35. El Capitán Teague

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-En guardia. -Gritó el joven tímido.
-¿Qué? -Dije distraída.

El muchacho empezó a atacarme y yo sólo podía esquivar la hoja del sable, estaba aterrada.

-Espere ¿Qué hace? -Grité.
-Enseñándole cosas básicas. -Me contestó el joven con una tenue voz, parecía un niño regañado.
-No, usted parece que quiere asesinarme. -Le dije acomodando mi sombrero.
-No... yo sólo quería ver su respuesta ante la situación. Ningún oponente le va a decir : -vamos a pelear, él sólo ataca.
-Bien, eso lo entiendo pero al menos, enséñeme cómo se toma el mango de ésta cosa.
-De acuerdo. Sí, tiene razón.

El joven Perkins me enseñó cosas básicas el primer día, cómo tomar la espada, la posición de mis manos y pies etc. Quién lo diría, el chico tímido era un experto con la espada.

Al siguiente día el señor Lankaster me ayudó a usar la pistola, maté un par de gaviotas en el intento, me sentí muy mal esa noche, casi no dormí pensando en la familia de las aves. Aunque otro pensamiento me invadió y me llenó de pena. Salí del camarote y fui a ver las estrellas. Quería pensar como James, y que tal vez Isaac estuviera viéndolas donde quiera que esté, esperando que bien y aún con vida, ya que, no me lo perdonaría si algo le pasara.

Al amanecer, desperté sobre el escritorio del camarote. Buscaba algo de valor para vender, ya que, el señor Jacobs me había dicho que podíamos atracar en algún puerto para cambiar el ron por provisiones, la verdad estaba de acuerdo. Encontré algunas joyas y monedas en las gavetas para comprar armas, municiones entre otras cosas ropa, un lindo sombrero y sobornar al hombre del muelle para poder atracar el Perla Negra, ya que, era un barco pirata.

Al volver a mar adentro quise seguir practicando con el sable entre tanto desorden del barco había encontrado un cinturón, aunque lo había perdido, busqué en el camarote y revise debajo de la cama, para mi sorpresa encontré un pequeño baúl. Levanté mi vista para buscar una llave pero no encontré nada.
Lo llevé a la cubierta y con ayuda del señor Lankaster rompimos el candado.
-Buen tiro.
-De nada, señorita.
Bien, veamos ¿qué contiene?

***

-Hemos llegado. -dijo Jack mirando la isla a la distancia.
-Bien, ve a traer a tu padre y luego salgamos de aquí. -Exclamó Elizabeth.
-No, no, no. Necesito que vengan conmigo. -Exigió Jack.
-Sabes que yo no puedo, Jack. -Era Will.

-El capitán Teague... -Jack hizo una pausa, se peinó el bigote con sus dedos y se quedó ido.

-Es tu padre, Jack. -Elizabeth exclamó.
-Bien, Lizzy, si tu no vienes me llevaré al mocoso, Gibbs, tu también vienes conmigo.
-Sí capitán. -Exclamó Gibbs.
-Mi nombres es James ¿podrías llamarme por mi nombre? Dígame Jim o Jimmy al menos.
-Eh, no. Mocoso está bien para mí. -Jack dijo sonriendo.
-¿Por qué Jack no quiere ver a su padre sólo? -Susurró el capitán del Holandés a su esposa.
-No lo sé, quizá le robó la última vez que lo vio. -agregó Elizabeth.
-O quizá su padre lo golpeaba cuando estaba pequeño. -Will exclamó.
-Esa debe ser la razón de sus... -Elizabeth trató de imitar los gestos de Jack, rió con Will y luego lo besó. -Te veo en la noche. -Elizabeth sonrió y caminó a la borda para subir al barco de James. Will sonrió mientras, sostenía el timón.

Jack llegó a la isla, saludó a un par de personas y entró a la casa de su padre. Se podía escuchar la suave melodía de una guitarra española. Lo encontró en una silla frente a un pequeño balcón que daba hacia el mar.
-Jacky. -el pirata dijo sin siquiera verlo.
-Hola pa. He traído unos amigos. Recuerdas a Elizabeth Swann ahora es la señora Turner.
-La Reina de los Piratas, sí, lo sé Jacky. ¿A qué has venido? Nunca vines si no es porque necesitas algo.
-¿Ya te había dado las gracias por salvarme en Londres?
El capitán Teague se puso en pie y colocó su instrumento a un lado, observó a Jack y luego a los acompañantes.
-¿En qué problema los ha metido Jack ahora? -Preguntó inexpresivo luego miró a Lizzy.

Elizabeth miró a Gibbs distraído con algo en el techo, James observaba a Gibbs y Jack le sonreía a Elizabeth.
-¿Por qué tengo que hablar yo? Jack, tú quisiste venir aquí. -Habló ella un poco irritada, Jack seguía sonriendo.
-Bien... -Lizzy tomó aire. -Capitán Teague, necesitamos que nos lleve a Crimson Deep.
El capitán Teague miró a Jack que estaba mirando el techo junto a Gibbs y James.
-¿Para qué? -respondió el guardián.
-Vamos por un tesoro. -agregó Elizabeth.

Teague empezó a reírse y luego todos rieron.

-Es imposible tomar el tesoro de esa isla, Jack, tú lo sabes.
-Es sólo una leyenda. -Dijo Jack.
-No iré.
-Hay otra razón. -James dijo y todos lo volvieron a ver. Jack le dio una mirada como diciéndole que se callara.
-No escuches al mocoso, está traumado por no poder a su padre.
-Jack. -Elizabeth exclamó enojada. -Si no le dices tú, hablaré yo.
-Dígame, entonces, señora Turner.

Elizabeth miró a Jack y luego él se volvió a su padre.

-Mi hija, tengo una hija y está en peligro. Robó mi Perla y fue tras su enamorado que está en el Venganza de la Reina Ana. Se dirigía al Crimson Deep.

El capitán frunció el ceño y luego sonrió.

-¿Una mocosa robó tu barco? -El padre de Jack empezó a reírse y luego los acompañantes de Jack.

-Hey, sigo aquí y no es gracioso. -Dijo Jack enfadado.
-Bien, vayamos a salvar a mi nieta.
-Sí, vamos. -Dijo James muy animado.
-Ya era hora Jacky, hace mucho tiempo deseaba un descendiente.

***

El pequeño baúl contenía cartas, un anillo, un par de arcas y unas monedas, todas de oro. Encontré muchas cartas, la mayoría de mi madre, lo sabía por el sello. Sólo una tenía el sello roto. Las demás no las habían leído.

Después de leer esa que tenía el sello abierto, afirmé lo que le había dicho a Jack. Mi madre le escribió y le dijo que estaba embarazada. Derramé unas lágrimas al ver la letra de mi madre y reí al ver la última línea.

"Y Jack, jamás hubiera funcionado lo nuestro, lo siento"

Mi madre nos decía cosas así cuando mis hermanos y yo, hacíamos una travesura y le mentíamos.

"Niños, jamás funcionará eso conmigo, lo siento."

Tomé aire y salí del camarote. Tenía mucho que practicar con el joven Perkins. Desenfundé la espada y lo sorprendí. Cosa de la cual me arrepentí luego de verlo caer por la borda. Al menos sabía nadar, lo sacamos del agua muerto del frío y por obvias razones no hubo práctica con el sable esa tarde. Pasé limpiando pescados con el señor Jacobs y jugando con el monito. No sin olvidar ¿que estaría haciendo Isaac?

***

-Bien capitán, este es mi último platillo de la noche. Pastel de manzanas.
Barbossa miró maravillado el pastel.
-Bien joven Gibbs, es parte de mi tripulación ahora. Nunca es malo tener un buen cocinero a bordo.
-Es un honor capitán Barbossa. -Isaac sonrió y luego se retiró.

Al parecer él supo ganarse al capitán para desviarlo del pensamiento de lo que jack escondía y que era parte del mapa. La comida de un barco no siempre es la mejor y el menú se vuelve una rutina, Isaac puso en práctica las habilidades de cocinero que su madre le había enseñado.

La hija de Jack SparrowWhere stories live. Discover now