29.

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Luego de un largo vuelo y una pequeña discusión sobre quien llevaba a quien, me encontraba en casa descansando, observando el reloj en mi celular como si se tratara de algo realmente interesante.

Y tal vez lo era.

Dash pasaría por mí en menos de dos horas, y yo no había movido un solo musculo desde que me trajo a casa. Estaba agotada, pero había prometido acompañarlo, y no tenía la fuerza suficiente para romper esa promesa.

Pero todo parecía ponerse en mi contra al poner un pie de vuelta en Nueva York. Mi regla había llegado y con ello los cólicos incesantes. Mi frente mantiene el ceño en su lugar cuando el dolor me aborda nuevamente.

Tener que lidiar con tareas atrasadas, regreso a la universidad, y el periodo, parecía tornarse más difícil de lo habitual.

Mi teléfono suena justo cuando vuelvo a dejarlo sobre la cama y con un gruñido, contesto sin revisar la pantalla.

—Holly aquí.

—Suenas como si estuvieras muriendo —La voz de Dash retumba al otro lado de la línea, haciéndome patear la cama. ¿Por qué tenía que llamar él? Justamente la misma persona que se encargaba de hacerme sentir incomoda cuando hablaba de mi periodo—. Creí que dormías.

—Algo así —Mi voz es un murmuro, y pongo los ojos en blanco cuando otro calambre me aborda—. Dash, ¿qué quieres?

—Amana está siendo un grano en el culo y busco un lugar donde esconderme.

—Mi casa no es un buen lugar —Me giro casi inconscientemente, encontrando un poco de alivio cuando mi vientre toca el cómodo cobertor—. Llama a Ethan... o Colin.

—No jodas con eso, Holly.

—No estoy jodiendote, Dash —Gruño, sintiendo como mis músculos se relajan—. Sólo no me siento bien, ¿vale? Recuerda que vendrás por mí en dos horas.

—Una hora y media, Holly.

—Adiós, Dash.

Termino con la llamada, sabiendo perfectamente que él estaría en cualquier momento golpeando mi puerta, lo cual no me molestaba del todo. Sólo necesitaba algo para el dolor.

Pensando con rapidez, tomo nuevamente mi teléfono y le escribo a Dash.

Trae algo para los cólicos antes de venir a asaltar mi casa.

Pasan al menos treinta minutos cuando la puerta principal suena. Mis pies me obligan a levantarme de la cama, y correr escaleras abajo. Cuando la puerta se abre, Dash me observa con una ceja arqueada.

—Creo que ya es momento... —Sus palabras me confunden un poco, por lo que lo dejo continuar—. ¿Estás con tu periodo?

—Eres idiota —Quito la bolsa de sus manos en cuanto la extiende hacia mí. Con una ronca risa, él se encarga de entrar y cerrar la puerta detrás de él mientras—. ¿Qué ocurrió con Amana?

—Lo mismo de siempre —Dash se encoge de hombros, siguiendo mis pasos y sentándose en uno de los lugares frente a la barra de desayuno. Mientras lleno un vaso con agua, el se encarga de dejar una de las pastillas en mis manos—. Piensa que soy su chofer... o algo por el estilo.

—¿No conduce?

—Ya quisiera —Gruñe. Su pecho se eleva cuando toma una larga respiración—. Amana es un dolor en el culo desde que nació, pero eso no hace que tenga sentimientos hacia ella. Es mi hermana, pero hay veces en que no la soporto.

—¿No es algo normal? —Me he tomado la pastilla, dejando toda mi atención sobre él moreno que me observa con atención. Su ceño se frunce por un segundo, pero luego se encoge de hombros, claramente quitándole importancia.

BAD GUYS I: AGGRESSIVE © |EN EDICIÓN|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora