Señalo la puerta del baño, y el sonido algo ahogado del agua cayendo parecen engañar a mi tía.

—¿Todo bien? —Asiento, con una sonrisa sincera ocupando mis labios—. Bien, dile al grandulón que cenaremos paella. —El baile extraño que mi tía se monta en menos de un minuto hace que mi cerebro se ponga en marcha.

El sombrero sobre su cabeza, el vestido al cuerpo que cubría su bikini, y aquella sonrisa...

—¡Tienes que decirme a quien conociste! —Digo, casi abalanzándome sobre Alison. La rubia rueda los ojos sin perder la sonrisa, y sacude su cabella tal y como lo hacía cuando vendía una casa.

—Es español, se llama Héctor y tiene 45 —Su voz se torna seria, pero cuando se abanica el rostro, sé lo que verdaderamente ha atrapado a la rubia Parks—. ¡Debes conocerlo! Es tan caballero... tan inteligente... ¡Es perfecto!

—¡Holly, nena, necesito algo de ropa! —La voz de Dash interrumpiendo el momento de felicidad de mi tía, me hace avergonzar. ¿En serio tenía que mencionar el hecho de que se encontraba completamente desnudo?

—Bien —Alison se aguanta la risa, golpeando mi hombro con suavidad—. Creo que ambas encontramos un perfecto fin de semana en el Spa.

Alison Parks abandona la habitación antes de que sea capaz de decir algo en su contra.

Una vez estoy sola, tomo la bolsa de Dash y me encamino al baño. Doy suaves golpes contra esta, y no se tarda en abrir, mostrándome a un Dash Barton cubierto por una toalla de la cintura hacía abajo.

—¿En serio tenías que hacerlo? —Suelto, con una ceja arqueada. Dash toma la bolsa, y presionando un beso contra mi mejilla, se aleja con dirección a la cama.

—¿Hacer qué? —Pregunta, parece algo confundido—. ¿Querías que salga así con Alison Parks aquí? No lo creo, cariño.

—Buen punto.

Niego con la cabeza, sabiendo perfectamente que Dash aun tenía algo de aberración contra el apellido Parks, yo lo llevaba, por el simple deseo de mi madre, pero no podía llegarme a sentir como ellos.

Aun cuando Alison había sido una gran excepción de esa desastrosa familia.

—Ella es buena —digo, luego de un minuto —. Siempre apoyo a mi madre, y ahora lo hace conmigo.

Dash posa sus ojos sobre mí, para luego ocupar el lugar vacio en la cama. Aun sigue cubierto por una toalla, pero eso no le impide tomarme por las caderas y tirar se mi cuerpo hacia él.

Estoy entre las piernas de Dash Barton, observando el profundo gris en sus ojos como si fuera lo más hermoso que había visto en la vida, y en realidad, no estaba tan lejos de ser verdad.

—Según sé, gracias a Alison estas en Nueva York —Asiento, recordando la noche en que había ido por mí a Los Ángeles luego de la pelea que tuve con Richard—. De alguna manera, gracias a ella, estamos aquí, dándonos una oportunidad.

Dash dice algo más que no logro entender, porque me acerco a él, presionando mis labios contra los suyos y, de alguna manera, terminamos nuevamente enredado entre las sabanas de la cama.

***

—¿Entonces tu tía ya encontró esposo? —Dash pregunta, bajando las escaleras junto a mí. El alto chico tatuado y vestidos de negro que camina junto a mí, es capaz de acallar las voces en el recibidor, varias miradas están sobre nosotros, escaneando a Dash a fondo.

Y era algo que me incomodaba.

—No son novios —Miro mal a una mujer antes de girarme hacia Dash—. Lo único que pudo decirme por el teléfono es que él nos invitó a cenar, y que se tardaría más de lo normal en arreglarse.

BAD GUYS I: AGGRESSIVE © |EN EDICIÓN|Where stories live. Discover now