14.

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Stiles POV

Me desperté agitado, seguramente debido a una pesadilla. Ahora mismo no recordaba nada, pero estaba casi seguro de que era así. Me giré en la cama para tranquilizarme, y para mi sorpresa, el cuerpo de Lydia estaba casi pegado al mío. No nos estábamos rozando, aunque faltaba muy poco para ello. Ella dormía boca arriba, tranquilamente. Nunca me había percatado de la forma de su nariz de perfil, o del grosor de sus labios hasta este momento. Incluso dormida, se veía preciosa. Sí, preciosa. Me tomó completamente desprevenido el comentario de Lydia, casi pidiéndome que volviese a llamarla así. Yo lo hice, pero manteniendo las distancias. Y pensar que estuvimos a punto de besarnos... ¿Quería besar a Lydia? Por supuesto, claro que lo quería. Pero no se sentía correcto, no con ella...

El sonido de Lydia incorporándose en la cama me sobresaltó, parecía que iba a despertarse. Rápidamente cerré los ojos, no quería que viese que la estaba mirando, y menos con cara de tonto enamorado. No, enamorado no. Escuché la respiración de Lydia cambiar, significado de que sí, estaba despierta. Lentamente abrí mis ojos, para encontrarme con los de ella, que ya estaban posados en mi rostro. Aún se podía palpar la tensión el ambiente, pero decidí ignorarlo.

—Buenos días—dijo ella, con voz de recién levantada. Aún así, seguía teniendo voz dulce, rasposa pero dulce.

—Buenos días. ¿Qué tal has dormido? —Mi voz sonaba mucho más grave que de costumbre y Lydia pareció notarlo también.

—Bien, me quedé dormida enseguida. ¿Tú?

—No te voy a mentir, he dormido estupendamente. Mucho mejor que en ese colchón—. Lydia me sonrió tímidamente. Adoraba las sonrisas tímidas, especialmente las suya.

— ¿Liam no se ha despertado aún?

—Parece que no. ¿Deberíamos despertarle? —Lydia asintió poco segura, para después levantarse de la cama. Yo hice lo mismo que ella, pero ella se me quedó mirando, más bien a mi torso desnudo—. Oh, lo siento. Ya me pongo una camiseta.

—No te preocupes. Bueno sí, mejor póntela—vi que Lydia estaba completamente colorada. ¿Por mí? —Bueno, haz lo que quieras, es tu cuerpo.

— ¿Te pasa algo? Estás muy rara, Lydia—comenté preocupado. ¿Estaría enferma?

—No, estoy bien. Me he levantado con el pie izquierdo, eso es todo.

—Bueno, eres zurda. ¿No es eso lo que hacéis? —Pregunté sarcástico, intentando darle un tono más cómico a la conversación.

—Muy gracioso. No te metas con los zurdos, tenemos la vida mucho más complicada que los diestros—dijo para defenderse, de manera adorable.

—Tú además lo tendrás más complicado que el resto de zurdos. Eres zurda, pelirroja y con ojos verdes. Si estuviésemos en la Edad Media, te habrían quemado en la hoguera por bruja, ¿lo sabías?

—Por suerte no lo estamos—. Lydia rodó los ojos—. ¿Siempre te levantas con este humor?

—Solo cuando me levanto con una chica en la cama, que es muy a menudo—. En el momento en que dije esto, me arrepentí. El comentario, que intentaba ser una broma, estaba totalmente fuera de lugar. Tenía que arreglarlo—. Bueno, pero ninguna está vestida, excepto tú. Y siempre me voy antes de que se despierten.

—Si estás intentando arreglarlo así, no lo has hecho—. Lydia salió de la habitación camino al baño y yo me golpeé en la frente. Idiota.

Fui a la cuna de Liam y le toqué suavemente el brazo, para ver si se despertaba. Lo logré, porque poco a poco el bebé abrió los ojos. Cuando los abrió por completo me quedé impresionado. ¿Siempre habían sido tan azules? Le cogí entre mis brazos y le llevé a la cocina, era su hora de desayunar. Cogí su biberón y lo preparé, poniéndolo en el microondas para que se calentase la leche. Lydia salió del baño y entró en la cocina, dándole un beso al bebé en la frente.

