-Tú recoge el estropicio. -dijo con una sonrisa el sheriff.

-Este estropicio ha sido por tu culpa. -bufó Stiles, comenzando a recoger los cristales a los que se había visto reducido el vaso de leche.

-Derek, vuelve a respirar. -rió el sheriff. -Te necesito vivo.

-Dígame, sheriff. -logró recomponerse Derek.

-Te he dicho que fuera de la comisaría me llames John. -sonrió mientras apoyaba su espalda contra el respaldo de la silla. -El caso es que en Oregón se está administrando una droga nueva desconocida hasta el momento. Nos han pedido ayuda ya que nuestra patrulla canina es una de las mejor entrenadas, pero ni siquiera nuestros perros han logrado diferenciar dicha sustancia de un ambientador normal.

-¿En serio? ¿Una droga? -preguntó interesado Stiles sentándose al lado de su novio y en frente de su padre.

-Stiles, esto es un caso abierto, no puedes meterte. -dijo el sheriff rodando los ojos.

-Tranquilo, sé que "no puedes meterte" significa "no debes contárselo a nadie". -dijo Stiles sonriendo, haciendo como que cerraba sus labios con una cremallera. -Mis labios están sellados.

Los dos adultos miraron a Stiles, que se sentó recto y miraba con los ojos expectantes a su padre, esperando a que siguiera comentando el caso. El sheriff miró a Derek, que alzó las cejas y tras rodar los ojos, el padre del chiquillo hiperactivo volvió al caso.

-Sólo ha habido dos perros que han logrado diferenciarlo y vamos a colaborar con ellos, yendo a Oregón para supervisarlos cada cierto tiempo. Mientras tanto, hemos decidido seguir entrenando a los perros restantes...

-Pero eso llevará mucho tiempo. -argumentó Derek.

-El entrenamiento de perros de rastreo puede llevar meses. -asintió Stiles.

-Lo sé... y el mayor problema de todos es que esa droga nueva es realmente peligrosa. Ya hay seis víctimas mortales y muchos otros que han sufrido graves daños neuronales y aún siguen hospitalizados. -dijo con tono desesperado el sheriff.

-En Oregón deben estar desesperados. -comentó Stiles.

-Lo están... y lo peor es que sospechan que se están distribuyendo más a otros estados.

-¿Y la DEA no puede hacer nada? -preguntó Stiles alzando una ceja.

-La DEA se he limitado a pedirnos nuestra patrulla canina, pero tras hablar con el sheriff de Oregón, he dado mi palabra de ayudar en todo lo posible, bien fuera cediendo agentes, con la patrulla canina... -dijo el sheriff mirando directamente a Derek, que bufó y sonrió de lado. -Veo que ya lo has entendido.

-¿Qué? ¿Qué ha entendido? -preguntó descolocado, de repente, Stiles.

-Te lo estoy proponiendo, Derek, pero es voluntario. -siguió el sheriff, ignorando a su hijo.

-Espera... -murmuró Stiles entendiéndolo por fin. -¿Le estás diciendo que se vaya a Oregón?

El sheriff no contestó, Derek no emitió sonido... lo único que se oía en esa cocina era el corazón disparado de Stiles, que miraba paulatinamente a su padre y a su novio.

-Estas usando a mi novio como chucho rastreador. -sentenció Stiles atónito, a lo que, sorprendentemente, los dos adultos contestaron riendo.

-¿Cuánto tiempo sería? -contestó Derek, mirando tranquilizadoramente a Stiles, que siguió con el ceño fruncido.

-Lo cierto es que eso no se sabe, pero no tendrías que quedarte allí durante todo el tiempo. Se supone que allí, de necesitarlo, te ofrecen alojamiento... pero supongo que serían dos semanas como mucho. Después habría rotaciones de personal. Aunque... -dijo sonriendo de medio lado. -Eres el agente con mejor olfato con el que cuento.

-Acepto. -dijo Derek sabiendo de antemano la reacción de Stiles, que dio un brinco en su asiento y lo miró frunciendo el ceño.

-Gracias, Derek. -dijo seriamente el sheriff.

***

-No me lo puedo creer, Derek. -bufó Stiles dando vueltas por su cuarto, donde el lobo estaba sentado, sereno, sobre la cama. -No me lo puedo creer.

-Como mucho serán dos semanas y... seamos realistas: conmigo allí, será mucho menos.

-¡Y una mierda! Acabo de volver de Londres y tú te vas a Oregón. -espetó mirando atónito a su novio.

-Tú estarás en clase, con los entrenamientos de Lacrosse... ni te enterarás de que no estoy.

-Claro... ni me enteraré. -bufó irónico Stiles.

-Stiles, es mi trabajo.

-No. Tu trabajo está aquí, en Beacon Hills.

Derek suspiró y se apretó las sienes, desesperado por no poder hacerle entender a su novio que no era algo tan malo. Finalmente, se levantó y lo cogió por la cintura, quedando frente a frente.

-No está tan lejos, podré venir a verte.

-Está a cinco horas o más.

-Pero supongo que también tendré algo de descanso... te aseguro que si me necesitas, vendré. Es poco tiempo... estaré solo unos días fuera, te lo prometo.

-Pero... ¿Por qué aceptaste sin más?

-Stiles... -llamó con suavidad, acariciando su mentón. -Me hice policía para ayudar a la gente... y todo este tiempo me lo he pasado rellenando formularios. Son solo dos semanas... dos semanas como mucho. ¿En serio preferirías que fuera tu padre? Sabes que yo me las apañaré mejor en este asunto... y me llevaré al Sargento Troy. -dijo sonriendo al ver que la mención del sargento de cuatro patas hacía sonreír también al muchacho.

-Ni siquiera sabes si el sargento Troy será de esos que localizan el olor de la droga esa.

-Eso no importa si soy yo con quien va. -sonrió el lobo haciendo relucir sus ojos azules sobrenaturales.

-Anda que... -dijo rompiendo a reír Stiles. -Te deberían haber puesto en la brigada canina antidroga.

-Se me daría bien... -murmuró el lobo antes de besarle en la frente.


Yaguareté·Abà IIWhere stories live. Discover now