-Aún te quiero-Las palabras se escaparon de mi boca sin poder remediarlo. Lydia se giró a mirarme con cara afectada por mi confesión.

-Stiles...

-Ya, ya lo sé. Prometida y eso-respondí triste-. Está bien, no tienes que decirme nada. Simplemente quería que lo supieses antes de que me marchara, nada más.

Lydia iba a responder, pero un grito se lo impidió. Era la hija de una de las familias, que estaba discutiendo con Liam.

- ¡Suelta mi muñeca! -gritó la niña.

Viendo la situación, Lydia y yo corrimos a intervenir. Liam no parecía ser él, estaba completamente fuera de sí. Tenía los ojos llenos de rabia y solamente podía significar una cosa: ataque de ira.

-Liam-dije tratando de calmarle, pero él no parecía oírme. Agarré su mano, que él comenzó a apretar fuertemente, llegando incluso a hacerme daño-. Liam, me haces daño.

Pero no reaccionaba. Busqué a Lydia con la mirada, quizá ella pudiese hacer algo. Ella se agachó quedando frente a Liam.

-Liam, mírame. Piensa en cosas bonitas, en cosas buenas, como la familia. No, no familia... -Lydia le puso las manos en la cara, intentando tranquilizarle-. ¿Sabes qué tres cosas no se pueden esconder? -La pregunta pareció llamar la atención de Liam, que soltó mi agarre-. El sol, la luna y la verdad. Repite conmigo, sol, luna y verdad.

-Sol, luna, verdad-empezó a decir Liam, calmándose poco a poco con cada repetición, hasta volver a estar normal-. Gracias mamá. Eres muy inteligente.

Lydia sonrió y después me miró. Sabía que lo de inteligente le había recordado a nosotros, lo notaba en su mirada.

...

El día había sido muy largo. Después de tanto turismo estaba cansado, simplemente quería irme a dormir.

- ¿Vendrá tu compañera hoy? -pregunté, a lo que Lydia negó con la cabeza-. Perfecto, dormiré en su cama. Así Liam puede dormir contigo y nadie usará el sofá.

De la nada, Liam empezó a correr camino a la habitación de Daisy, cerrando la puerta. Resoplé y le seguí, dando toques a la puerta.

-Liam, abre. Tengo que dormir ahí.

- ¡No! ¡Yo dormiré aquí! -gritó.

-Vamos, no seas malo-insistí.

- ¡No! ¡Tú dormirás con mamá, no yo!

Resignado, me giré a mirar a Lydia. Liam no parecía por la labor de hacerme caso, así que sólo me quedaba preguntarle a ella.

- ¿Está bien si duermo en tu cama? Sino no te preocupes, dormiré en el sofá.

-Como si pudieses dormir mucho. Tienes ojeras-dijo señalando mi debajo de mis ojos-. Puedes dormir conmigo, no pasa nada.

Lydia se fue a preparar la cama, mientras yo esperaba en el salón. La puerta de la habitación de Liam se abrió, asomándose Liam a mirarme.

-Eres un granuja. ¿Por qué has hecho eso?

-Porque quiero que estéis juntos. Además, sé que tú también querías. Buenas noches-dijo antes de cerrar la puerta.

Yo no pude evitar sonreír, hasta él me estaba ayudando en esto.

- ¿Stiles? Puedes venir cuando quieras.

Ante el llamado de Lydia, acudí rápidamente a la habitación. Lydia estaba sentada en la cama con un camisón corto, por lo que me fue imposible no mirarle las piernas. Me maldije a mí mismo por hacerlo. Me quité la camiseta y me metí en la cama, lo más alejado posible de Lydia. No por mí, ya que yo estaría lo más pegado a ella que pudiese, pero no estaba bien.

Ella se metió en la cama y se giró dándome la espalda. Yo no me moví, seguí en mi posición mirándola. Al cabo de unos minutos ella se giró, quedando boca arriba. Al cambiar de de posición su mano rozó la mía, peor la apartó de inmediato. Yo sin embargo no quería dejarlo ahí, por lo que puse mi mano encima de la suya, acariciándola lentamente. Oí a Lydia suspirar, a la vez que cerraba los ojos.

-No-susurró ella -Esto no está bien.

-Pero se siente bien, ¿no es así? -Lydia tragó saliva antes de asentir con la cabeza.

-No puede ser. Me voy a casar, no debe ser así-parecía que Lydia estaba discutiendo con ella misma, por lo que decidí intervenir.

-Sé que sientes lo mismo que yo, incluso después de todo este tiempo. Deja de luchar contra ello.

-Lo haré si me prometes una cosa.

- ¿Qué es?

-Cuando te vayas no vuelvas a llamar. Liam sí, pero tú no. ¿Lo harás?
-Si así dejas de resistirte lo haré. Te lo prometo.

-Bien.

Lydia giró su cuerpo quedando frente a mí y avanzó acortando la distancia. Sin que yo me lo esperara, me besó. Me pilló un poco por sorpresa, pero no dudé a la hora de corresponderle. Sus labios sabían igual que hace cuatro años, y seguían dejándome sin sentido. Abrí la boca más pidiendo permiso para pasar mi lengua a su boca, permiso que me concedió. Nuestras lenguas luchaban juntas, era una batalla. Cogí una de las piernas desnudas de Lydia y la puse sobre la mía, haciendo que enredase su pierna en mi cintura. Lydia llevó sus manos a mi pecho desnudo, tocando desesperada. Yo no aguanté más y paré de besarla para quitarle el camisón, dejándola tan sólo en ropa interior. Me senté en la cama acomodando a Lydia encima de mí. Entre besos, desabroché su sujetador, dejándola completamente expuesta ante mí. Ella se cubrió con sus brazos, los cuales aparté delicadamente.

-Eres preciosa, no debes taparte nada.

-Al final me lo acabaré creyendo, ¿sabes? -Ella acercó su cuerpo, de manera que nuestros torsos se rozaban.

-Bien, porque así debe de ser-dije sonriendo antes de besarle el cuello.

Sin más dilación, el resto de ropa que nos quedaba fue a parar a algún rincón de la habitación, eso no importaba. Lo único que importaba es que Lydia estaba siendo mía esa noche, que nuestros cuerpos se habían fundido en uno solo, entre jadeos y suspiros.

Lydia se quedó dormida sobre mi pecho completamente desnuda, por lo que la tapé un poco con la sábana. No creía que fuese capaz de olvidar esta noche, la última noche.

This is (not) our baby || StydiaWhere stories live. Discover now