Capítulo 5

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ADVERTENCIA: Este capítulo tiene alto contenido sólo apto para adultos.


La mañana del lunes comenzó pronto, pues Nana parecía saber lo que significaba ese día y comenzó a pisotear sin piedad la cara de Stiles para despertarle. Parecía ansiosa de volver con su dueña, así que se levantó, se duchó y preparó y bajó las escaleras para encontrarse a su padre aún en pijama por la casa.

-¿Qué haces tan tarde y así? -preguntó Stiles con la gata en brazos.

-Estoy enfermo. He llamado a la comisaría y me han dado el día de baja. -contestó antes de sacar un pañuelo y sonarse con fuerza. -¿Hoy devuelves a Nana?

-Sí, la señora Camdem me ha estado llamando para preguntarme por ella todos los días, así que supongo que ella también estará ansiosa por verla.

-Bien, bien... pues yo me voy ya a la cama. -dijo rascando detrás de las orejas a la gata y a su hijo. -Así que si estás en casa, no hagas ruido. Y como sé que eso es difícil, vete a dar una vuelta larga.

-Y así es como un padre del siglo XXI expulsa a su hijo. -comentó con gracia mientras veía a su padre desaparecer por las escaleras. -Que descanses.

Tras darle un sorbo al asqueroso té que seguía bebiendo a pesar de sus nulos efectos, cogió sus cosas y el transportín y ya en el coche, llamó a Scott que, como siempre, aún seguiría durmiendo.

Llevó a Nana a su casa y tras media hora de agradecimientos y pellizcos en las mejillas, se subió de nuevo en su jeep. Scott aún no había dado señales de vida, así que puso la radio, dejó su teléfono nuevo (lo había desempaquetado la noche anterior mientras Derek y él veían una película absurda de los setenta) en un sitio a salvo y condujo rumbo al loft del lobo.

Poco después, ya estaba frente a la enorme puerta de metal, que se abría en ese preciso instante. Se quedó a pocos centímetros de chocar contra el cuerpo de Peter, pero gracias a sus reflejos, le logró esquivar.

-¿Qué haces aquí tan temprano? -preguntó el mayor de los Hale como si esa fuera su casa.

-Venía a criticarte. -respondió molesto, dándole de lado para entrar en la casa.

-Quieto, quieto. -dijo parándole. -¿Qué te pasa en la oreja? -preguntó girándole la cara para observar mejor su oreja derecha y tocó suavemente su lóbulo.

-¡Ah! ¡Idiota! ¡Suéltame!

-¿Qué pasa aquí? -preguntó Derek de repente, asomado en la puerta medio transformado.

-Tu tío es un imbécil. ¡¡AAH!! -aulló de dolor Stiles. En ese momento, Derek se interpuso y apartó a su tío de un golpe.

-Derek, tranquilo... -rió Peter incorporándose.

-No le pongas la mano encima. -advirtió Derek con los colmillos de lobo.

-Yo no le estaba haciendo nada... pero lo de su oído no es normal. -dijo señalando a Stiles, que se tapaba su oído derecho. -Casi chocamos porque ni siquiera me había escuchado dentro.

Derek ayudó a Stiles a meterse dentro y le dirigió al baño, donde tenía un pequeño botiquín. Peter les esperaba en el salón escuchando cómo Stiles se revolvía y quejaba cada vez que Derek intentaba pasar un algodoncillo con agua por su oreja, pues le dolía horrores.

-Estate quieto, Stiles. Si te mueves es peor.

-Joder, que duele. ¡Aaah!

-Pero si casi no te he tocado. Vale, vale. Espera... un segundo... ya.

Yaguareté·Abà IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora