá. Fruncí el ceño, pero mis dedos se apresuraron a tomar el teléfono, ansiosos de escuchar la extrañada voz.

 - ¿Percy? - su voz hizo que mi corazón se retorciera. Cuánto la había extrañado. Las palabras parecieron atorarse en mi garganta, pero no importó, porque ella siguió hablando - ¡Oh, cariño! Te extraño tanto... pero nos veremos en una semana, gracias a Dios. ¿Qué tal todo por allí?

Le ordené a mi boca que se moviese. 

 - ¿Mamá? - pregunté. Me sentí estúpido de inmediato, pero las palabras ya habían sido dichas.

Ella soltó una risita. - Sí, cariño - dijo - Yo también te quiero.

La conversación prosiguió con mayor fluidez, pero no le estaba prestando mucha atención. Solo dejé que el sonido de su voz me recorriera, perforando cada centímetro de mi piel, haciendo que sintiera una preciada calidez que hace tiempo no llegaba a experimentar.

Dejé que ella hablara mientras yo jugueteaba con un hilo suelto en mi camiseta, imaginándomela a mi lado. Sin embargo, tuve que concentrarme cuando soltó ciertas palabras.

 - Percy, hay algo importante que tengo que decirte.

 - ¿Si? - dije, mi estómago dando una voltereta de 360 grados. La última vez que pronunció esas palabras, Paul Boflis había entrado por mi puerta, una tímida sonrisa en su rostro. 

You and me (Percabeth)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora