37. Estamos cerca.

2.7K 242 4
                                    

-¿Cocinando? -Pregunté confundida a Isaac, estábamos esposados al mástil, al parecer pasaríamos la noche ahí.
-Sí, la verdad no la estaba pasando mal. Bueno los primeros dos días sí.
-Claro, yo muriendo de pena por ti y tú estabas haciendo guisos de cerdo y cordero asado con vegetales, llegué a pensar que habías sido comido por los tiburones.
-¿De verdad estabas preocupada?
-Sí, mírame, estoy aquí por ti, robé el barco de Jack y traje conmigo el rubí.
-¿Cuál barco?
-El Perla Negra, estaba en una botella. -Miré el rostro de confusión de Isaac. -Era un hechizo.
-Oh, entiendo.
-Una semana aprendiendo a dominar la espada y disparando a las botellas de ron vacías para acabar atada al mástil de un barco embrujado y sin contar a las pobres gaviotas que asesiné por accidente.

Isaac me miró de reojo mientras yo discutía sola.

-Luces diferente. -Isaac me dijo y luego me miró a los ojos. Paré de hablar y luego me miré así misma.
-Oh ¿esto? Es muy cómodo.

Isaac sonrió.

-Pensé que me odiabas.
-De hecho sí lo hice. Te odié al pensar que me habías robado. -Le dije un poco enfadada.
-Yo no lo hice.
-Lo sé, te pido disculpas por eso.
-No hay nada que disculpar, Juls.
Isaac se acercó más a mí, sabía que me iba a besar. Quería sentir nuevamente sus labios en los míos...
-Y bien. ¿Interrumpo algo? -Isaac y yo nos separamos al escuchar al capitán del Venganza.
-¿Quién es la señorita?
-Capitana Roxton. -Le dije firmemente.
-¡Capitana! -Barbossa dijo con voz divertida. -¿Y donde está su barco?
-En aquella dirección. No lo va a apreciar por la evidente oscuridad.
-Si comanda una nave ¿dónde está su tripulación?
-Subí sola al Venganza, no quise poner en riesgo a mis hombres.
-Muy valiente, Capitana Roxton. ¿Y sólo venía a rescatar a su amado? O ¿También viene a buscar algo? -Barbossa tomó mi rubí y lo desprendió de mi cuello.
-No, el rubí no. -Dije destrozada.
-Dele de vuelta el rubí. -Isaac exigió.
-No, joven Gibbs. El rubí es mío ahora, el mapa está completo con él.
-Nunca le dije que era el rubí.
-Y yo no le dije que sabía de la leyenda. -Barbossa caminó a su camarote.
-Entonces ¿porqué no tomó el rubí el otro día? -Le grité sin obtener respuesta.

Bien, mi madre mintió sobre el tesoro escondido de una isla secreta. Todos sabían del Crimson Deep. Miré a Isaac, él estaba muy enojado, me dio una mirada de preocupación.

-Sé lo importante que es para ti ese rubí, no te preocupes, linda, lo recuperaré, no sé cómo pero lo haré.
-Isaac. -Le sonreí y me acerqué para apoyar mi cabeza en su hombro. No me importaba estar esposada al mástil, ni perder mi rubí o bueno sí, al menos me sentía tranquila de estar junto a Isaac y con vida, aún.

Sabía que mis manos podían salir de las esposas, ya que, eran pequeñas, así que, luché por largo tiempo por ello, Isaac se había sentado y yo junto a él, sabía lo que trataba de hacer.

Empezaba a quedarse dormido cuando saqué una de mis manos, mi muñeca estaba lastimada y Isaac me miró con pena.
-¿Y cuál es tu idea después liberarnos? No tengo un arma, las tuyas se las llevó Barbossa.
-Buena pregunta. -le dije.
-Pienso que debemos darle lo que quiere y luego que nos deje ir. -Isaac exclamó.
-Isaac, son piratas, nos van a asesinar.
-A veces pienso que nunca debí buscar a mi padre pero si no lo hubiera hecho no te habría conocido.
-Eso es muy dulce pero no creas que voy a olvidar lo que me hiciste así de fácil. -le dije algo antipática.
-¿Qué hice? -preguntó confundido.
-Yo, yo... -Tomé aire y luego lo vi a los ojos. -Yo fui a tu habitación aquel día y... -Hubo un silencio. -Isaac ¿de verdad no significó nada para ti ese beso?

Sus ojos color miel brillaban a la luz de las lámparas de aceite, mi corazón golpeaba mi pecho. Tenía miedo de su respuesta. Isaac me dio una media luna en sus labios.

-Me sorprendiste mucho esa tarde, estaba muy nervioso y nunca esperé que me besaras.
-Ni yo. -Sonreí apenada.
-Significó... mucho, créeme. -Hubo una pausa. -Fue mi primer beso, Juls. -Sonreí con él.

Ambos nos quedamos en silencio, apoyé mi cabeza en su hombro nuevamente mientras intentaba sacar mi otra mano de las esposas. Pensé en lo que Isaac me había dicho, había sido mi primer beso también. Un tanto desilusionada pero podía olvidarlo pronto, esperaba que fuera antes del amanecer, ya que, seguro Barbossa acabaría con ambos luego de extraer el tesoro de la isla.

Desperté adolorida y con la mano aún en las esposas, Isaac me miraba encantado. Estaba tan exhausta que no resistí y me dormí.
-¿Cuanto tiempo llevas mirándome? -Le pregunté a Isaac.
-No lo sé. Desde antes de salir el sol. -Me respondió.
-Por favor, no lo vuelvas a hacer.
Él hizo una mueca de niño regañado, luego se puso en pie, yo hice lo mismo.
-¿Por qué mejor no nos dejó en el calabozo? -Dije irritada.
-Increíble. -Isaac y yo miramos al capitán Barbossa. -¿Ese es el barco del cuál me hablaba, capitana Roxton?

Le di una mirada firme mientras seguía luchando por soltar mi otra mano.

-Me asombra. El Perla Negra en manos de una mocosa.
-Bien, capitán Barbossa ¿Qué quiere de nosotros? podría dejarnos ir, no nos interesa el tesoro.
-En realidad sí. -Exclamó Isaac. -Le negué con la cabeza. ¿Qué estaba haciendo?
-Bien, entonces vayamos a la isla. Bajen los botes y no olviden a la chica. El muchacho se queda.
-¿Qué? No, yo no quiero ir con usted. -Sentí las manos de los piratas amarrarme yo forcejee un poco pero ellos tenían mucha fuerza.
-Todo va a estar bien, Juls. Yo te rescataré.
-No, no lo hagas. Salvate tu, yo estaré bien.

Pensé en lo torpe que era Isaac a veces, ni siquiera sabía nadar, no quería poner su vida en riesgo. Y ¿dónde está el señor Jacobs y los demás? ¿por qué no vienen a rescatarme? Si salía con vida no les pagaría bien.

Me adentraron en la espesura de la isla, hacía mucho calor, Barbossa caminaba a paso lento por su pie de palo, yo moría por agua. Aun así no me mostré débil.

***

-Dijiste que llegaríamos al amanecer ¿Dónde está el Crimson? -Jack le preguntó a su padre.
-Después de la tormenta de anoche nos deviamos. -El capitán Teague contestó.
-Tranquilo Jack. Estamos cerca. -Elizabeth lo vio nervioso. -¿Estás preocupado por ella?
-No. Es por el Perla. -Contestó.

Elizabeth sonrió.

-Los hijos son nuestros tesoros, Jack. Puedes tener todo el oro y las joyas del mundo, ser un señor respetado de la piratería, dominar los siete mares con tu Perla pero jamás puedes comparar la satisfacción que te da ver a tu hijo sonreír, correr a tus brazos y decirte mamá o papá. -Lizzy dijo observándolo.

Él tenía la mirada fija en el horizonte.

-No has tenido ese honor, Jack.
-Juliette me odia. -Replicó él.
-No, no lo hará si logras ganar su corazón pero primero hay que encontrarla. -Agregó Lizzy.
-Así es. -Dijo él.
Jack sacó su catalejo y observó por él.
-Creo que estamos cerca. -Jack dijo sonriendo.

La hija de Jack SparrowWhere stories live. Discover now