Capítulo 3

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La mañana amaneció soleada, tranquila, con los pajaritos cantando... y Nana bufando en el piso de abajo. Stiles abrió los ojos al instante. Miró la hora y ya era pasado mediodía, agudizó el oído y escuchó un corazón latir con fuerza, al mismo ritmo que los bufidos y gruñidos de la gata. Bajó silenciosamente las escaleras, intentando focalizarse en el ruido del corazón del intruso, concentrándose todo lo posible en olfatear... Antes de poner el pie en el último escalón, ya sabía quién era el intruso pero poco le importó. Siguió caminando sigilosamente y cuando vio la ancha espalda de su mejor amigo se agazapó, listo para atacar, pero en ese momento, Scott se dio la vuelta y se lo encontró en posición de ataque, con garras y fauces preparadas.

-¿Stiles?

Pero Stiles no contestó. Su mente estaba colapsada por un diálogo interno desquiciante, cuanto menos. Su parte más humana se sorprendía de estar deseando atacar a su mejor amigo. Sin embargo, su parte animal estaba deseosa de desgarrar el cuello a ese chucho que, por muy alfa que fuera, no tenía ningún derecho a entrar en sus dominios y molestar a su protegida.

-¿Stiles? -repitió Scott riendo, aun sin ser consciente de que todo eso no era una broma.

-Sal de mi casa. -dijo simplemente Stiles, con una voz demasiado salvaje.

Scott entonces comprendió: Stiles no estaba bromeando, estaba fuera de control, su parte animal lo había dominado por completo. El moreno sacudió la cabeza y, con ojos rojos y también transformado, se quedó en su sitio.

-Yo soy tu alfa. No se te ocurra ordenarme nada.

Stiles enseñó sus colmillos justo antes de lanzarse contra Scott, que lo detuvo sin problema por el cuello y lo lanzó contra la encimera de la cocina. El jaguar, sin embargo, gracias a su envidiable agilidad, pudo detener su caída y, tras apoyarse en sus pies descalzos, se volvió a lanzar contra un alfa, ya completamente transformado y muy, muy cabreado.

El enfado de Scott, el alfa, y el insistente ataque de Stiles, uno de sus betas interraciales, hizo que la escaramuza entre los dos destruyera prácticamente toda la cocina y algunos de los vecinos acabaran llamando a la policía porque en la casa del sheriff había una pelea entre un perro y un gato... un perro y un gato muy ruidosos.

Cuando por fin la pelea terminó, Stiles permanecía inmóvil e inconsciente debajo del cuerpo de Scott, que tras varios golpes certeros con la mayor de sus fuerzas, pudo sostenerlo y someterlo. El moreno, aún sentado sobre la espalda de su beta, cogió el teléfono y mandó un mensaje a todos para verse de urgencia en la clínica de Deaton.

El alfa se levantó, cogió las llaves del jeep de Stiles y lo metió dentro del maletero, encadenado con lo que pudo y armado con el bate de los Stilinski. A mitad de camino, Stiles comenzó a moverse inquieto en la parte de atrás del jeep y, sin dudarlo, Scott le bateó la cabeza, dejándolo de nuevo inconsciente. Estaba enfadado. Sabía que no debería estarlo porque Stiles era su mejor amigo, pero le había retado y podría haberle matado si no hubiera logrado controlar mínimamente a su alfa.

Scott llegó al aparcamiento de la clínica, que estaba desierta. Se quiso golpear a sí mismo por idiota, ¡se había olvidado de que Deaton se había ido de congreso! Sacó rápidamente el movil y llamó a Derek para que avisara a los demás.

-Derek, no vengas a la clínica. Está cerrada. Avisa a todos de que se cambia al bosque. Es una urgencia. Avísalos a todos.

Colgó y miró a Stiles, que de nuevo comenzaba a moverse. Abrió la portilla y le miró más de cerca. Parecía estar despertándose... y en cuanto abrió los ojos y Scott vio el iris amarillo y rasgado, buscando aún más pelea, le cogió la cabeza y lo golpeó contra el suelo del jeep mucho más fuerte que las veces anteriores. Cerró la puerta y se puso delante del volante para llegar lo antes posible al bosque.

Yaguareté·Abà IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora