Capítulo 25

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La semana pasó rápido para Stiles. Por las mañanas hacía videollamadas con Derek (algunas para todos los públicos y otras algo subidas de tono), comía en casa de su tío y se iba al centro. Hubo días que fue con Dmitri, otras iba solo y otras, se encontraba con Jackson en Londres para hacer turismo.

Durante la semana aprendió muchas cosas: aprendió acerca de la policultura de Londres. En una misma calle, lo más normal era encontrar gente de, al menos, 10 países distintos. La variedad en el olor, los colores y sobre todo, el oído, eran palpables. Podías estar paseando por una calle con unos malos imitadores de los Beatles tocando en una plaza, cruzar la calle y encontrarte con cuatro o cinco con flautas de pan tocando música sudamericana, caminar unos metros más y encontrarte una flamenca bailando al son de una guitarra española... Si entrabas a un bar o un pub, ten por seguro que ninguno de los cuatro camareros comparte nacionalidad y pocos son los británicos que te atenderán.

Otra de las cosas que aprendió fue a andarse con cuidado con su tío, pues hubo un momento tenso cuando le comentó acerca de sus visitas nocturnas a Londres con un chico llamado Jackson. Sin embargo, quitando esos momentos, Dmitri le trataba como a un sobrino mimado y, por regla general, tenían una relación buena cuando él no estaba trabajando.

El celo de Stiles parecía ser algo que habían exagerado por mucho, pues pocas habían sido las ocasiones en las que había perdido el control y siempre había sido frente a la pantalla del ordenador, con su novio al otro lado, dispuesto a relajarle.

Pero la cosa que más le gustó descubrir fue a Jackson. ¡Tenía corazón! ¡Y era simpático! Estirado y engreído, sí, pero no todo podía ser bueno. Lo cierto era que era quien mejor le entendía en cuanto al tema del nogitsune, lo cual era evidente ya que el propio Jackson había ido matando indiscriminadamente bajo las órdenes de dos amos, a cada cual más loco y perturbado. ¿Lo más sorprendente? El recién conocido Jackson seguía preocupado por Lydia y, aunque él lo negara... ¿Por qué sino iba a preguntar por la pelirroja cada dos minutos?

Pero la semana había llegado a su fin y, tras una larga conversación con su padre, Stiles había logrado convencerle para regresar. El vuelo saldría el lunes y por eso Stiles se pateó nervioso todo Londres junto a Jackson en busca de los mejores souvenirs para sus amigos y su padre.

Tardó casi un día entero en encontrar regalos para todos, pero lo cierto era que el rubio que le acompañaba lograba encontrar los mejores sitios. Pero por fin llegó el lunes y Stiles se levantó de la cama de un salto.

Cuando fue a la cocina, su tío le esperaba con el té preparado. Ese día no sería una excepción y tendría que ir a trabajar, por lo que le indicó detalladamente cómo llegar en tren al aeropuerto y tras un largo abrazo y una promesa de volverse a ver, cogió su coche y se fue a la biblioteca central en la que trabajaba.

Pero el plan de Stiles no era irse en tren, así que terminó de guardar sus cosas hasta que el teléfono sonó. Lo cogió al primer tono y la voz del lobo le respondió.

-Sí que estás ansioso por irte.

-No veas... Londres es genial, pero me temo que añoro el sol y el calor de california. -rió el muchacho.

-Pues ya estoy llegando.

-Bajo ya.

Stiles salió de la casa disparado tras asegurarse que no se dejaba nada y al salir por el portal, se encontró con el coche de Jackson tomando la esquina. Se subió de un salto y lanzó su maleta dentro.

-¿Ansioso?

-Mucho.

-Te diría que condujeras, pero... ¡aún no tienes la edad! -se burló Jackson.

Yaguareté·Abà IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora