Capítulo 27.

5.8K 319 17
                                    

Es lunes, por fin una fiesta de cumpleaños en casa, siempre había querido celebrar una, ¿por qué? Ni yo lo sé. Pero durante todo el día he estado emocionada preparando cosas. Javi, el novio de Sara, y sus amigos, entre los que estaban Rober y Leo, trajeron varias cosas por la tarde. Algo de picar y por supuesto, también para beber.

— ¿No será demasiado? — Me pregunta Hugo con una ceja levantada, observando todo lo que acaban de dejar sobre la encimera de la cocina.

— En algunas ocasiones nada es demasiado, Hugo — Sonrío, acariciándole la mano con disimulo para que mis amigos no nos vean.

Sara se encarga de la música, que pronto empieza a aumentar el volumen. Según llega la hora, más y más gente empieza a llegar.

— Estaré en mi habitación, ¿vale? Si hay algún problema solo tienes que avisarme. — Hugo me susurra en el oído, debido a la fuerte música que se escucha por toda la casa.

— Te acompaño — No sé porqué digo algo como eso, pero ya es tarde para echarme atrás.

Subimos juntos, Hugo abre la puerta de su habitación para dejarme paso. Me fijo en que es la primera vez que entro aquí y un escalofrío me recorre toda la columna vertebral.

— Que mal rollo me da esto...

— Quizá podemos remediar eso — Con su cuerpo empuja el mío, hasta que mi espalda da contra un enorme armario de madera. Pone ambas manos a los lados de mi cabeza y roza la punta de su nariz con mis labios.

— Eh... tranquilo. Hay gente abajo. — Intento apartarme con dificultad. Ahora mismo me importa bastante poco la fiesta.

— Tienes razón, no sé qué me pasa contigo. — Da un paso atrás, mostrándome ambas manos en modo rendición — Cuando más tiempo te tengo, más te quiero para mí.

— Hasta luego, Hugo. — Le mando un último beso por el aire y cierro la puerta antes de arrepentirme de haberme marchado de ahí.

La música aumenta según bajo las escaleras, ya está todo el ambiente que podría haber. Hay gente bebiendo, otra fumando. Leo es el primero que se acerca a mí, ofreciéndome una copa.

— Gracias — Le sonrío dándole un pequeño sorbo. — ¿Lo pasas bien?

— Ahora que estás aquí, sí. — Me mira directamente, creo que nunca he visto ese azul tan intenso.

Charlo con él de forma agradable y cordial, al menos hasta que llega Rober, creo que ese chico cada vez me cae peor, ni siquiera sé porqué está aquí.

— Mel... — Me susurra tan cerca que siento nauseas, ya se le ve claramente afectado y apenas acabamos de empezar. — ¿Quieres? — Me ofrece lo que parece un cigarro, claramente no es solo un cigarro y no tenía ni idea que lo había traído, pero esta noche decido rechazarlo. Solo beberé, eso es.

Bailo sin parar, una canción tras otra, cuando llevo un par de copas más y aun en mis condiciones rechazo a Rober, que no para de rodearme e intentar rozarse conmigo. Le doy un par de empujones y algún que otro codazo, al final, acabo pegándole con un vaso ya vacío en la cabeza. Escucho cómo varios chicos y chicas que nos rodeaban se ríen mientras se retira trozos de plástico del pelo.

Por culpa del baboso me he quedado sin vaso, voy en busca de otro a la cocina, pero una mano de a saber quién me ofrece uno ya lleno, que cojo sin dudar.

¿Y Hugo? Doy dos largos tragos a mi copa, creo que después la dejo en la primera escalera, y subo hasta donde él está.

El pasillo parece de otra casa, porque no me suena nada según voy adentrándome en él. Me chocó con un par de estúpidos adornos que mi madre se empeñó en colocar, mira para qué han servido al final, para estar a punto de caerme yendo en unas condiciones un poco... raras. Borracha, para concretar.

En busca de la felicidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora