2.

12.6K 884 512
                                    

Stiles POV

Estaba en mi casa con una completa extraña y un bebé que tampoco sabía de quién era, no sabía si tomarme la situación a cachondeo o como.

Lydia inspeccionaba el piso de arriba a abajo, mirando cada detalle. Me fijé en que prestaba especial atención a mis pósters, seguro que pensaba que yo era un friki.

— ¿Has encontrado ya alguna mota de polvo? ¿Suciedad? —Pregunté irónico.

—No de hecho, aunque tampoco lo estaba buscando. Solamente miraba las similitudes entre mi apartamento y el tuyo, son del mismo tamaño y con las mismas habitaciones. Aunque con distinta colocación, claro.

—Sí, lo que sea, no me interesa. Hablemos del asunto del bebé y ya. —Estaba siendo muy seco, pero es que no me apetecía estar con ella.

—Si es que cuando digo que eres borde me quedo corta. —Dijo poniendo los ojos en blanco —Está bien. Tenemos que dar al bebé a los servicios sociales.

—Creí que nunca coincidiría contigo en algo, pero ahí estamos de acuerdo, preciosa. —Dije a modo irónico. Claro que era atractiva, de hecho podría ser mi tipo. Pero esa personalidad...

—No me llames preciosa. El problema es, que los servicios sociales hasta un par de días o así no actúan, por lo que tendremos que quedarnos el bebé un par de días por lo menos.

—Menos mal que no estoy de exámenes, si no ibas a cargar tú sola con Liam.

—Dios, eres frustrante. ¿No te has dado cuenta de un pequeño detalle? El bebé necesita el biberón, los pañales... —Definitivamente no había pensado en ello.

—Entonces tendremos que ir a comprarlos —Respondí yo.

—Podrías ir tú y yo mientras cuido del bebé. —Yo reí con una carcajada — ¿Qué es tan gracioso?

— ¿De verdad piensas que te voy a dejar sola en mi casa? Mal pensado. Tú irás a comprar. —Señalé.

—Entonces tú cuidarás del bebé mientras, ¿te parece? —Debí de poner una cara muy rara, porque ella tenía una sonrisa de satisfacción en la cara. —Ya veo. Pues o vas tú o vamos los dos.

—Los dos. No me fío de ti. —Ella cogió el cochecito con el bebé y yo cerré la puerta de mi casa. Decidimos ir al supermercado más cercano, que por suerte estaba en la calle de al lado. Pude ver como Lydia manejaba pésimamente el carro del bebé, no podía ir recta. — ¿Necesitas ayuda?

— ¡Paren el mundo! ¿Stiles el arrogante acaba de ofrecerme su ayuda? —Yo puse los ojos en blanco. La forma en que dijo mi nombre sonó tan... Nada, no sonó de ninguna manera.

—No es por ti, es por Liam. Si dependiese de ti, no llega a los dos días. Dame el carrito. —Lydia soltó suavemente el carro y me lo pasó. Comencé a andar con él sin ningún problema.

—Parece que alguien tiene experiencia... ¿Seguro que no es tuyo?

—No, seguro. Pero alguna vez de pequeño me tocaba pasear a mis primos, no es tan difícil. Claro, si no eres torpe... —Pude oír como Lydia gruñó y yo reí. A los dos minutos, ya estábamos en el supermercado. — ¿Qué tenemos que comprar?

—Pañales, para empezar. Los bebés manchan mucho. —Fuimos donde los pañales y Lydia cogió un paquete. —Su madre no le ha dejado un chupete, pobre niño. Compremos uno.

—Lo haré sólo porque así me ahorraré escuchar sus llantos. —Yo cogí un chupete rojo. — ¿Este vale?

—Sí, ese vale. Buena elección con el color. Debemos comprar un biberón y leche en polvo.

—El biberón lo entiendo, pero... ¿La leche? ¿No puedes dársela tú? Ya sabes... —Dije señalando sus pechos desde la distancia. Ella se cubrió rápidamente con sus brazos, a pesar de que no se le veía nada.

