Capítulo 19.

6.3K 360 16
                                    

Me he enamorado de ti, Mel.

Sus palabras se me repiten una y otra vez en la cabeza y no puedo reaccionar aunque sé que está ahí mirando, quizá esperando mi respuesta.

— Yo, Hugo... — Comienzo a decir, pero me pone su dedo índice en mis labios, haciendo que mantenga mi silencio.

— No digas nada, pequeña, no hace falta — Ahora, más tranquilo, sonríe de medio lado — Tenemos que irnos, llego tarde a la sesión.

— De acuerdo, intentaré portarme bien — Me prometo a mí misma, aunque lo digo en voz alta.

Volvemos al mismo sitio de antes, el tal Juan ya no está y los dos modelos esperan para las fotos.

Hugo me guiña un ojo, cámara en mano y se aleja hacia ellos. Durante aproximadamente una hora les hace poner caras y posturas raras; se rozan, se tocan aquí y allá, que si ahora pon tu mano en su pecho y tú sobre su pierna... ¿pero qué es esto?

Cuando por fin termina, Hugo deja su cámara con el chico que ocupa el ordenador y se ofrece a llevarme a comer al restaurante de la agencia. Compruebo que tiene todo tipo de lujos, por supuesto, no esperaba menos.

— ¿Eso qué eran, unas fotos o una película porno? — Le pregunto una vez que nos sirven el primer plato.

— Que burra eres... — Dice aguantando la risa y la compostura. — Son fotos en las que la empresa que nos ha contratado para hacerlas quiere mostrar pasión, Mel.

— Ya, pasión — Pongo los ojos en blanco — Les ha faltado poco para montárselo ahí mismo delante de todos.

Suelta una gran carcajada tapándose la boca con la servilleta, yo contengo las ganas de hacerlo también.

— ¿Y tú que sabes de esos temas, pequeña? — Alza ambas cejas — Si ni siquiera habías dado un beso hasta que llegué yo.

— Pues Hugo, que tengo ojos y oídos, no estoy metida en una burbuja donde no tengo ni idea del mundo exterior. — Suspiro — Por si no lo sabes, existe la televisión e internet, además, voy a fiestas en las que hay... de todo.

— ¿De todo? — Deja de comer para prestarme atención. Creo que le gusta ponerme nerviosa.

— Claro, pero nada que me haya importado nunca — Me encojo de hombros — ¿Que lo he podido hacer? Por supuesto, ¿que lo haya hecho? Ya te digo que no.

Vuelve a sonreír, moviendo la cabeza a ambos lados.

— Y lo de la burbuja, a veces lo creo, ¿sabes? Que estás metida en una y no quieres salir al mundo exterior.

— Tienes algo de razón — Frunzo el ceño — Hay algunas cosas que no puedo hablar con nadie, no lo entenderían. Ni siquiera Sara.

— ¿Sabes que ahora estoy aquí, no? Puedes contar conmigo, Mel. — Coge mi mano.

— Ya, Hugo — Me suelto de él, me da vergüenza que haga esto en un sitio público — Pero, ¿hasta cuándo? ¿Hasta que tengas una pelea con la histérica de mi madre o algo parecido y te eche de casa? ¿O hasta que yo me vaya?

— No tenemos porqué estar lejos aunque no vivamos en la misma casa. — Parece sincero, pero ni aún así me basta.

— Eso es lo que siempre se dice, pero luego pasa el tiempo y si te he visto... no me acuerdo — Murmuro, comiendo lo que queda en mi plato.

— Cabezota — Dice.

— Payaso — Respondo.

Una vez que hemos terminado, Hugo paga y nos encaminamos a la salida, donde por desgracia vemos de nuevo a Juan, el tipo de antes. Hugo me lanza una rápida mirada, creo que rogándome que no haga nada.

En busca de la felicidadWhere stories live. Discover now