—Hey, Lydia—dije intentando llamar su atención. Sin embargo, no sirvió de mucho, ya que pasó completamente de mí—. Luces como si fueras a ignorarme. No me ignores, por favor. ¡Lo siento! No debí haber dicho eso, perdóname.

— ¿Te arrepientes de verdad? —Lydia inspeccionaba mi rostro, intentando encontrar algún gesto o símbolo que le indicase que estaba mintiendo. Pero no lo encontraría, porque yo lo sentía de verdad—. Está bien, te perdono. Pero para la próxima vez no lo haré.

—Me apuntaré eso, no hablar de otras chicas con tu compañera de piso.

—Mejor así—. Lydia se acercó a la encimera de la cocina, dispuesta a prepararse el desayuno.

Cogió un tazón y lo llenó con leche. Después intentó alcanzar la caja de cereales que guardaba en mi armario de arriba, que estaba demasiado alto para ella. Acerqué mi cuerpo al suyo por detrás y cogí su brazo suavemente. Después estiré mi brazo y el suyo con él, para alcanzar los dos los cereales. Lydia se giró rápidamente, quedando pegada a mi cuerpo, nuestros rostros enfrentados. Parecía que no daba crédito a lo que acababa de vivir, porque su respiración estaba agitada.

— ¿Por qué hiciste eso? —Preguntó con nerviosismo en su voz.

—Bueno, no llegabas a los cereales... Quería ayudarte, nada más.

—Gracias—. Ella me miraba perpleja. Sus ojos miraron un momento mis labios, y yo mordí mi labio inferior inconscientemente. Después sonrió tímidamente, sin dejar de mirarme. Podía ver que sus pupilas estaban más grandes en este momento.

— ¿Por qué me miras así? —Pregunté curioso. Esa mirada no hacía nada bueno a mi cabeza, definitivamente. Piensa en otras cosas, Stiles.

—Oh, no te estoy mirando de ninguna manera. Solamente quiero que me dejes meter el tazón en el microondas, estás delante.

—Claro, perdona—. Yo me aparté rápidamente de la encimera y fui a darle de desayunar a Liam. Podía sentir la mirada de Lydia constantemente sobre mí, me ponía muy nervioso.

...

Después de desayunar, me vestí deprisa, necesitaba salir de casa ya. Cogí mis llaves de casa y antes de salir, Lydia se plantó frente a la puerta. No, por favor, no me lo hagas más difícil.

— ¿Vas a algún sitio? —preguntó de brazos cruzados.

—Sí, iré a ver a Scott—mentí. No quería que supiese donde iba a ir en realidad, no quería preguntas ahora—. Es probable que vuelva por la tarde o incluso de noche. No te importa, ¿no?

—No, supongo que no. Pero entonces otro día debes cuidar a Liam por mí, ya que hoy estaré todo el día con él. Que te vaya bien—. Lydia se acercó a mí para darme dos besos, pero yo me aparté antes de que lo hiciese.

—Adiós, Lydia—. Cerré la puerta y suspiré, ya tranquilo.

Nada más salir del portal, saqué mi teléfono y marqué el número que creía más conveniente en esta ocasión.

— ¿Malia? Sí, soy Stiles. Siento molestarte pero necesito verte. ¿Estás disponible ahora? Sí, te dije que sería cosa de una vez pero ya sabes... Sin sentimientos, ya sabes. Te necesito, cuanto antes. Voy ya para tu casa, te quiero ya para mí—. Colgué tras terminar la conversación, montándome en mi jeep.

Conduje hasta la casa de Malia, con un montón de remordimientos en la cabeza. No estaba bien lo que iba a hacer, pero era la única forma de acabar con estos sentimientos interiores. Sin embargo, no sabía si Malia conseguiría mantenerme distraído todo el día. Supongo que sí, porque yo ya había estado con ella y era una experta, sería un día placentero, literalmente. Aún así, no creía que fuese poder apartar la imagen de Lydia de mi cabeza, pero tenía que intentarlo. Como me había mirado hoy, el casi beso... Mucho para mí, me estaba volviendo loco. Solamente esperaba que no se enterase de donde estaba yendo y lo que iba a hacer en realidad.

This is (not) our baby || StydiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora