Capítulo 4

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Cuando el partido de béisbol terminó, los chicos aún seguían recogiendo la cocina, así que el padre se hizo un caldo y se subió a dormir a su cuarto, pues estaba agotado. Entonces Derek apareció en la cocina y, lejos de ayudar a limpiar, se sentó en la encimera con una cerveza en la mano y a la gata en el regazo.

-Podrías ayudar. -refunfuñó Stiles acercándose para acariciar a Nana, que parecía algo incómoda en los brazos de Derek.

-Esa es una gata del demonio. -dijo Scott señalándola. -¡Me odia!

-Es un poco borde, pero es tan mona... -dijo rascando debajo de la cabeza al minino. -Y a vosotros os odia porque, como ya os he dicho un millón de veces, sois unos chuchos.

-¿Es por eso? -preguntó Scott sorprendido.

-Puede que tenga que ver. -respondió esta vez Derek, dándole un trago a la cerveza. -Los lobos nos llevamos mejor con los perros, e incluso podemos llegar a dominar su comportamiento.

-Aunque la verdad es que Nana es bastante arisca en general. -dijo Stiles terminando de cogerla. -A mi me adora. -dijo sonriendo, mientras escuchaba el ronroneo y sentía cómo la gata le lamía la oreja.

-Todos te adoramos, Stiles. -comentó risueño Scott, dándole una colleja a su amigo. -Pero dale a Derek la gata y coge la escoba.

Stiles se rió y posó a la gata en el regazo de Derek, que le tocó la nariz y esta se ensañó con uñas y dientes contra su dedo.

Poco después, cuando ya la cocina y el resto de la casa estaba ordenada, Scott se despidió para ir a ver a Kira antes de ir a su propia casa y Derek, tras haberle devuelto a Stiles a Nana, se levantó de su sitio para irse él también.

-¿No tienes hambre? -preguntó Stiles con Nana trepándole hasta el hombro. Derek se dio la vuelta y lo miró. -Puedo hacer algo de cena. Hay ternera suficiente para los dos.

-Tu padre ya está durmiendo.

-La vaca está ya muerta, no le despertará mientras la cocino. -comentó riendo Stiles.

Derek cruzó los brazos y con una sonrisa irónica de las que le solía dedicar al principio rodó los ojos. Stiles posó a Nana sobre la encimera y se acercó a la nevera para sacar las hamburguesas, enseñárselas a Derek y tras un asentimiento, hicieron la cena juntos bajo la atenta mirada de Nana, que comía una lata de atún.

***

El resto del fin de semana pasó muchísimo más tranquilo, lo cual no fue difícil debido al comienzo taaaaan movidito que tuvieron, y Stiles decidió que poco a poco iría volviendo a los entrenamientos en manada. Si bien era cierto que apreciaba los esfuerzos de Deaton, no entendía que, en vez de mejorar, estuviera empeorando. Si seguía aislándose de su manada y de la ayuda que estos le daban, acabaría por volverse un jaguar solitario, sin manada ni amigos.

Así que se había decidido: seguiría meditando y aprendiendo cosas de Deaton, así como comer los menos azúcares posibles, pero de vez en cuando treparía, gastaría energías corriendo o nadando en el lago (de hecho se había convertido en uno de sus hobbies preferidos), y sobre todo, aprendería a pasar tiempo en grupo.

En ese mismo momento en el que repasaba mentalmente lo que haría ese día y salía del cuarto de baño con solo una toalla cubriendo su cuerpo, se encontró con Derek sentado en su ventana con los ojos clavados en el.

-¡Joder! -exclamó con verdadera sorpresa.

-¿No me escuchaste llegar? -preguntó extrañado Derek.

-No... estaba en mi mundo. Y creo que tengo agua en la oreja. -dijo quejándose de su oreja derecha. Derek se levantó y fue hacia él.

-A ver, déjame.

Yaguareté·Abà IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora