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La mente de Kendall estaba destrozada por lo que había ocurrido hace una hora. Ni ella misma podía aceptar el hecho de que haya hecho cosas que podían excitar a Justin, para que luego estuviera enamorado. No podía dormir, no paraba de llorar, le gustaba Justin, pero aun no lo notaba, fue el primer chico excitó.

—Mierda.-sollozó mil horas sin poder parar.—¿Por qué yo?

Sabía que en su corazón aun había dolor y abandono, pero no podía aceptarlo, se echaba la culpa de todo lo que había sucedido con su pequeña hermana. Se odiaba a sí misma, la camisa de Justin estaba mojada por todas las lágrimas que había soltado...

—¿Kendall?—entró a la habitación Justin.—Ven.

—No. Dejame aquí.—se le escapo otra lágrima más.

—Se que estuvo mal... Te quería explicar.—insistió.

—¿Qué me vas a explicar? ¿qué solo querías tener sexo conmigo? Y ¿qué soy una maldita y estúpida misión? Ya tuve claro que solo soy una misión para ti.. —y ahí fue otro par de lágrimas mas.

—Nena, no...—le tocó la mejilla para limpiar sus lágrimas, le alzo el mentón para que pudiera verlo mejor.—No eres una misión, para mi no, por eso deje la misión en espera. Solo quiero que estés bien, realmente. Ella es una compañera de el cuartel, era el amor de mi vida, hasta que se caso. No mal pienses esto, no te quiero únicamente para sexo.

—¿amor de vida?— calmandose un poco de lo que había ocurrido.

—Sí, era el amor de mi vida. Se casó y ya no hubieron más oportunidades, así que de eso no te preocupes, esta casada.—explicó.

—¿Por qué nunca le dijiste?

—Era difícil, ella estaba enamorada de otra persona y ese amor era por siempre, y hoy en día están casados... Así que era mejor no molestar.—dijo seco, para el ese tema era muy delicado.—Además, ¿qué hacemos hablando de eso?

—Curiosidad...—dijo Kendall con voz de una pequeña niña en busca de amor.

Justin la abrazo, la tomo de las manos y la abrazo un abrazo de esos que no quieres que jamás te suelten ella realmente necesitaba ayuda y amor, ese chico hacía que su mente se despejara del trabajo y todo lo que había al rededor en su vida que era lo malo.

—¿Tienes sueño?—preguntó Justin.

—No.

Justin la tomo de la mano, y se acostaron en la cama que había al lado. Era un momento tierno, no de esos típicos que llevaban al sexo de inmediato, era un momento tierno en los que podían hablar y estar acostados a la vez, sin tener sexo. Aunque obviamente que Justin quería demasiado sexo con ella, pero se limitaba un poco, ya que era la misión, y tarde o temprano tenía que matarla.

—Te quiero, gracias...—dijo Kendall bostezando, y quedándose dormida en los brazos de Justin.

El miro su pequeña cara y esas pestañas largas que tenía, la vio cerrar los ojos quedando en profundo sueño.

Justin le gustaba, pero no quería aceptarlo.

Entraron en un profundo sueño los dos, ahora los dos durmieron muy cómodo con piel y piel, el no tenía camisa y ella solo llevaba una camisa de el. Y eso la hacía sentir muy bien. Le encantaba.

Kendall despertó y no se encontraba Justin a su lado. Intento pararse pero recordó lo muy ebria que estaba ayer así que no sería fácil pararse de la cama.

—Maldita sea.—se sobo la cabeza.

Justin escuche una voz, y en seguida subió rápido a la habitación en la que estaba Kendall y se encontró con ella tratando de pararse.

—¿La resaca?—se rió.—Acuestate ya te traigo algo.

Se acostó y en seguida la cabeza le empezó a doler. Justin no había subido por nada en el mundo, y comenzaba a preocuparse. Recordó todo lo que había pasado la noche de ayer... El alcohol, la chica rubia, el amor de su vida, las lágrimas, la muerte de su hermana menor, para ella era muy difícil.

—Aquí te traigo un té que hace mi madre cuando tengo una resaca.—le entrego una taza.

Le dedicó una sonrisa muy tierna. Y el asintió y se fue...

Agarro su teléfono de la mesa de noche que se encontraba al lado de la cama y vio que tenía veintiocho llamadas perdidas de la niñera. No había recordado que dejo a su hermano con alguien. Intentó llamar.

—¿Hola?—respondieron al otro lado del teléfono una voz masculina.

—¿Quien es?

—Tranquila Kendall. Tu hermano esta apunto de morir.— respondió una voz masculina.

—¿Quién es?—preguntó nerviosa.

—Vamos Kendall, ¿crees qué tu hermana murió de la nada? Venganza es venganza, ¿no crees?—preguntó y se rió hipócritamente.

—¿Qui-quien es?—preguntó.

—Nos vemos aquí en tú casa, cariño.—y trancó.

the police. »j.b  Where stories live. Discover now