—Una gaseosa, por favor.

Aun ante la presencia de la camarera, contesto la llamada sin siquiera fijarme en el emisor.

—¿Haló? —La respiración de la otra línea me hace fruncir el ceño—. ¿Hay alguien?

—Pensé que no responderías nunca —La ronca voz de Dash no tarda en resonar en el teléfono, estremeciendo mi cuerpo por completo. Era él...—. ¿Dónde demonios estas, Holly?

—Estoy bien —Digo, no queriendo que arruine el fin de semana con mi tía—. ¿Podemos hablar cuando regrese a casa, por favor?

—¿Qué haces en Castle? —Su voz sisea, ignorando mi pregunta. Y es cuando me doy cuenta de que él nunca me ha perdido de su vista. Dash siempre parece encontrar el modo perfecto de tenerme cerca, aun cuando lo que yo quería alejarme de él—. ¿Con quién estás?

—Dash...

—No, Holly —Me interrumpe con un gruñido—. Te he dado todo el tiempo que quisiste, pero yo siempre regreso a lo que me pertenece, escúchame bien, siempre.

—¿Por alguna vez puedes escuchar lo que dices? —Mi voz es un susurro, la opresión en mi pecho se hace más grande ante cada palabra que dice—. ¿Sólo soy un objeto con el que puedes follar cada vez que se te antoja? ¿Sólo para eso sirvo?

El silencio detrás de la línea me hace saber que, tal vez, este entendiendo mi punto. Que, tal vez, con mucho trabajo y paciencia de mi parte, podíamos hacer que lo nuestro funcionará.

Tal vez, sólo si uno de los dos cedía al otro.

—Estoy en el Spa Castle —Repito, aun cuando él ya lo sabe de antemano—. Habitación 19, dejare la tarjeta bajo la alfombra.

—Lo siento —Sus palabras parecen sinceras, pero no me hago falsas esperanzas, con Dash no podía estar segura de nada—. Holly...

—¿Si? —Espero paciente en la línea, y es cuando me sorprendo del hecho de haber echado de menos la voz de Dash.

—Debo irme —Su voz suena algo apresurada, como si estuviera corriendo una maratón—. Nos vemos.

Cuando intento decir algo, la llamada termina, dejándome algo confundida, y completamente desorientada. ¿Él vendría?

¿En serio lo haría?

No espero a que la camarera regrese con mi bebida, recojo todas mis cosas, y me apresuro hacia mi habitación, ignorando el hecho de que me encuentro en bikini, y completamente roja por haber aguantado sol toda la mañana.

Mis pies se mueven casi en automático al subir las escaleras y, cuando llego a la habitación, hago lo que le había indicado a Dash. Coloco la tarjeta bajo la alfombra, luego de haber abierto la puerta y, cuando termino con eso, ingreso a mi habitación, cerrando la puerta detrás de mí.

Dejo caer las cosas sobre la gran cama, y me apresuro a tomar una ducha.

Si Dash venia hasta este lugar, tenía que estar lista para el tornado que se me vendría encima, le daría batalla, pero esta vez no lo dejaría ganar. Esta vez, ambos teníamos que perder algo.

¿Y qué mejor que perder el orgullo?

***

Para cuando termino con mi ducha, ha pasado exactamente una hora, busco con rapidez en mi maleta las prendas para cubrirme antes de que Dash sea capaz de cruzar por esa puerta, pero me quedo de piedra cuando tres golpes suenan contra la puerta.

Aprieto la blusa que sujeto con mi mano, y estoy rezando para que sea mí tía, pero toda suplica se ve abandonada cuando la ronca voz resuena con algo de prisa.

BAD GUYS I: AGGRESSIVE © |EN EDICIÓN|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora