Scott no era muy avispado, eso todos lo sabían, pero tampoco era tonto. Y si algo era Scott era que el alfa era un muy buen amigo. Escuchó todo lo que Stiles le contó con paciencia inquebrantable, incluso escuchó algunos detalles demasiado personales que hubiera preferido no saber... escuchó atentamente a todos y cada uno de los argumentos con los que se iba desahogando el jaguar y finalmente, habló.

-Vamos, Stiles... sabes cómo es Derek. ¡Te has ido a coger al más rancio de los lobos! Hasta tú mismo le habías apodado "lobo amargado".

-Lo sé... -rió Stiles. -Pero te juro que había cambiado... o mejorado.

-Exacto. Pero no va a poder cambiar en dos días... ni en dos meses. Dale más tiempo... si te sirve de consuelo, el hecho de que haya ido por la noche a tu casa a escondidas, aún a sabiendas de que tu padre estaba en el piso de abajo, quiere decir que le importas lo suficiente como para recibir un balazo del sheriff, su jefe, en el culo.

-Se curaría.

-Pero duele, ¿sabes? -comentó con una mueca el alfa, haciendo que Stiles rompiera en carcajadas. -Y te voy a decir una cosa más... no te lo calles. No te lo guardes sólo para ti. Estas cosas se tienen que hablar porque si no, se va haciendo una bola cada vez más grande que terminará por aplastarte.

-¡Oh, Dios! ¿Quién eres tú y qué has hecho con mi amigo? -se burló Stiles.

-Soy tu mejor amigo, idiota. -dijo dándole un capón. -Y ahora vamos a economía o nos pondrán a recoger la biblioteca hasta la noche.

***

Tras la salida del instituto, todos se montaron en sus vehículos y fueron, cómo no, al claro del bosque. Peter estaba ya allí, con un libro nuevo en sus manos. Lydia corrió para alcanzarle y coger el libro para acto seguido sentarse en un tuco de madera y comenzar a leer.

-¿Entonces hoy entrenas? -preguntó Scott mirando al mayor.

-Derek me ha pedido que venga en su lugar. Está liado en la comisaría. -contestó encogiéndose de hombros. -Y tú tienes que ir con Deaton. -dijo señalando a Stiles.

-¿Yo? ¿Y por qué no está el aquí?

-Me acaba de llamar. Ha surgido un problema con un gato o no sé qué.

-¿Y por qué no me llama a mí? -refunfuñó yendo en dirección al jeep. -Me hubiera ahorrado una pasta en gasolina.

-Si contestaras al teléfono, tal vez te lo hubiera dicho. -escuchó de lejos al mayor de los Hale.

Stiles frunció el ceño y miró su teléfono. Tenía varias llamadas perdidas y un mensaje. Las llamadas eran en su mayoría de Derek y un par de ellas de Deaton. El mensaje, también de Derek.

"Si no vas a coger el teléfono, bien. Después no me eches nada en cara."

***

El jeep casi derrapó al aparcar delante de la comisaría. Stiles se bajó corriendo y entró azotado en el edificio. Martha, la agente que estaba en recepción, lo miró entre molesta y sorprendida, pero le abrió la puerta de las oficinas de la comisaría tras una disculpa rápida. Stiles caminó entre las mesas y se encontró con Derek delante de un ordenador.

-¡Derek! -llamó desde el otro punto de la sala, haciendo que todos y cada uno de los agentes allí presentes se girasen para mirarle. -Eh... ¡muy buen trabajo, chicos! -saludó Stiles sonrojándose de repente. -Ehm... yo... ¿mi padre?

-Ha ido al condado de Sandy Oak. -contestó Parrish sonriendo al muchacho.

-Mi padre, siempre taaaaan ocupado. Como vosotros, supongo... Ehm... ¿Derek? Digo... señor agente Hale... ¿tiene un momento? -siguió algo nervioso Stiles. Derek asintió levemente y el muchacho se sentó frente a su mesa, notando varias miradas clavadas en su nuca.

Yaguareté·Abà IIWhere stories live. Discover now