—Eres idiota. Solamente pueden dar el pecho las mujeres que han estado embarazadas y han dado a luz, y claramente yo no soy una de esas. —Lydia parecía estar... ¿Sonrojada?

—Eh, preciosa. —Dije llamando su atención — ¿Te has puesto colorada por algo que yo he dicho? —Pregunté picaresco. Ella me miraba desafiante, aunque el rubor seguía en sus mejillas.

— ¡Claro que no! —Contestó a la defensiva. Yo sonreí burlonamente, era tan obvio que estaba mintiendo. —Acabemos las compras ya, ¿quieres?

Después de haber comprado todo lo que creíamos necesario, fuimos a la caja. Yo pasé con Liam al final, mientras Lydia se disponía a pagar. El importe total fue bastante caro, pero Lydia lo pagó todo de su bolsillo. Ahora me sentía mal. El viaje de vuelta a casa fue bastante silencioso, ya que Liam estaba dormido y ni Lydia ni yo decíamos nada. Esta vez, fuimos a casa de Lydia. Dejé a Liam en el cochecito y yo hice lo mismo que hizo Lydia en mi casa, ver la suya. Tenía razón en que eran iguales, aunque la suya no estaba apenas decorada. Supongo que no había tenido tiempo. Saqué mi cartera y cogí una cantidad de dinero, después me acerqué a Lydia. Le toqué el brazo para llamar su atención. Al ver el dinero, negó con la cabeza.

—Coge el dinero. —Pedí yo.

—No hace falta, ya está pagado.

—Sí, pero no pienso dejar que lo pagues todo tú sola. Como tú has dicho, Liam es responsabilidad de los dos. Por lo tanto yo pago la mitad. No hay más discusión, preciosa. —Ella decidió coger el dinero.

—Gracias. Al final va a resultar que tienes corazón y todo. —Dijo sarcástica. Lo cierto es que tenía un tipo de humor que me gustaba, aunque ni loco se lo reconocería.

Se hizo el silencio en su apartamento. Como excusa, los dos miramos a Liam, que dormía tranquilamente. No quería irme y dejarla sola, por lo que me senté en el sofá del pequeño salón. Ella me miraba con una ceja levantada.

—No me mires así, estoy cansado. Ven a sentarte tú también, parece que lo necesitas. —Dije moviéndome del sofá, haciendo sitio. —Vamos preciosa, no muerdo.

—Basta con eso. —Dijo sentándose.

— ¿Con qué?

—Lo de preciosa. Es lógico que lo dices para molestarme. Prefiero Lydia o incluso pelirroja.

—No, pelirroja no. Tu pelo no es rojo. —dije observando su pelo. Era como naranja y rojo... Difícil de definir.

— ¿Y de qué color es?

—Es rubio... Fresa. Rubio fresa. —Respondí bastante seguro. —Además, lo de preciosa no lo digo irónicamente ¿sabes? —Ella me miró fijamente, como si me estuviese examinando. —El problema es tu personalidad, ahí ya eres una niña pija y algo estirada. Además de sosa.

—Oye, oye, ¿quieres que te diga todos tus defectos? Para empezar no soy ninguna de esas cosas. Y tú eres un niñato, un idiota, un arrogante... Podría estar así todo el día. —Yo reí, me hacía gracia sacarle de sus casillas.

—Te equivocas, preciosa sí que eres. —Dije acercándome a ella. Lydia parecía nerviosa por la cercanía, a pesar de que estábamos bastante separados. Ninguno rompía el contacto visual. Yo sentía como si sus ojos me estuviesen hipnotizando. Y es que siempre tuve debilidad por los ojos verdes...

Un llanto hizo que nos sobresaltáramos. Liam se acaba de despertar y ya lloraba. Los dos nos levantamos y fuimos hacia él. Cuidar de un bebé sería difícil, aunque sólo fuesen dos días. Porque serían dos días, ¿no?

This is (not) our baby || StydiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora