Capítulo 18.

6.7K 384 45
                                    

Llego furiosa a mi habitación. He dicho a Hugo que me da asco, pero en ese momento es justo lo que sentía.
No sé qué demonios ha pasado ahí abajo, ¿es que mamá lo hace adrede? Solo soy consciente que esa no era una actitud de amigos, y de que me ha molestado, muchísimo.
Después del día que hemos pasado juntos, al ver esa imagen de los dos tan cercanos me ha quebrado por dentro, y después... el abrazo que le ha dado delante de mí, cómo la ha protegido a pesar de todo... no puedo sentirme peor ahora mismo, no después de la discusión y las fuertes palabras que ha dicho sobre mi padre. Él era lo quien me sostenía, me reñía cuando lo merecía y debía hacerlo, pero también sabía cómo premiarme cuando hacía algo bien. Era el padre perfecto, y cuánto más tiempo me falta, más me doy cuenta.

Me tumbo en la cama abrazando a mi oso, al final resulta que hasta me va a servir de ayuda.

Debo quedarme dormida así, acurrucada al peluche, aunque un buen rato después noto una presencia en mi habitación, sobre mi cama, que me hace abrir los ojos.

— ¿Qué haces ahí parado? — Pregunto al ver a Hugo mirándome en silencio.

— ¿Así que ahora te doy asco? — Susurra para que mi madre, que ya debe estar durmiendo, no nos oiga, pero igualmente se nota que está ofendido — ¿Desde cuándo soy repugnante, Mel?

— A veces, sí. — Le digo seria. — No entiendo nada, Hugo. Te juro que lo he intentado, te he creído, pero lo que he visto ahí abajo... — Cierro los ojos para borrar la imagen que viene de nuevo a mi cabeza.

— Venga, Mel, ¿qué he hecho para que sientas eso? — Traga saliva y coge mi mentón para que lo mire a la cara — Si he hecho lo imposible por verte feliz y de hecho, creo que conmigo lo eres.

— Y no puedo negar lo evidente, porque hoy ha sido el mejor día que he pasado en mucho tiempo — Le digo con sinceridad — Pero contigo es siempre una de cal y otra de arena, ¿por qué no me dices qué significaba esa actitud con mi madre? No puedo comprenderlo.

— Esto es complicado... — Coge mi mano, pero yo no tardo ni dos segundos en apartarme de su contacto, no lo necesito ahora mismo.

— Lo sé y aunque me cueste mucho sé que tienes que alejarte de mi ¿es que no lo ves? — Me incorporo en la cama hasta quedarme sentada — Yo soy así, soy complicada y no voy a cambiar. Aléjate, no hagas que sea demasiado tarde.

— ¿Demasiado tarde? — Pregunta extrañado.

— Vamos, Hugo — Pongo los ojos en blanco, ¿qué quiere que le diga, que me niego a seguir enamorándome de él?— Me has entendido.

— Pequeña — Susurra, se remueve en la cama mirando a ambos lados — Pero a mí me da igual cómo de complicada seas, quiero seguir luchando contra eso, no quiero que nos alejemos.

— Supongo... que a veces hay que hacer lo correcto — Trago saliva, lo estoy volviendo a hacer, sí. Estoy huyendo una vez más pero siento más miedo que nunca.

— ¿Y eso lo estás diciendo tú, la chica menos correcta del mundo? – Esboza una pequeña sonrisa.

— Ya ves — Me encojo de hombros — Has influido en mí más de lo que crees.

— No tanto como querría haberlo hecho, pero no puedo obligarte, no puedes intentar algo si nunca estás dispuesta a arriesgarte — Apenado se levanta de la cama, entrelazando una mano con la otra, nervioso. — Al menos, cuida bien al oso — Lo señala, aún entre mis brazos. Me dedica una triste mirada antes de cerrar la puerta e irse.

Entonces, ¿esto es lo que se siente cuando terminas con algo que ni siquiera había empezado?
Siento una punzada de dolor en el pecho, al lado izquierdo, en el corazón. Debe haberse partido un poco más de él. Aunque creo que nunca ha estado entero, no desde que papa se marchó.

En busca de la felicidadWhere stories live. Discover now