Capitulo 21. No me volveré a enamorar.

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- Lo siento mucho. -Bajé la mirada- Sé que es difícil, tenemos que llamar a alguien para que se lleve el cuerpo.

- No, yo la quiero conmigo.

- Entiende, eso no es posible. Ella ya está mejor, sé que es injusto y no los conozco pero estoy segura de que no habría querido verte así. También sé que duele, pero tienes que ser fuerte. Vamos a mi casa mientras marco y llegan por ella. Te daré algo para que te tranquilices.

- No voy a dejarla sola. En cualquier momento va a despertar y tiene que verme aquí con ella, se asusta cuando está sola una vez que reacciona. Sé que abrirá los ojos y me sonreirá tan bonita como siempre. Ella es lo único bueno que tengo en la vida.


No lo conocía y aun así me sentía mal al verlo tan triste. Estaba convencido de que ella no estaba muerta pero esa no era la verdad.

Yo lo quise ayudar aunque no tenía idea de a quién llamar, si una ambulancia, cruz roja, funerarias. Sabía que lo que pasaba era doloroso, nunca es fácil perder a un ser querido y yo sabía lo que se sentía. Quizá a veces el amor sabe más que cualquier cosa, así que decidí llamar a unos paramédicos. Sorpresivamente no tardaron mucho en llegar, bajé a recibirlos y regresé al departamento de los vecinos.


- Con permiso, buenas noches. -El paramédico se acercó e intentó cargar el cuerpo de la chica-

- ¿Qué hace? Déjela. -El chico se puso a la defensiva y cubrió a su novia con su cuerpo-

- Señor, déjenos hacer nuestro trabajo.

- No, no quiero que se la lleven, la asustarán.

-Oye, tranquilízate. -Me acerqué a él y tomándolo del hombro lo jalé para que se quitara un poco- Llame a especialistas, te veo tan convencido de que está viva que veremos si pueden hacer algo. Pero no podrán si no los dejas.


En cuanto se llevaron el cuerpo de su novia, el chico salió del edificio rápido y ya no supe nada más.

Subí a mi departamento y fui a dormir. Amaneció y era sábado, toda esa tarde me puse a pensar que la vida era un poco injusta, esa chica siempre que la veía estaba sonriendo. Yo entendía al muchacho, porque aunque quizá no era el mismo dolor, la muerte de mi abuela también me había afectado demasiado los primeros días, sin embargo ella siempre me decía que cuando muriera no me pusiera triste, que fuera feliz porque ya estaría descansando y que son cosas que nos tienen que pasar a todos y sin embargo la vida de los demás sigue, que siempre tuviera una sonrisa en el rostro, entonces su muerte fue algo que superé rápido. Aunque si, en ocasiones la extrañaba.

Dicen que lo que no dijiste a tus seres queridos estando en vida ya no tiene caso que se las digas estando muertas, pero también es bueno de vez en cuando visitar a esas personas que ya se fueron y platicar un rato con ellas. Era algo que a mí me gustaba hacer, así que al día siguiente me decidí ir al panteón para llevarle flores a mi abuela.

Llegué y comencé a caminar hacia su sepulcro cuando escuché que alguien sollozaba y moqueaba un poco. Alcé la mirada y me lo topé, casi choca conmigo pero creo que ni cuenta se dio.


- Hola. -Le saludé-

- ¿Eh? -Rápido alzó la mirada- Hola. ¿Qué haces aquí?

- Vine a ver a mi abuelita, le traje flores. -Alcé un pequeño ramo que llevaba en mi mano derecha-

- ¿La vienes a ver seguido?

Mi Mejor Casualidad «FREDDY LEYVA»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora