27. Esto no está bien.

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Esa noche ayudé a Elizabeth a preparar la cena, Jack, ella, James y Gibbs se sentaron a la mesa para compartir el pequeño banquete. Isaac había dicho que estaría en el timón porque no tenía hambre. La verdad no le creí. Cené junto a ellos y al final le llevé un plato a Isaac. Y ahí iba yo otra vez a hacer algo estúpido. De verdad que me estaba empezando a parecer a Jack.

-Para usted, señor Gibbs. -Le acerqué una bandeja con el plato y una jarra.
-No tengo hambre, gracias.
-Bien, lo dejaré de todos modos. -La dejé cerca de él y di media vuelta. ¡Que tonta! ¿Por qué lo hacía?
-¡Gracias! -Dijo Isaac en una tenue voz.

Debí nada más, seguir mi camino pero no...
-¿Por qué lo hizo? -Me volví a él y le pregunté decidida.
-¿Qué cosa?
-Aprovecharse de mis sentimientos para robar mi rubí.
El chico frunció el ceño y luego abrió sus ojos color miel muy grandes. Se veía muy confundido.
-¿Yo? Yo no le robé el rubí.
-Es bueno mintiendo y seduciendo chicas, también. Buenas noches, señor Gibbs.
-Juls. -Él exclamó mi nombre y por más que deseé volverme seguí mi camino por las escaleras.

Esa noche di una y otra vuelta en la cama, la señora Elizabeth seguro estaba harta de mí por no quedarme quieta. Me coloqué una bata sobre el camisón y salí del camarote, había una cortina de estrellas cubriendo el firmamento. Era muy hermoso.

-¿No puede dormir, Juls?
-Era James, estaba en el timón.
-¿Usted no duerme tampoco, cierto?
-Sí, sólo cumplo mi turno.
-Pero fue al medio día.
-No, usted lo cumplió por mí.
Sonreí y subí las escaleras, me quedé junto a él.
-¿Le es difícil dormir en el barco?
-No, la verdad amo hacerlo, aunque llevaba algunos meses sin hacerlo al enfermar mi madre.
-Entiendo. ¿Hay algo que le moleste de viajar en barco?
-Sí, el aseo personal.
James rió.
-Sí, la higiene en un barco no es la más favorable para una dama. -Me dijo él.
-Me gustaría poder llegar a una isla todos los días para darme un baño en algún río o naciente.
-Eso suena muy refrescante.
-Sí, lo es.

James me observaba detalladamente cada movimiento que hacía con mi rostro, era un poco incómodo. Él siempre mantenía su dulce sonrisa.

-¿Puede tomar el timón un minuto?
-Sí, claro.
James bajó a la cubierta y luego al plan, unos segundos después apareció con una botella de vino y dos copas.
-Bien, espero que le guste el vino.
Le sonreí extrañada.
-Sí, pero no acostumbro a tomarlo en la madrugada.
-Ni yo. Es sólo que hace algo de frío y tal vez esto ayude ¿me hace el honor de acompañarme con una copa?
-Bueno, pero sólo una.

Unas dos horas más tarde James y yo habíamos terminado con la botella, reímos sin razón y entre los dos navegamos el Elizabeth hasta el amanecer, uno muy hermoso, por cierto. James estaba detrás mío observando la brújula, al parecer no nos habíamos desviado, sentí su mano sobre la mía en el timón, me tensé un poco, ya lo había hecho antes pero ésta vez estábamos solos, sólo había un hombre en la cubierta viendo el amanecer.
-James...
-¿Que sucede?

Él acercó su rostro a mi nuca y luego respiró en ella.

-Esto no está bien. -Me sentí algo mareada y solté mi agarre del timón. James se apartó para darme espacio y luego tomó el timón.
-¿Está bien?
-Sí, sólo un poco mareada.
-Vaya descanse, se sentirá mejor.
-Sí, gracias por todo James. -Me acerqué a él y lo besé en la mejilla. ¿Qué estaba haciendo? Lo vi sonreír y luego bajé por las escaleras.

Para mi suerte, camino a la cubierta me encontré con Isaac de frente, él me miró serio. Lo vi a los ojos y seguí mi camino al camarote. No quise decirle nada, él no merecía ni siquiera mi saludo.

Me recosté en la cama junto a la señora Elizabeth, mi cabeza daba vueltas, quería cerrar mis ojos y que todo se detuviera.

Tuve tiempo de pensar un poco en todo lo que había pasado. Mi encuentro con Jack, la muerte de los hermanos Dubois, mis discusiones con Jack, mi beso con Isaac. Que tonta había sido. Entregándole mi primer beso a un chico que no sentía nada por mi.

James, él era lo único bueno de mi aventura. Era un chico apuesto e inteligente, muy buen mozo. Tenía talento con el piano y la espada. Un lindo barco, venía de buena familia a excepción de su padre pirata.

Mi cabeza seguía dando vueltas, tenía un nudo en ella... ¿o eran mis sentimientos? Isaac me atraía mucho más que James pero no me amaba, en cambio James, a él no le importaba demostrarme sus sentimientos. Él me convenía, Isaac no. ¿Qué tenía él para ofrecerme? Mi mente se estancó con ese pensamiento hasta quedar profundamente dormida.

La hija de Jack SparrowWhere stories live. Discover now