25.

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Stiles POV

El viaje en avión fue extremadamente largo, algo que yo ya sabía, pero no Liam, al parecer. Se lo avisé varias veces, pero no escuchó, solamente le importaba ver a Lydia. Y para que mentirnos, a mí también.

En estos cuatro años habían pasado muchas cosas, pero mi vida no había cambiado drásticamente, al menos no demasiado. No podría decir lo mismo de Lydia. Su vida había dado un giro de 180 grados, cambiando de gente, aires e incluso de país. El no haber hablado con ella había sido algo muy duro, pues echaba de menos tener alguna conversación corriente con ella. Echaba de menos hasta las discusiones del principio, fíjate.

— ¿Falta mucho?

Liam estaba ansioso por llegar, llevábamos ya muchas horas de vuelo. Y para un niño, se hacía más pesado incluso que para un adulto. Se había pasado parte del viaje dormido, pero aunque lo hubiese hecho durante todo el trayecto, habría preguntado igualmente.

—Queda media hora solamente, pequeño.

—Papá, ¿cómo vamos a encontrar a mamá? ¿Sabes dónde vive?

—Exactamente no, pero tengo su dirección, Kira me la dio.

— ¿Quién es Kira? ¿La conozco?

—Es una amiga, te cuidó alguna que otra vez, al igual que Scott. Cuando volvamos les conocerás, te lo prometo.

...

— ¿Estás seguro que es por aquí? ¿No nos hemos perdido?

—No hijo, vamos bien—En realidad no lo sabía, pero no quería preocuparle—. Ahora tenemos que coger el metro de Londres. No te separes de mí, podrías perderte.

—No, no nos volveremos a separar. Tú lo dijiste—. Sonreí al pequeño, antes de acariciarle la cabeza. Era un niño muy tierno, parecía imposible que habiendo vivido tantos años con sus padres no hubiese adquirido nada de ellos. Demasiado raro...

—Liam, ¿hay algún comportamiento o algo raro de tus padres que hagas tú?

—Sí, tengo problemas cuando me enfado. Me enfado mucho mucho y a veces he roto mis juguetes. Bueno, los de los otros niños, más bien.

—Problemas de ira —respondí, sabiendo de sobra lo que significaba—. Bueno, podremos vivir con ello, al igual que podemos vivir con tu asma.

Montamos en el metro, el cual estaba repleto de gente. Un vagón estaba lleno de estudiantes, que supuse que irían al colegio o a alguna excursión. En los demás había gente de todo tipo, desde trabajadores a familias, personas con prisa y personas tranquilas, incluso alguna que se había quedado dormida. Vi que todos los asientos estaban ocupados, por lo que no me quedaba más remedio que quedarme de pie. Cogí a Liam en brazos, asegurándome de que así estaba a salvo.

El metro iba muy rápido, las paradas llegaban en un momento y, si andabas un poco despistado, podrías pasártela. Me tocó preguntar a una mujer por la parada de Picadilly, ya que Lydia vivía por esa zona. Ella me respondió en un perfecto acento británico que era la siguiente.

Cuando llegamos a la parada, bajé deprisa, antes de que se marchara. Había llegado al barrio, el cual había visto ya en películas e informativos. Tras deambular por las calles sin éxito, encontramos la calle en la que vivía Lydia. Fui mirando portal por portal el número, hasta que llegué al suyo, el 11. Armándome de valor llamé a su casa, la cual, por casualidad o no, coincidía con la antigua: tercero B. Una voz dulce contestó, una que claramente no correspondía con la de Lydia. Supuse que sería su compañera, Daisy creo que me dijo Kira que se llamaba.

Según monté en el ascensor con Liam, mis nervios fueron aumentando. Notaba mi corazón acelerarse a cada segundo, parecía que se me iba a salir por la boca.

—Tranquilo papá, todo saldrá bien. Lo sé.

—Ojalá tengas razón, ojalá la tengas.

Me paré frente a la puerta y, tomando aire previamente, llamé. Oí un par de gritos en el interior, supuse que peleándose por quien abriría la puerta. Finalmente la puerta se abrió, y mi respiración se cortó por completo.

Lydia estaba al otro lado de la puerta. No había cambiado mucho en estos cuatros años, a pesar de su pelo, que estaba más largo y más ondulado, haciéndolo ver más bonito. Mi cara de embobado en estos momentos no tenía precio, era como si tuviese frente a mí a un ángel.

— ¿Stiles? —No podría describir la expresión de Lydia. Claramente estaba sorprendida, aunque no solamente eso.

No sabía cómo entablar conversación después de estos cuatro años, por lo que recurrí a algo que era personal, algo de los dos.

—Hola preciosa. ¿Me echabas de menos? —pregunté con una pequeña sonrisa. Como si no hubiese pasado el tiempo, Lydia se puso colorada, algo que solía hacer anteriormente.

— ¿Qué... haces aquí? ¿Y quién es el niño? —Liam pareció un poco decepcionado porque Lydia no le hubiese reconocido, así que le puse una mano en su hombro a modo de consuelo.

—Fue él quién me convenció de venir. ¿De verdad no te suena?

Lydia se agachó quedando a la altura del pequeño. Inspeccionó a Liam con su mirada, como si intentase ver a través. Supe que su cerebro hizo clic por su cara de emoción.

— ¿Liam? —El pequeño frente a ella asintió.

Liam saltó a los brazos de Lydia, que le cogió con lágrimas en los ojos. Yo me limité a mirarles desde arriba, con cara de auténtico orgullo, porque así era. Madre e hijo se acababan de encontrar. Sabía lo importante que era para los dos, nadie tenía que decírmelo.

Tras fundirse en un abrazo, Lydia y Liam se separaron, mirándose a los ojos con dulzura y amor, aunque no fuese romántico.

—Pero, ¿cómo es posible? ¿Qué haces con Stiles?

—Stiles es mi papá. Tú eras mi mamá, ¿lo recuerdas?

—Sí... Nunca pude olvidarte pequeño — Las palabras de Lydia iban dirigidas a Liam, pero en cierto modo me gustaría que me dedicase alguna palabra así a mí.

— ¿Puedo usar el baño? Papá se perdió y me tuve que aguantar, no puedo más.

—Claro—respondió riéndose —. Segunda puerta, todo recto.

Liam entró corriendo a la casa, dejándonos a Lydia y a mí solos. Había llegado el momento de la verdad.

— ¿De verdad cruzaste un océano para verme?

—Lo hice principalmente por Liam, pero sí. Lo hice.

—Ha pasado mucho tiempo...

—Sí, cinco años, pero quien lleva la cuenta...

—Yo lo hago.

Miré a Lydia esperanzado, pero ella parecía estar perdida, fuera de sí.

— ¿Dónde os quedaréis?

—Había pensado quedarme en un motel o así, ya que sólo serán dos noches —Lydia negó con la cabeza —. ¿Qué ocurre?

—De ninguna manera dejaré que durmais en un cuartucho con poca higiene. Dormireis aquí. Al fin y al cabo, tú lo hiciste por mí en el pasado.

—Y lo haría unas mil veces más, preciosa. De verdad que sí.

This is (not) our baby || StydiaWo Geschichten leben. Entdecke jetzt