11.

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Lydia POV

No podía haber pasado un sábado más incómodo nunca. Stiles pretendía pasar el día conmigo, pero dados los últimos acontecimientos, no lo hizo. Me pidió perdón de nuevo y me dijo que se iría con Scott, cosa que agradecí. Es decir, Stiles me había visto desnuda de ombligo para arriba, era muy incómodo. No creo que pueda olvidar la vergüenza pasada y la mirada de sorpresa en sus ojos. Maldito Stiles, ahora solamente había más tensión.

Por ello, decidí pasar la tarde del sábado en casa con Liam. Busqué un poco de información sobre los cuidados y actividades de bebés a partir de su edad. Por lo visto, si el bebé quería, podría empezar a gatear. A mí me hacía mucha ilusión, pero no podía obligarle. Me acerqué a su zona de juegos y alejé un poco algunos juguetes de su lado. Si los quería, tendría que intentar moverse a por ellos, ya veríamos si surgía efecto. Sin embargo, no lo hizo. Liam empezó a golpear el suelo y con los golpes, los juguetes comenzaron a moverse por el rebote. Esto solo hizo que golpeara más, acercando hacia él algunos juguetes.

—Ley del mínimo esfuerzo, ¿eh? —Pregunté en voz alta, aunque no iba a tener contestación—. Parece que estás aprendiendo demasiadas cosas de Stiles, así mal. Tienes que tenerme a mí como ejemplo, no a él—reproché con una sonrisa—. No es que sea malo, al contrario, pero... Basta—. Mi cabeza estaba empezando a pensar cosas que no debía y decidí pararme de inmediato.

Fui a la habitación a coger mi ordenador portátil, haría alguna tarea de la universidad. No era algo apasionante, pero tenía que hacerlo. ¿Qué mejor momento que sola y con Liam entretenido? Pasé gran parte de mis apuntes de la semana, acabaría el resto mañana. No fue tarea fácil, pero con esfuerzo y atención acabé antes de lo previsto.

El sonido del timbre de mi puerta me sobresaltó. ¿Quién sería? Lo más seguro es que fuese Stiles, aunque él me dijo que saldría con Scott... Me levanté y fui a abrir la puerta. La persona tras ella no era para nada la que esperaba ver. Era la mujer de la agencia inmobiliaria, con no muy buena cara.

—Buenas tardes, señora. ¿Qué le trae por aquí? —Yo intenté ser lo más educada posible, aunque su expresión no varió. ¿Qué le pasaría?

—Señorita Martin. Debo decir que es usted una gran estratega y buena mentirosa, consiguió engañarme a mí—. La mujer se cruzó de brazos. Yo no entendía nada.

—Con todo mi respeto, pero no sé de lo que me está hablando. ¿Mentirosa?

—Sí, mentirosa usted, señorita. ¿Se acuerda de lo que me dijo antes de venir a vivir aquí? —Yo intenté hacer memoria, pero no sabía. Recuerdo que le dije lo que fuese para obtener el piso, pero nada destacable. Al ver que yo no contestaba, continuó hablando—. Que el piso sería para usted sola, para vivir cerca de la universidad. Y no es así.

—Pero sí vivo sol... —Entonces caí en la cuenta de que ya no vivía sola, que Liam vivía conmigo—. El bebé no vive conmigo sola, también con el vecino—. La mujer no daba crédito a lo que oía.

— ¡Vaya, mucho mejor! Se hace cargo de un bebé con el vecino de enfrente, bravo. No sé si el bebé será suyo o no...

—No lo es—. Interrumpí, a lo que ella me fulminó con la mirada—. Perdón.

—Pero el trato era el piso para usted sola sin ninguna queja. Y aunque no ha tenido ninguna queja, se ha burlado de mí. Y uno de mis defectos es que soy muy rencorosa. No quería llegar a este extremo, pero me ha obligado—. Mi cara pasó de preocupación a verdadero espanto—. Ya no puede vivir en esta casa, tendrá que marcharse.

—No, señora, no. La necesito para vivir junto a la universidad, no lo haga, por favor—. Yo suplicaba de todas las maneras posibles, pero nada parecía ablandarla.

This is (not) our baby || StydiaOnde as histórias ganham vida. Descobre agora